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el glucagón, que tiene la función opuesta a la de la insulina. El glucagón hace que el hígado libere azúcar a la sangre. El<br />
tumor de Jobs se había metastatizado al hígado, y a lí estaba desencadenando el caos. De hecho, su cuerpo estaba<br />
devorándose a sí mismo, así que le administraron algunos medicamentos para tratar de reducir los niveles de glucagón. Sí<br />
que sufría un desequilibrio hormonal, pero se debía a que el cáncer se había extendido al hígado. Jobs se encontraba en<br />
una fase de negación personal, y también quería que la negación fuera pública. Desgraciadamente, aque lo planteaba<br />
algunos problemas legales, porque era el director de una empresa que cotizaba en bolsa. Sin embargo, Jobs estaba furioso<br />
por la forma en que lo estaba tratando la blogosfera, y quería devolver el golpe.<br />
En aque los momentos estaba muy enfermo, a pesar de su extemporánea declaración, y también sufría unos dolores<br />
insoportables. Se había sometido a otra ronda de quimioterapia, y los efectos secundarios resultaban agotadores. <strong>La</strong> piel<br />
comenzó a secársele y se le formaron grietas. En su búsqueda de tratamientos alternativos, tomó un vuelo a Basilea, en<br />
Suiza, para probar una radioterapia experimental administrada mediante hormonas. También se sometió a un tratamiento<br />
en fase de pruebas desarro lado en Rotterdam, conocido como «terapia de radionucleidos péptido-receptor».<br />
Después de una semana cargada de advertencias legales cada vez más insistentes, Jobs accedió por fin a pedir la baja<br />
médica. Realizó el anuncio el 14 de enero de<br />
2009, en otra carta abierta a los trabajadores de Apple. Al principio le echó las culpas de aque la decisión a la indiscreción<br />
de los blogueros y de la prensa. «Por desgracia, la curiosidad acerca de mi estado de salud sigue siendo una fuente de<br />
distracción, no solo para mí y mi familia, sino para todo el mundo en Apple —afirmó. No obstante, reconoció que el remedio<br />
para su desequilibrio hormonal no era tan senci lo como había asegurado—: <strong>La</strong> semana pasada me enteré de que mis<br />
problemas de salud son más complejos de lo que creí en un principio». Tim Cook volvería a hacerse cargo de las<br />
operaciones diarias, pero Jobs aseguró que continuaría siendo el consejero delegado, seguiría involucrado en la toma de<br />
decisiones importantes y regresaría en junio.<br />
Jobs había estado consultando su decisión con Bi l Campbe l y Art Levinson, que trataban de compatibilizar la doble función<br />
de consejeros personales en materia de<br />
salud con la de principales directores de la compañía. Sin embargo, el resto del consejo de administración no había recibido<br />
tanta información, y la que se había ofrecido a los accionistas en un primer momento era errónea. Aque lo planteaba<br />
algunos problemas legales, y la Comisión de Bolsa y Valores inició una investigación para averiguar si la empresa había<br />
retenido «información capital» para los accionistas. Aque lo supondría una infracción bursátil, un delito grave, si la empresa<br />
había permitido la difusión de información falsa o había ocultado datos ciertos y relevantes de cara a sus perspectivas<br />
económicas. Dado que Jobs y su aura personal se encontraban muy identificadas con el resurgimiento de Apple, el tema de<br />
su salud sí que parecía tener repercusiones. Sin embargo, aque la era una zona legal algo gris, porque también había que<br />
tener en cuenta el derecho a la vida privada del consejero delegado. Este equilibrio resultaba especialmente difícil en el<br />
caso de Jobs, que valoraba mucho su intimidad y se implicaba en su compañía mucho más que la mayoría de los<br />
consejeros delegados. Tampoco él facilitó la tarea. Se exaltaba enormemente, y en ocasiones vociferaba y loraba cuando<br />
clamaba contra cualquiera que sugiriese que debía mostrarse menos hermético.<br />
Para Campbe l, su amistad con Jobs era algo precioso, y no quería verse sometido a ninguna obligación fiduciaria que lo<br />
forzara a violar su intimidad, así que se ofreció a dimitir como director. «El derecho a la intimidad es importantísimo para mí<br />
—afirmó después—. Él ha sido amigo mío durante un mi lón de años». Los abogados decidieron al fin que Campbe l no<br />
necesitaba dimitir de su puesto en el consejo de administración, pero sí que debía apartarse de su cargo como uno de los<br />
principales directores. Lo sustituyó en sus funciones Andrea Jung, procedente de Avon. <strong>La</strong> investigación de la Comisión de<br />
Bolsa y Valores acabó por no legar a ninguna conclusión, y el consejo cerró filas para proteger a Jobs de las lamadas que<br />
le pedían más información. «<strong>La</strong> prensa quería que les diéramos más deta les personales —recordaba Al Gore—. Era<br />
decisión de Steve la de ir más a lá de lo que exige la ley, pero él se mantenía firme en su postura y rechazaba ver invadida<br />
su<br />
intimidad. Debían respetarse sus deseos». Cuando le pregunté a Gore si el consejo tendría que haberse mostrado más<br />
comunicativa a principios de 2009, cuando los problemas de salud de Jobs eran mucho peores de lo que se hizo creer a los<br />
accionistas, contestó: «Contratamos a asesores externos para que revisaran los requisitos planteados por ley y nos<br />
recomendasen las mejores prácticas, y seguimos las normas hasta la última coma. Sé que suena como si me estuviera<br />
poniendo a la defensiva, pero las críticas de aquel momento me enfadaron mucho».<br />
Un miembro del consejo no se mostró de acuerdo. Jerry York, el antiguo director de finanzas de Chrysler e IBM, no hizo<br />
ninguna declaración pública, pero le<br />
confesó en confianza a un periodista del Wall Street Journal que le había «contrariado» enterarse de que la empresa había<br />
ocultado los problemas de salud de Jobs a finales de 2008. «Sinceramente, ojalá hubiera dimitido entonces». Cuando York<br />
fa leció en 2010, el periódico publicó aque los comentarios. York también había hecho algunas declaraciones extraoficiales<br />
a Fortune, que la revista utilizó cuando Jobs pidió su tercera baja médica en 2011.<br />
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