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superpuestas mal interconectadas que fal aban frecuentemente. Cuando el Apple III empezó a comercializarse en mayo de<br />
1980, fue un fracaso estrepitoso. Randy Wigginton, uno de los ingenieros, lo resumió de la siguiente forma: «El Apple III fue<br />
una especie de bebé concebido durante una orgía en la que todo el mundo acaba con un terrible dolor de cabeza, y cuando<br />
aparece este hijo bastardo todos dicen: “No es mío”».<br />
Para entonces, Jobs se había distanciado del Apple III y estaba buscando la forma de producir algo que fuera radicalmente<br />
diferente. En un primer momento flirteó con la idea de las pantal as táctiles, pero sus intentos se vieron frustrados. En una<br />
presentación de aquel a tecnología, l egó tarde, se revolvió inquieto en la sil a durante un rato y de pronto cortó en seco a<br />
los ingenieros en medio de su exposición con un brusco «gracias». Se quedaron perplejos. «¿Quiere que nos vayamos?»,<br />
preguntó uno. Jobs dijo que sí, y a continuación amonestó a sus colegas por hacerle perder el tiempo.<br />
Entonces Apple y él contrataron a dos ingenieros de Hewlett-Packard para que diseñaran un ordenador completamente<br />
nuevo. El nombre elegido por Jobs habría hecho trastabil ar hasta al más curtido psiquiatra: Lisa. Otros ordenadores habían<br />
sido bautizados con el nombre de hijas de sus diseñadores, pero Lisa era una hija a la que Jobs había abandonado y que<br />
todavía no había reconocido del todo. «Puede que lo hiciera porque se sentía culpable —opinó Andrea Cunningham, que<br />
trabajaba con Regis McKenna en las relaciones públicas del proyecto—. Tuvimos que buscar un acrónimo para poder<br />
defender que el nombre no se debía a la niña, Lisa». El acrónimo que buscaron a posteriori fue «Local Integrated Systems<br />
Architecture», o «Arquitectura de Sistemas Integrados Locales», y a pesar de no tener ningún sentido se convirtió en la<br />
explicación oficial para el nombre. Entre los ingenieros se referían a él como «Lisa: Invented Stupid Acronym» («Lisa:<br />
Acrónimo Estúpido e Inventado»). Años más tarde, cuando le pregunté por aquel nombre, Jobs se limitó a admitir:<br />
«Obviamente, lo l amé así por mi hija».<br />
El Lisa se concibió como una máquina de 2.000 dólares basada en un microprocesador de 16 bits, en lugar del de 8 bits<br />
que se utilizaba en el Apple II. Sin la genialidad de Wozniak, que seguía trabajando discretamente en el Apple II, los<br />
ingenieros comenzaron directamente a producir un ordenador con una interfaz de texto corriente, incapaz de aprovechar<br />
aquel potente microprocesador para que hiciera algo interesante. Jobs comenzó a impacientarse por lo aburrido que estaba<br />
resultando aquel o.<br />
Sin embargo, sí que había un programador que aportaba algo de vida al proyecto: Bil Atkinson. Se trataba de un estudiante<br />
de doctorado de neurociencias, que había experimentado bastante con el ácido. Cuando le pidieron que trabajara para<br />
Apple, rechazó la oferta, pero cuando le enviaron un bil ete de avión no reembolsable, Atkinson decidió utilizarlo y dejar que<br />
Jobs tratara de persuadirlo. «Estamos inventando el futuro —le dijo Jobs al final de una presentación de tres horas<br />
—. Piensa que estás haciendo surf en la cresta de una ola. Es una sensación emocionante. Ahora imagínate nadando<br />
como un perrito detrás de la ola. No sería ni la mitad de divertido. Vente con nosotros y deja una marca en el mundo». Y<br />
Atkinson lo hizo.<br />
Con su melena enmarañada y un poblado bigote que no ocultaba la animación de su rostro, Atkinson tenía parte de la<br />
ingenuidad de Woz y parte de la pasión de Jobs por los productos elegantes de verdad. Su primer trabajo consistió en<br />
desarrol ar un programa que controlara una cartera de acciones al l amar automáticamente al servicio de información del<br />
Dow Jones, recibir los datos y colgar. «Tenía que crearlo rápidamente porque ya había un anuncio a prensa para el Apple II<br />
en el que se mostraba a un marido sentado a la mesa de la cocina, mirando una pantal a de Apple l ena de gráficos con los<br />
valores de las acciones, y a su esposa sonriendo encantada. Pero no existía tal programa, así que había que desarrol arlo».<br />
A continuación generó para el Apple II una versión de Pascal, un lenguaje de programación de alto nivel. Jobs se había<br />
resistido, porque pensaba que el BASIC era todo lo que le hacía falta al Apple II, pero le dijo a Atkinson: «Ya que tanto te<br />
apasiona, te daré seis días para que me demuestres que me equivoco». Bil lo logró y se ganó para siempre el respeto de<br />
Jobs.<br />
En el otoño de 1979, Apple criaba tres potril os como herederos potenciales de su bestia de carga, el Apple II. Por una parte<br />
estaba el malhadado Apple III y por<br />
otra el proyecto Lisa, que estaba comenzando a defraudar a Jobs. Y en algún punto, oculto al radar de Steve, al menos por<br />
el momento, existía un pequeño proyecto semiclandestino para desarrol ar una máquina de bajo coste que por aquel<br />
entonces l evaba el nombre en clave de «Annie» y que estaba siendo desarrol ado por Jef Raskin, un antiguo profesor<br />
universitario con el que había estudiado Bil Atkinson. El objetivo de Raskin era producir un «ordenador para las masas».<br />
Tenía que ser económico, funcionar como un electrodoméstico más (una unidad independiente en la cual el ordenador, el<br />
teclado, la pantal a y el software estuvieran integrados) y tener una interfaz gráfica. Así que Raskin trató de dirigir la<br />
atención de sus colegas de Apple hacia un centro de investigación muy de moda, situado en el propio Palo Alto, que era<br />
pionero en aquel as ideas.<br />
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