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Diez Negritos De Agatha Christie 5 Diez negritos se fueron a cenar ...

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dirigió hacia la puerta abierta del comedor y ob<strong>se</strong>rvó:<br />

—¡Ah, la mesa está ya preparada para el desayuno!<br />

—Rogers ha debido de prepararla anoche —repuso Lombard.<br />

Entraron en el comedor y vieron los platos puestos, los cubiertos de plata en su sitio, la<br />

hilera de tazas y platitos sobre la mesa y las rodajas de fieltro esperando la cafetera y la<br />

leche calientes.<br />

Vera fue la primera que lo advirtió. Cogió al anciano juez por el brazo y la violencia de su<br />

gesto hizo que éste <strong>se</strong> sobresalta<strong>se</strong>.<br />

—¡Los <strong>negritos</strong>! ¡Mírelos! No había más que <strong>se</strong>is figuritas en el centro de la mesa.<br />

Se le encontró más tarde en la leñera, al otro lado de la casa. Había estado partiendo leña<br />

para hacer fuego y tenía aún en la mano la pequeña hacha, mientras que otra, más grande y<br />

fuerte, estaba apoyada en la puerta, llena de sangre fresca, explicando demasiado la herida<br />

profunda que tenía Rogers en su cráneo.<br />

—Ha sido muy fácil —dijo el doctor—. El a<strong>se</strong>sino <strong>se</strong> ha deslizado por detrás, levantó la<br />

pesada hacha y la dejó caer en la cabeza de Rogers en el momento en que éste <strong>se</strong> inclinaba.<br />

—¿Para a<strong>se</strong>star tal golpe, el a<strong>se</strong>sino debía de <strong>se</strong>r muy fuerte? —preguntó Wargrave al<br />

doctor, que respondió:<br />

—Una mujer hubie<strong>se</strong> sido capaz.<br />

Armstrong miró a su alrededor, y no viendo a Vera ni a miss Brent, que <strong>se</strong> habían<br />

marchado a la cocina, continuó:<br />

—La joven, aún más, pues es una atleta. En cuanto a miss Brent, parece muy débil, pero<br />

esta cla<strong>se</strong> de mujeres po<strong>se</strong>en de ordinario una gran fuerza nerviosa. Recuerden que una<br />

persona atacada de locura puede desarrollar una energía increíble.<br />

Pensativamente el juez asintió con la cabeza.<br />

Blove <strong>se</strong> levantó suspirando:<br />

—Ni la menor huella digital. El a<strong>se</strong>sino tuvo la precaución de limpiar el mango después de<br />

cometer su crimen.<br />

Una risa histérica <strong>se</strong> oyó. Todos <strong>se</strong> volvieron. Vera estaba en medio del patio. Sacudida por<br />

un acceso de hilaridad gritaba:<br />

—¿Crían abejas en esta isla? Dígame dónde <strong>se</strong> busca la miel. ¡Ah! ¡Ah!<br />

La miraban sin comprender nada. Dijéra<strong>se</strong> que esta joven tan inteligente <strong>se</strong> volvía loca.<br />

Siguió gritando:<br />

—¿Por qué me miran así? ¿Me creen loca? Pues mi pregunta no tiene nada de extravagante.<br />

¡Hay abejas, colmenas, abejas! ¿No lo comprenden ustedes? ¿No han leído la canción de<br />

cuna? ¡Está en sus dormitorios para que la aprendan! Si hubiéramos reflexionado un<br />

momento, hubiéramos ido en <strong>se</strong>guida a la leñera, donde Rogers cortaba leña, pues Siete<br />

<strong>negritos</strong> cortaban leña con un hacha... ¿Y cuál es la estrofa siguiente? Seis <strong>negritos</strong> jugaban con una<br />

colmena... He ahí por qué pregunto si <strong>se</strong> crían abejas en esta isla. ¡Dios mío, qué raro...! ¡Qué<br />

extraño!<br />

<strong>De</strong> nuevo estalló su risa de loca; el doctor <strong>se</strong> adelantó y le dio un cachete en la cara.<br />

Hipando y jadeando tragó saliva. Al cabo de un instante continuó:<br />

—Gracias, doctor... ahora me encuentro mejor.<br />

Su voz volvía a <strong>se</strong>r calmosa y recobró su actitud ponderada de profesora de cultura física.<br />

Dio media vuelta y <strong>se</strong> dirigió hacia la cocina, diciendo:<br />

—Miss Brent y yo prepararemos el desayuno. ¿Podrían traernos algunos trozos de leña<br />

para encender la lumbre?<br />

Los dedos del doctor habían dejado unas huellas sonrosadas en la mejilla de Vera.<br />

Cuando desapareció, Blove dijo al doctor.<br />

—¡Tiene usted la mano pesada!<br />

—Era necesario, ya tenemos bastantes horrores para venirnos con crisis nerviosas —<br />

prorrumpió a manera de excusa.<br />

<strong>Agatha</strong> <strong>Christie</strong><br />

<strong>Diez</strong> <strong>Negritos</strong><br />

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