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Abrir - El club de los que deciden vivir

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Descubrimos con pavorosa conmoción <strong>que</strong> esos seres no hacen<br />

todo lo <strong>que</strong> <strong>que</strong>remos. Tiembla nuestro mundo hasta entonces<br />

confortable y seguro, y hasta tambalea nuestra convicción <strong>de</strong><br />

<strong>que</strong> nos quieren.<br />

Este drama pue<strong>de</strong> resolverse bien o mal. Claro <strong>que</strong> es muy<br />

poco lo <strong>que</strong> a esa altura po<strong>de</strong>mos hacer para nuestra formación.<br />

Todo está, por el momento, en manos <strong>de</strong> nuestros padres.<br />

Si se resuelve no <strong>de</strong>masiado mal, y proseguimos con las etapas<br />

<strong>que</strong> generalmente sobrevienen a todos, llegará el día, también<br />

conmocionante, <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir <strong>que</strong> nuestros padres no son<br />

todopo<strong>de</strong>rosos: no pue<strong>de</strong>n conseguir <strong>que</strong> todos <strong>los</strong> sucesos <strong>de</strong>l<br />

mundo (a esa altura habremos aprendido <strong>que</strong> existe “el mundo”)<br />

obe<strong>de</strong>zcan a su voluntad.<br />

Por entonces ya estará en plena marcha nuestro aprendizaje,<br />

<strong>que</strong> gradualmente irá pasando <strong>de</strong> la responsabilidad <strong>de</strong> nuestros<br />

padres a la nuestra.<br />

<strong>El</strong> gran <strong>de</strong>safío, para algunos el gran drama, es precisamente<br />

eso: en algún momento todo <strong>de</strong>be pasar <strong>de</strong> la responsabilidad<br />

<strong>de</strong> nuestros padres a la nuestra. En algún momento<br />

necesitamos empezar a <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> nosotros mismos.<br />

<strong>El</strong> hecho <strong>de</strong> <strong>que</strong> lo necesitemos no quiere <strong>de</strong>cir <strong>que</strong> siempre<br />

lo hagamos. De ahí la posibilidad <strong>de</strong> <strong>que</strong>, por culpa <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

padres o por la propia, unos seres se superen y otros se perviertan.<br />

Son inconcebiblemente variadas las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cada<br />

vida; pero lo <strong>de</strong>stacable en este caso es <strong>que</strong> prácticamente en<br />

todas <strong>que</strong>dó una impronta, más parecida a una sensación <strong>que</strong> a<br />

un conocimiento: hay en torno a nosotros volunta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las <strong>que</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />

nuestro bien y nuestro mal.<br />

Esta impronta no sólo es po<strong>de</strong>rosa por ser la primera en<br />

instalarse en nosotros, sino por estar impregnada con nuestros<br />

sentimientos más profundos.<br />

Aquí viene el centro <strong>de</strong>l problema, el gran <strong>de</strong>safío <strong>que</strong> se<br />

nos presenta cuando, ya por nuestra propia cuenta, <strong>de</strong>bemos<br />

relacionarnos con el mundo: po<strong>de</strong>mos darnos cuenta <strong>de</strong> <strong>que</strong><br />

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