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Diez Negritos De Agatha Christie 5 Diez negritos se fueron a cenar ...

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Hubo un momento de silencio. En todos los rostros <strong>se</strong> leía la sorpresa y el miedo. Se dejó<br />

oír de nuevo la voz clara del juez Wargrave:<br />

—Llegamos ahora a la <strong>se</strong>gunda fa<strong>se</strong> de nuestra relación. Ante todo voy a añadir mis propias<br />

informaciones a las que ya po<strong>se</strong>emos.<br />

Sacó una carta de su bolsillo y la arrojó sobre la mesa.<br />

—Esta carta está escrita como si fue<strong>se</strong> de una de mis viejas amistades. Lady Constance<br />

Culmington, a la que hace dos años que no he visto. Estaba en Oriente. El autor de esta<br />

carta ha empleado el estilo incoherente y fútil de lady Culmington para invitarme a<br />

encontrarla aquí, y me habla de los propietarios de una manera confusa. Fíjen<strong>se</strong> ustedes en<br />

que en todas las cartas <strong>se</strong> encuentra la misma táctica, sobresaliendo un punto del mayor<br />

interés: que, <strong>se</strong>a quien fuere el individuo, nombre o mujer, que nos ha traído a esta casa,<br />

nos conoce o <strong>se</strong> ha molestado en buscar datos sobre cada uno de nosotros. Está al<br />

corriente de mi relación con lady Culmington y su estilo epistolar no le es extraño. Sabe el<br />

alias del amigo de Marston y la cla<strong>se</strong> de telegramas que envía habitualmente. No ignora el<br />

estilo en que hace dos años pasaba sus vacaciones miss Brent y las costumbres de la gente<br />

con quien <strong>se</strong> relacionaba. Y por último po<strong>se</strong>e indicaciones sobre los viejos camaradas del<br />

general MacArthur. <strong>De</strong>spués de una pausa continuó:<br />

—Ustedes vieron cómo nuestro anfitrión conoce muchas cosas nuestras que le han<br />

permitido formular acusaciones concretas.<br />

Esta ob<strong>se</strong>rvación desató muchas protestas.<br />

—Todo eso no es más que un hatajo de calumnias —exclamó el general.<br />

—¡Esto es cínico! —gritaba Vera con la respiración entrecortada.<br />

—¡Es una mentira, una infame mentira! —exclamaba Rogers con voz ronca—. ¡Jamás ni<br />

mi mujer ni yo hemos cometido crimen alguno!<br />

—Me pregunto, ¿adonde quiere llegar e<strong>se</strong> loco? —murmuraba Anthony Marston.<br />

La mano en alto del magistrado calmó a los asistentes. Escogiendo sus palabras, dijo:<br />

—<strong>De</strong><strong>se</strong>o hacer una declaración. Nuestro amigo desconocido me acusa de la muerte de un<br />

tal Edward Seton. Me acuerdo perfectamente de Seton. Estaba acusado del a<strong>se</strong>sinato de<br />

una vieja y compareció ante mí en junio de 1930. Su abogado le defendió hábilmente y él<br />

mismo produjo una buena impresión en el jurado. Pero después de las declaraciones de los<br />

testigos, su crimen no dejaba duda a mis ojos. Pre<strong>se</strong>nté mi requisitoria y el jurado le<br />

condenó. Proponiendo la pena de muerte contra él no hacia más que confirmar el<br />

veredicto. Se recurrió contra la <strong>se</strong>ntencia invocando unas inexactitudes en la interpretación<br />

de los hechos, pero la apelación fue de<strong>se</strong>stimada y el hombre ejecutado. <strong>De</strong>claro ante<br />

ustedes que mi alma y mi conciencia no tienen nada que reprocharme, pues cumplí con mi<br />

deber condenando a muerte a un a<strong>se</strong>sino.<br />

¡Armstrong <strong>se</strong> acordaba del caso Seton! El veredicto sorprendió a todos. El día anterior al<br />

juicio había cenado en un restaurante con el abogado de su cliente. <strong>De</strong>spués las lenguas <strong>se</strong><br />

desataron; el juez Wargrave <strong>se</strong> cebó con el acusado.<br />

Había con<strong>se</strong>guido convencer al jurado y Seton fue reconocido culpable. «Procedimiento<br />

legal.» El viejo magistrado conocía como pocos la ley. Dio la impresión que el juez<br />

satisfacía una venganza personal.<br />

Todos estos recuerdos aparecían de repente en la imaginación del doctor, y sin reflexionar<br />

le preguntó:<br />

—¿Conocía personalmente a Seton? Quiero decir antes del proceso.<br />

Los ojos del juez <strong>se</strong> posaron en el doctor y con voz precisa contestó:<br />

—No, no conocía personalmente a Seton antes del proceso.<br />

<strong>Agatha</strong> <strong>Christie</strong><br />

<strong>Diez</strong> <strong>Negritos</strong><br />

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