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-¡Tierra rasa, Watson! Campos, bosques. ¡La estación <strong>de</strong> ferrocarril más próxima está a<br />
cinco kilómetros <strong>de</strong> Groxton Low Hall! -Lanzó una especie <strong>de</strong> gemido-. ¡Señorita<br />
Forsythe, señorita Forsythe, tiene usted mucho <strong>de</strong> qué respon<strong>de</strong>r!<br />
-¿Yo? ¿Que yo tengo mucho que respon<strong>de</strong>r...? ¿Pue<strong>de</strong> usted creerme, señor, si le digo<br />
que un misterio tan prolongado no ha hecho otra cosa sino casi enloquecerme? Ni<br />
Charles ni lady Mayo me dicen nada.<br />
-¿Como explicación?<br />
-¡Precisamente! -Hizo un gesto con su cabeza, en dirección al criado-. Charles ha<br />
enviado a Londres a Trepley con una carta, para ser entregada en mano, y ni siquiera se<br />
me ha permitido conocer su contenido.<br />
-Lo siento, señorita -dijo entonces el hombrecillo, algo ariscamente, pero no sin<br />
<strong>de</strong>ferencia-. Son ór<strong>de</strong>nes.<br />
Por vez primera observé que Trepley, que iba uniformado más bien <strong>de</strong> cochero que<br />
<strong>de</strong> criado, oprimía un sobre entre sus manos <strong>de</strong> una manera que parecía que temiera que<br />
se lo arrebataran. Sus claros ojos, enmarcados por sus espesas patillas, giraban en sus<br />
órbitas, observando la estancia. <strong>Sherlock</strong> <strong>Holmes</strong> avanzó hacia él.<br />
-Buen hombre -dijo-. Haga el favor <strong>de</strong> enseñarme ese sobre.<br />
A menudo he constatado que una persona estúpida es la más lealmente terca. Los ojos<br />
<strong>de</strong> Trepley eran casi los <strong>de</strong> un fanático.<br />
-Le pido perdón, señor; pero no pienso hacer lo que me dice. Por el contrario, haré lo<br />
que me han or<strong>de</strong>nado, suceda lo que suceda.<br />
-Le digo, buen hombre, que no es el momento <strong>de</strong> vacilar. No <strong>de</strong>seo leer la carta, sino,<br />
simplemente, ver la dirección estampada en la parte anterior <strong>de</strong>l sobre y el membrete <strong>de</strong><br />
la parte posterior. ¡Vamos, <strong>de</strong>prisa! ¡Ello pue<strong>de</strong> suponer la vida <strong>de</strong> su amo!<br />
Trepley vaciló y se pasó la lengua por los labios. Sosteniendo cautelosamente el sobre<br />
por un bor<strong>de</strong>, se lo mostró sin soltarlo. <strong>Holmes</strong> lanzó un silbido.<br />
-¡Hola! -exclamó-. Está dirigida nada menos que a Sir Charles Warren, el Comisario<br />
General <strong>de</strong> la Policía Metropolitana. ¿Y el membrete? ¡Ah! Justamente lo que me<br />
suponía... ¿Tiene usted que entregar esta carta en seguida?<br />
-Sí, señor <strong>Holmes</strong>.<br />
-Bien, pues vayase aprisa. Pero no tome el coche, pues lo necesitamos nosotros.<br />
No volvió a hablar hasta que los pasos <strong>de</strong> Trepley se perdieron al final <strong>de</strong> las<br />
escaleras. Su anterior febrilidad se manifestó <strong>de</strong> nuevo en él, diciendo:<br />
-Y ahora, Watson, eche un vistazo a los horarios <strong>de</strong> trenes en la guía Bradshaw. ¿Va<br />
usted armado?<br />
-Mi bastón.<br />
-Temo que por una vez no sea suficiente. -Abrió el cajón izquierdo <strong>de</strong> su escritorio-. Por<br />
favor, metase esto en el bolsillo <strong>de</strong> su sobretodo. Es un Webley calibre 320 con<br />
cartuchos Eley's <strong>de</strong>l 2...<br />
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