25.11.2015 Views

La Biografia, Juan Mancera

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

nosotros estaría aquí sin el os tres». Se le empañaron los ojos durante un momento mientras volvían a crecer las<br />

ovaciones. Entre los asistentes también se encontraban Andy Hertzfeld y gran parte del equipo original del Mac. Jobs les<br />

sonrió. Sentía que estaba a punto de hacer que se sintieran orgul osos.<br />

Tras mostrar el gráfico de la nueva estrategia de productos de Apple y pasar algunas diapositivas sobre el rendimiento del<br />

nuevo ordenador, estaba listo para<br />

destapar a su bebé. «Este es el aspecto que tienen hoy los ordenadores —afirmó mientras en la gran pantal a que había<br />

tras él se proyectaba la imagen de un grupo de torres grises y cuadriculadas y un monitor—, y me gustaría permitirme el<br />

privilegio de mostraros qué aspecto van a tener de ahora en adelante». Retiró la tela que había en una mesa en el centro<br />

del escenario para revelar el nuevo iMac, que relucía y centel eaba mientras las luces subían de intensidad en el momento<br />

justo. Apretó el ratón, como había hecho en el estreno del primer Macintosh, y la pantal a bril ó con imágenes que pasaban<br />

a toda velocidad y mostraban todas las cosas maravil osas que podía hacer el ordenador. Al final, la palabra «hola»<br />

apareció con el mismo tipo de letra juguetón que había adornado el de 1984, en esta ocasión sobre las palabras «de<br />

nuevo» entre paréntesis. «Hola (de nuevo)». Se oyó un aplauso atronador. Jobs dio un paso atrás y se quedó<br />

contemplando con orgul o su nuevo Macintosh. «Parece como venido de otro planeta —comentó mientras el público reía—.<br />

Un buen planeta. Un planeta con mejores diseñadores que este».<br />

Una vez más, Jobs había creado un producto nuevo y con una gran carga simbólica, el precursor de un nuevo milenio.<br />

Aquel a máquina cumplía la premisa de<br />

«pensar diferente». En lugar de cajas beis y pantal as con un montón de cables y un abultado manual de instrucciones,<br />

aquí había un aparato simpático y atrevido, suave al tacto y tan agradable a la vista como un día de primavera. Podías<br />

agarrar su linda y pequeña asa, levantarlo para sacarlo de su elegante caja blanca y enchufarlo directamente a la pared.<br />

<strong>La</strong>s personas a las que les asustaban los ordenadores ahora querían uno, y querían ponerlo en una habitación donde otras<br />

personas pudieran admirarlo, y puede incluso que envidiarlo. «Una muestra de hardware que mezcla el bril o de la ciencia<br />

ficción con la fantasía kitsch de la sombril a de un cóctel — escribió Steven Levy en Newsweek—. No solo es el ordenador<br />

con mejor aspecto que se ha presentado en años, sino también una orgul osa declaración de que la empresa más soñadora<br />

de Silicon Val ey ya no es una sonámbula». Forbes la denominó «un éxito que marcará un cambio en la industria», y John<br />

Scul ey salió de su exilio posteriormente para deshacerse en elogios: «Ha aplicado la misma estrategia sencil a que tantos<br />

éxitos le otorgó a Apple hace quince años: crear grandes productos y promocionarlos con un marketing fantástico».<br />

Solo se oyeron quejas de un rincón muy familiar. Mientras el iMac recibía halagos, Bil Gates aseguró en una reunión de<br />

analistas financieros que estaban visitando Microsoft que aquel a sería una moda pasajera. «Lo único que Apple está<br />

ofreciendo ahora mismo es una innovación cromática —afirmó Gates mientras señalaba a un ordenador equipado con<br />

Windows al que, para bromear, había pintado de rojo—. No creo que nos l eve mucho tiempo alcanzarles en ese campo».<br />

Jobs se puso furioso, y le dijo a un periodista que Gates, el hombre al que había condenado en público por carecer del más<br />

mínimo gusto, no tenía ni idea de por qué el iMac era mucho más atractivo que otros ordenadores. «Nuestros competidores<br />

no parecen darse cuenta y creen que es una cuestión de moda, creen que solo tiene que ver con el aspecto superficial —<br />

comentó—. El os piensan que dándole un poco de color a una chatarra de ordenador también tendrán uno como este».<br />

El iMac salió a la venta en agosto de 1998 por 1.299 dólares. Se vendieron 278.000 unidades en las seis primeras<br />

semanas, y a finales de año ya se había dado salida a 800.000, convirtiéndose así en el ordenador que más rápido se<br />

había vendido en la historia de Apple. Cabe destacar que el 32 % de las ventas fueron para gente que compraba un<br />

ordenador por primera vez, y que otro 12 % correspondió a usuarios que antes tenían ordenadores con Windows.<br />

Ive no tardó en proponer para los iMacs cuatro nuevos colores de atractivo aspecto, además del azul bondi. Era obvio que<br />

ofrecer el mismo ordenador en cinco colores diferentes supondría un enorme desafío para los procesos de producción,<br />

inventariado y distribución. En la mayoría de las compañías, incluyendo incluso a la antigua Apple, habrían celebrado<br />

reuniones para hablar de los costes y los beneficios. Sin embargo, cuando Jobs vio los nuevos colores se entusiasmó por<br />

completo y convocó a otros ejecutivos al estudio de diseño. «¡Vamos a sacarlo con todo tipo de colores!», les contó con<br />

entusiasmo. Cuando se marcharon, Ive miró atónito a su equipo. «En la mayoría de las empresas esa decisión habría l<br />

evado meses —recordaba Ive—. Steve lo dejó fijado en media hora».<br />

Había otra modificación importante que Jobs quería para el iMac: deshacerse de esa detestable bandeja para los discos.<br />

«Vi una unidad de disco con ranura en un<br />

equipo de música de Sony de altísima gama —declaró—, así que me fui a ver a los fabricantes del sistema y conseguí que<br />

crearan una unidad de disco con ranura para la nueva versión del iMac que sacamos nueve meses después». Rubinstein<br />

trató de convencerlo para que no aplicase aquel cambio. Predijo que acabarían l egando nuevas unidades capaces de<br />

grabar música en los discos compactos en lugar de limitarse a leerlos, y que estarían disponibles con bandeja antes de que<br />

se fabricaran con el sistema de ranura. «Si te pasas a las ranuras, siempre irás atrasado con la tecnología», defendía<br />

Rubinstein.<br />

188<br />

www.LeerLibrosOnline.net

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!