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-Quizá sería lo mismo, Sir Reginald, que <strong>de</strong>jara la explicación a mi cargo -interrumpió a<br />
su vez <strong>Holmes</strong>, con tranquilidad, mientras sus <strong>de</strong>dos largos y <strong>de</strong>lgados acariciaban la<br />
cincelada superficie <strong>de</strong> la copa-. La cuchilla no pue<strong>de</strong> herir a menos que la copa esté<br />
sobre los labios y las manos ejerzan toda su presión en ambas asas. Éstas actúan<br />
entonces como gatillos sobre el mecanismo <strong>de</strong> resorte al que está sujeta la cuchilla.<br />
Pue<strong>de</strong>n uste<strong>de</strong>s ver la diminuta ranura situada bajo el círculo <strong>de</strong> esmeraldas la cual<br />
queda hábilmente disimulada en el cincelado.<br />
En la cara <strong>de</strong> Gregson se retrató el asombro al mirar el antiguo recipiente.<br />
-Eso quiere <strong>de</strong>cir -observó con aire sombrío- que quien beba <strong>de</strong> la “Suerte <strong>de</strong><br />
Lavington” es hombre muerto.<br />
-De ninguna manera. He <strong>de</strong> llamar su atención sobre las miniaturas <strong>de</strong> lechuza que hay<br />
en el extremo superior <strong>de</strong> las asas. Si se fija usted bien, verá que la <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha gira<br />
sobre su pivote. Creo que funciona <strong>de</strong> la misma manera que el seguro <strong>de</strong> un rifle.<br />
Desgraciadamente, estos antiguos mecanismos suelen estropearse con el paso <strong>de</strong> los<br />
siglos.<br />
Gregson lanzó un silbido.<br />
-¡Fue un acci<strong>de</strong>nte, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego! -corroboró-. La referencia que hizo usted, Sir Reginald,<br />
<strong>de</strong> que había sido la mala suerte ha <strong>de</strong>mostrado ser un afortunado blanco en la<br />
oscuridad. Lo sospeché <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento. Pero, ¡aguar<strong>de</strong>n! ¿Cómo es que no<br />
reparamos en la cuchilla al ver la copa por primera vez?<br />
-Supongamos, Gregson -dijo <strong>Holmes</strong>-, que hay una especie <strong>de</strong> muelle <strong>de</strong> retroceso.<br />
-Pero <strong>Holmes</strong>, sin duda -intervine- no pue<strong>de</strong> haber tal...<br />
-Como estaba usted a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, Watson, en los archivos <strong>de</strong>l registro <strong>de</strong> Maidstone<br />
no figuraba la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> la copa tal como esperaba encontrar. Sin embargo, me<br />
proporcionaron el interesante documento que le leí.<br />
-Bien, bien, señor <strong>Holmes</strong>, más tar<strong>de</strong> podrá usted facilitarnos los <strong>de</strong>talles históricos- dijo<br />
Gregson, volviéndose hacia el baronet-. En lo que a este asunto concierne, Sir Reginald,<br />
pue<strong>de</strong> usted consi<strong>de</strong>rarse afortunado <strong>de</strong> que hayan intervenido algunos hombres sagaces.<br />
Su posesión <strong>de</strong> esta peligrosa reliquia podría haber provocado un grave error <strong>de</strong> la<br />
justicia. Por lo tanto, tiene que <strong>de</strong>smontar el mecanismo, o bien, <strong>de</strong>positar la copa en<br />
Scotland Yard.<br />
Sir Reginald Lavington, que se había estado mordiendo los labios como para dominar<br />
alguna profunda emoción, miró alternativamente a <strong>Holmes</strong> y a Gregson.<br />
-De muy buen grado -dijo por fin-. Pero la “Suerte <strong>de</strong> Lavington” ha pertenecido a<br />
nuestra familia por espacio <strong>de</strong> más <strong>de</strong> cuatrocientos años. Si ha <strong>de</strong> traspasar el umbral <strong>de</strong><br />
esta puerta, prefiero que la tenga el señor <strong>Sherlock</strong> <strong>Holmes</strong>.<br />
Los ojos <strong>de</strong> mi amigo se posaron a su vez sobre los <strong>de</strong>l baronet.<br />
-La acepto como recuerdo <strong>de</strong> un hombre sumamente cortés e intrépido -dijo con aire<br />
grave.<br />
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