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Las hazañas de Sherlock Holmes

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-¡Excelente, Watson! Sólo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> estar con Lestra<strong>de</strong> puedo apreciar la valía <strong>de</strong><br />

usted. Excelente en verdad.<br />

-¿He dado con la solución?<br />

-Temo que no sea completamente exacta. También dijo la señora Cabpleasure, como<br />

usted recordará, que su marido era <strong>de</strong> mediana estatura y que parecía un alfeñique, con<br />

lo cual quería <strong>de</strong>cir que era <strong>de</strong>lgado o enjuto, cosa que he podido comprobar hoy con<br />

varias fotografías suyas en la sala <strong>de</strong> la “Villa Felicidad”. No pue<strong>de</strong>, pues, haber<br />

simulado la estatura o la corpulencia <strong>de</strong> toro <strong>de</strong> un policía metropolitano.<br />

-¡Pero mi explicación es la única posible que queda!<br />

-No lo creo. Existe sólo una persona que reúne esos requisitos <strong>de</strong> estatura y aspecto, y<br />

esa persona es...<br />

La campanilla sonó en el piso inferior.<br />

-¡Escuche! -dijo <strong>Holmes</strong>-. Ya está aquí el visitante, la pisada sobre el peldaño <strong>de</strong> la<br />

escalera, la pincelada teatral que no puedo resistir. ¿Quién abrirá esa puerta, Watson?<br />

¿Quién abrirá esa puerta?<br />

La puerta se abrió. Vestido en traje <strong>de</strong> etiqueta, con capa y sombrero <strong>de</strong> copa, nuestro<br />

visitante permanecía en el dintel. Me quedé mirando incrédulamente a un rostro largo y<br />

rasurado que me era familiar.<br />

-Buenas noches, señor Alf Peters -dijo <strong>Holmes</strong>-. ¿O <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cir señor James<br />

Cabpleasure?<br />

De pronto, lo comprendí todo y la sorpresa casi me hizo tambalearme.<br />

-Debo felicitarle -continuó <strong>Holmes</strong> con seriedad-. Su personificación <strong>de</strong>l lechero<br />

perseguido fue admirable. Recuerdo un caso similar en Riga, en 1876, y hubo otro <strong>de</strong><br />

características similares <strong>de</strong> un tal señor James Windibank en el 88; pero ciertos rasgos y<br />

matices son únicos en el <strong>de</strong> usted. El <strong>de</strong>spojarse <strong>de</strong> un poblado bigote para cambiar el<br />

aspecto <strong>de</strong> un hombre, especialmente para rejuvenecerlo, es un tema al cual quizá<br />

<strong>de</strong>dique una monografía. En vez <strong>de</strong> ponerse un bigote como disfraz, usted se quitó el<br />

suyo.<br />

Cuando nuestro visitante vestía traje <strong>de</strong> noche su rostro aparecía expresivo y<br />

sumamente inteligente, con móviles ojos pardos, las comisuras <strong>de</strong> cuyos párpados se<br />

plegaban ligeramente como en una sonrisa esbozada. Pero muy lejos <strong>de</strong> sonreír, se<br />

encontraba sumamente <strong>de</strong>sazonado.<br />

-Gracias -dijo con voz agradable y bien modulada-. Me hizo usted pasar un rato muy<br />

amargo, señor <strong>Holmes</strong>, cuando subía al pescante <strong>de</strong>l carro <strong>de</strong> la leche ante mi propia<br />

casa y me percaté <strong>de</strong> que, súbitamente, lo había usted visto todo claro. ¿Por qué se<br />

contuvo para no <strong>de</strong>senmascararme en aquel preciso momento?<br />

-Deseaba primero oír lo que tenía usted que <strong>de</strong>cir, sin la presencia <strong>de</strong> Lestra<strong>de</strong>.<br />

James Cabpleasure se mordió el labio.<br />

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