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Diez Negritos De Agatha Christie 5 Diez negritos se fueron a cenar ...

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—Vamos —susurró Blove.<br />

Abrió la puerta de golpe y entró precipitadamente <strong>se</strong>guido de los otros dos.<br />

Los tres <strong>se</strong> pararon a la vez.<br />

¡Rogers <strong>se</strong> encontraba ante ellos con los brazos cargados de ropas!<br />

Blove fue el primero que recobró la <strong>se</strong>renidad y dijo:<br />

—Perdone, Rogers, pero hemos oído ruido en este cuarto y hemos creído que...<br />

Rogers le interrumpió:<br />

—Les ruego que me perdonen, <strong>se</strong>ñores. Estaba recogiendo mis cosas; he pensado que<br />

ustedes no tendrían inconveniente en que duerma en una de las habitaciones que hay libres<br />

en el piso de abajo, en la más pequeña.<br />

Se dirigía al doctor Armstrong, que respondió:<br />

—Eso es natural... Instále<strong>se</strong> en la habitación, Rogers.<br />

Rogers evitó mirar el cuerpo que estaba sobre la cama tapado con una sábana.<br />

—Gracias, <strong>se</strong>ñor.<br />

El criado salió de la estancia, llevándo<strong>se</strong> sus ropas, y bajó al primer piso.<br />

El doctor Armstrong <strong>se</strong> dirigió hacia la cama, levantó la sábana y examinó el <strong>se</strong>mblante<br />

apacible de la muerta.<br />

El miedo había desaparecido para dar lugar a la tranquilidad de la nada.<br />

—¡Qué lástima que no tenga mis instrumentos aquí! Me hubie<strong>se</strong> gustado saber de qué<br />

veneno <strong>se</strong> trataba. Señores, terminemos pronto, pues tengo la impresión de que no<br />

encontraremos nada aquí.<br />

Blove <strong>se</strong> agitaba como un diablo procurando abrir una especie de nicho en el desván.<br />

—Este buen hombre <strong>se</strong> desliza como una sombra; hace sólo un par de minutos que estaba<br />

en la terraza y nadie de entre nosotros le ha visto subir las escaleras —hizo ob<strong>se</strong>rvar Blove.<br />

—Es por lo que sin duda hemos creído que había alguien extraño en esta habitación —<br />

respondió Lombard.<br />

Blove desapareció por una oscura puertecita en el desván.<br />

Lombard sacó su linterna de bolsillo y le siguió.<br />

Cinco minutos después los tres volvían, llenos de polvo y telarañas. Una profunda<br />

decepción <strong>se</strong> leía en sus <strong>se</strong>mblantes.<br />

¡No había más que ocho personas en toda la isla!<br />

<strong>Agatha</strong> <strong>Christie</strong><br />

<strong>Diez</strong> <strong>Negritos</strong><br />

50

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