Diez Negritos De Agatha Christie 5 Diez negritos se fueron a cenar ...
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andeja para <strong>se</strong>rvir el té todos <strong>se</strong> sobresaltaron.<br />
—¿Quieren que corra las cortinas? Estará esto menos triste.<br />
Ante la respuesta afirmativa el criado corrió las cortinas y encendió la luz.<br />
La habitación iluminó<strong>se</strong> y <strong>se</strong> disiparon las sombras.<br />
Al día siguiente la tempestad <strong>se</strong> apaciguaría y vendría un barco... Un barco surgiría...<br />
Miss Claythorne preguntó:<br />
—¿Quiere usted <strong>se</strong>rvir el té, miss Brent?<br />
La solterona le contestó:<br />
—No, <strong>se</strong> lo ruego; sírvalo usted misma. La tetera es tan pesada... por otra parte he perdido<br />
dos ovillos de lana gris y eso me disgusta.<br />
Vera <strong>se</strong> aproximó a la mesa y <strong>se</strong> oyó el alegre tintineo de la porcelana. Todo parecía volver<br />
a la normalidad.<br />
—¡El té! ¡El té de la tarde! ¡Para los ingle<strong>se</strong>s, qué deliciosa costumbre!<br />
Philip Lombard arriesgó una broma, Blove le respondió en el mismo tono. Armstrong<br />
contó una divertida anécdota, y hasta el mismo juez, que de ordinario rechazaba este<br />
brebaje, paladeábalo con visible placer.<br />
En este ambiente de tranquilidad, Rogers entró con cara descompuesta y farfullando<br />
nerviosamente.<br />
—Perdón, <strong>se</strong>ñores. ¿Alguno de ustedes sabría en dónde está la cortina del cuarto de baño?<br />
Lombard levantó bruscamente la cabeza.<br />
—¿La cortina del cuarto de baño? ¡Qué diantre nos cuenta usted!<br />
—Ha desaparecido, <strong>se</strong>ñor. No está en la ventana. He dado una vuelta por las habitaciones<br />
para echar las cortinas, pero la del cuarto de baño no estaba.<br />
—¿Estaba esta mañana? —preguntó Wargrave.<br />
—¡Oh! Sí, <strong>se</strong>ñor.<br />
—¿Qué cla<strong>se</strong> de cortina era?<br />
—Era de hule rojo, impermeable y hacía juego con los ladrillos.<br />
—¿Y ha desaparecido? —preguntó Lombard.<br />
—Sí, <strong>se</strong>ñor, ha desaparecido.<br />
Se miraron unos a otros; Blove dijo lentamente:<br />
—¿<strong>De</strong>spués de todo qué importa? Esta desaparición es in<strong>se</strong>nsata... como todo lo que está<br />
ocurriendo, pero no hay por qué alarmar<strong>se</strong>, pues no <strong>se</strong> puede a<strong>se</strong>sinar a nadie con una<br />
cortina de hule. Pen<strong>se</strong>mos en otra cosa.<br />
—Bien, <strong>se</strong>ñor, gracias —dijo Rogers.<br />
El criado salió de la habitación y cerró la puerta tras sí.<br />
<strong>De</strong> nuevo el miedo <strong>se</strong> instaló en el salón y una vez más los invitados <strong>se</strong> ob<strong>se</strong>rvaron con<br />
ansia disimulada.<br />
Llegó la hora de la cena. La cena, compuesta principalmente de con<strong>se</strong>rvas, transcurrió a<br />
toda prisa y Rogers <strong>se</strong> apresuró a levantar los manteles.<br />
En el salón reinaba una tensión insoportable.<br />
A las nueve Emily Brent <strong>se</strong> levantó.<br />
—Subo a acostarme —anunció.<br />
—Yo también —dijo Vera.<br />
Las dos mujeres subieron acompañadas de Lombard y Blove. En el pasillo los dos hombres<br />
vieron cómo Vera y miss Brent entraban en sus respectivos apo<strong>se</strong>ntos y oyeron el ruido de<br />
los cerrojos y de las llaves desde el interior.<br />
—¡No es necesario recomendarles que <strong>se</strong> cierren con llave! —exclamó Blove—. Ya lo<br />
hacen.<br />
—En todo caso están en <strong>se</strong>guridad por esta noche —añadió Lombard cuando bajaban.<br />
<strong>Agatha</strong> <strong>Christie</strong><br />
<strong>Diez</strong> <strong>Negritos</strong><br />
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