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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

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plenamente rechazado, como ya hemos visto, por la Academia de San Fernando;<br />

nuevamente en defensa del buril, puesto que este seguía considerándose como el<br />

procedimiento plenamente capacitado para grabar figuras así como paisajes.<br />

En 1820 este Plan de estudios continúa haciendo hincapié en el buril, y sólo se plantean el<br />

aguafuerte y la punta seca como técnicas auxiliares (planteamientos avalados ya de antiguo<br />

por Carmona, Ametller, después Esteve y posteriormente Domingo Martínez Aparici), por<br />

lo que se continuará a lo largo del siglo con las enseñanzas del grabado que los ilustrados<br />

habían planteado.<br />

La situación empeoró con el nivel alcanzado por la técnica litográfica y más concretamente,<br />

con la apertura del Real Establecimiento Litográfico de Madrid, que incluso se dedicó a<br />

reproducir las obras de pintura de los reales Museos, "campo" al que siempre había estado<br />

dirigido el grabado de la talla dulce.<br />

A esta situación se viene a sumar otro de los factores que influyeron en la decadencia del<br />

grabado calcográfico en estos años: la carencia de materiales de calidad (cobres, buriles,<br />

papel...) en nuestro país, por lo que al tenerlos que importar de Francia o Inglaterra,<br />

encarecían muchísimo el producto. Y aun cuando se había prohibido la importación de<br />

láminas de cobre ya grabadas del extranjero, para proteger nuestro grabado, el hecho fue<br />

que se llegó a la situación de editar en Francia y posteriormente importar las estampas. A<br />

finales de los años treinta, el grabador de cámara Rafael Esteve denuncia la situación de la<br />

estampa calcográfica: "entre el grabado en madera y la litografía basta para este país".<br />

Para el historiador Antonio Gallego, el grabado calcográfico en general "quedó al margen<br />

de los movimientos estilísticos del siglo XIX y vivió rememorando la corta época de<br />

esplendor de finales del XVIII" 217 . Sin embargo, esta paulatina decadencia, el grabado<br />

calcográfico sigue teniendo el apoyo oficial de la Academia de San Fernando, conservando<br />

en sus aulas a sucesivos directores de grabado a lo largo del siglo XIX: Manuel Salvador<br />

Carmona (1820), Blas Ametller (1821 hasta 1842), Rafael Esteve (1842), Vicente Peleguer<br />

(1842), Alejandro Blanco (1848); de nuevo Peleguer (hasta 1865) y Domingo Martínez<br />

Aparici, alumno brillantísimo de Esteve que consigue en diciembre de 1855 la nueva<br />

cátedra de grabado en acero y que sería el maestro de casi todos los grabadores<br />

calcográficos hasta el fin de siglo. Estos serán, entre otros, los protagonistas de la<br />

producción de estampas durante la Guerra de la Independencia; período bélico que, en el<br />

campo de la estampa, vino a bajar la producción y el mercado de la misma.<br />

Una primera generación de grabadores la componen los citados Manuel Salvador Carmona<br />

(Nava del Rey 1734-Madrid 1820); Rafael Esteve Vilella (1778-1847); Blas Ametller<br />

(1768-1841); Manuel Alegre (Madrid 1768-1815); José Gómez de Navia (San Ildefonso,<br />

Segovia 1758- ?) y otros más, artistas de renombre que viven a caballo entre los siglos<br />

XVIII y XIX, cuyas firmas aparecen en algunos grabados de la colección de estampas del<br />

Museo Romántico de Madrid. Nombres que pertenecen a la filosofía y estética de la<br />

Ilustración y que, bajo el proteccionismo oficial de la Academia de San Fernando, nos<br />

dejaron para la posteridad y la historia del grabado unas excelentes obras para el "orgullo<br />

217 GALLEGO, 1979, p. 379.<br />

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