Abrir - El club de los que deciden vivir
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tiene más causas morales <strong>que</strong> materiales. Creemos <strong>que</strong> nos sentiríamos<br />
mal por el sólo hecho <strong>de</strong> <strong>de</strong>sistir.<br />
Ante esto correspon<strong>de</strong> aclararnos nuestra propia i<strong>de</strong>a: no<br />
<strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> trabajar; <strong>de</strong>bemos, necesitamos, nos conviene,<br />
<strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> medir y contar.<br />
<strong>El</strong> error no está en ascen<strong>de</strong>r, sino en creer <strong>que</strong> hay una<br />
cumbre.<br />
Si cada vez <strong>que</strong> nos sentimos mal nos observamos, generalmente<br />
<strong>de</strong>scubriremos <strong>que</strong> estamos en la citada situación <strong>de</strong><br />
colgar <strong>de</strong> una soga y preten<strong>de</strong>r llegar al punto enlazado.<br />
La solución será convencernos <strong>de</strong> <strong>que</strong> ese punto no es<br />
más importante <strong>que</strong> cualquier otro, y <strong>de</strong> <strong>que</strong> no hay soga. Sólo<br />
hay un andar sin tormentos, <strong>que</strong> nos mejorará la vida interior<br />
sin por ello per<strong>de</strong>r nada <strong>de</strong>l mundo externo. Y si alguna vez<br />
per<strong>de</strong>mos algo, eso no nos generará gran<strong>de</strong>s sufrimientos siempre<br />
y cuando no lo hayamos enlazado previamente con la soga <strong>de</strong> nuestra<br />
opinión.<br />
Si proseguimos con la actitud <strong>de</strong> no pensar <strong>de</strong> más, veremos<br />
<strong>que</strong> hay una enorme diferencia entre per<strong>de</strong>r una cosa y no<br />
alcanzarla.<br />
Es imposible per<strong>de</strong>r lo <strong>que</strong> no se tiene.<br />
Entonces, si intentamos alcanzar algo <strong>que</strong> nunca tuvimos,<br />
<strong>de</strong>bemos preguntarnos hasta qué punto ese algo justifica el<br />
esfuerzo <strong>de</strong> perseguirlo. Y si <strong>de</strong>cidimos procurarlo por<strong>que</strong> vale<br />
la pena, aceptemos el grado <strong>de</strong> disgusto por no tenerlo sin pensar<br />
<strong>que</strong> esa situación constituye un mal, sin pensar <strong>que</strong> lo necesitamos<br />
sino <strong>que</strong> lo <strong>de</strong>seamos, sin creer <strong>que</strong> es necesario alcanzarlo<br />
en tal o cual momento, y, en caso <strong>de</strong> no acce<strong>de</strong>r a él, no<br />
pensar <strong>que</strong> lo perdimos, por<strong>que</strong> en realidad nunca lo tuvimos,<br />
sin <strong>que</strong> por ello nuestra vida fuera mala, y <strong>que</strong> hubo y habrá<br />
otros objetos no alcanzados.<br />
Sería pensar <strong>de</strong> más <strong>de</strong>cirnos <strong>que</strong> nuestra vida empeoró a<br />
causa <strong>de</strong> un objeto <strong>que</strong> jamás tuvimos.<br />
Si soñamos con llegar a una cumbre para allí <strong>de</strong>scansar, y<br />
luego <strong>de</strong>scubrimos <strong>que</strong> no hay cumbre, nos <strong>que</strong>dan dos opciones:<br />
1) no <strong>de</strong>scansar jamás, hasta el momento en <strong>que</strong> estallen<br />
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