Diez Negritos De Agatha Christie 5 Diez negritos se fueron a cenar ...
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—Sufría de reumatismo.<br />
—¿La vio últimamente algún médico?<br />
—¿Un médico? Hace muchos años que no nos ha visto un médico ni a mi mujer ni a mí.<br />
—Entonces, no tiene usted ningún motivo para suponer que tenía alguna enfermedad del<br />
corazón.<br />
—No sé, doctor; no sabía nada.<br />
—¿Ella dormía bien?<br />
Los ojos del criado evitaron la mirada penetrante del doctor. Se retorcía las manos y<br />
murmuró.<br />
—En realidad no dormía bien... No...<br />
—¿Tomaba alguna poción para dormir?<br />
Rogers pareció sorprendido.<br />
—¿Medicina para dormir? Que yo <strong>se</strong>pa, no; estoy casi <strong>se</strong>guro.<br />
Armstrong volvió al tocador, donde había muchos frascos, loción capilar, colonia, glicerina,<br />
pasta para los dientes...<br />
Rogers abría los cajones de la mesa y de la cómoda, pero en ningún lado había trazos de<br />
narcóticos líquidos o en comprimidos.<br />
Rogers recalcó:<br />
—Ayer noche ella tomó lo que usted le había dado.<br />
A las nueve, cuando el gong anunció el desayuno, todos los invitados estaban ya dispuestos<br />
en espera de esta llamada.<br />
El general y Wargrave <strong>se</strong> pa<strong>se</strong>aban por la terraza y sostenían una discusión sobre asuntos<br />
políticos.<br />
Vera y Lombard habían trepado a lo alto de la isla.<br />
Por detrás de la casa sorprendieron a Blove mirando a la costa.<br />
—Ningún barco a la vista; desde hace un largo rato espío la llegada de esa famosa canoa.<br />
Con el <strong>se</strong>mblante sombrío, Vera hizo esta ob<strong>se</strong>rvación:<br />
—Se pegan las sábanas, en <strong>De</strong>von, y el día comienza muy tarde.<br />
Lombard contemplaba el mar y dijo bruscamente:<br />
—¿Qué piensa del tiempo?<br />
—Lo hará bueno —respondió Blove elevando la vista hacia el cielo. Lombard silbó y<br />
añadió:<br />
—Antes de que llegue la noche tendremos viento.<br />
—¿Tempestad? —preguntó Blove.<br />
<strong>De</strong>sde abajo les llegó el sonido del gong.<br />
—Vamos a desayunar, que tengo un hambre de lobo —dijo Lombard.<br />
Bajando la cuesta, Blove comentó con voz inquieta:<br />
—No vuelvo de mi sorpresa... ¿Qué razón tenía e<strong>se</strong> joven Marston para suicidar<strong>se</strong>? Esta<br />
idea me ha atormentado toda la noche.<br />
Vera iba delante de ellos; Lombard <strong>se</strong> detuvo para contestarle:<br />
—¿Concibe otra hipótesis que la del suicidio?<br />
—Me harán falta pruebas, un móvil lo primero. <strong>De</strong>bía de <strong>se</strong>r muy rico e<strong>se</strong> joven.<br />
Saliendo por la puerta del salón vino a su encuentro Emily Brent.<br />
—¿Llegó la canoa? —preguntó a Vera.<br />
—Todavía no —respondió Vera.<br />
Entraron en el comedor. Sobre la mesa había una inmensa fuente con jamón y huevos, té y<br />
café.<br />
Rogers, que les había abierto la puerta, la cerró tras ellos.<br />
—Este hombre tiene cara de estar enfermo —ob<strong>se</strong>rvó miss Brent.<br />
<strong>Agatha</strong> <strong>Christie</strong><br />
<strong>Diez</strong> <strong>Negritos</strong><br />
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