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Las hazañas de Sherlock Holmes

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-Después -dijo <strong>Holmes</strong>-, no fue difícil seguir su pista a través <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> la<br />

Leche Pura o enviarle el telegrama cuidadosamente formulado que le ha traído aquí.<br />

Una fotografía <strong>de</strong> James Cabpleasure con el bigote eliminado y enseñada a su patrón,<br />

reveló el hecho <strong>de</strong> que era el mismo hombre, o sea Alf Peters, que hace seis meses<br />

consiguió un empleo en la citada Compañía lechera, y obtuvo un permiso <strong>de</strong> dos días<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el martes al jueves.<br />

“Ayer, en esta misma habitación, su esposa nos informó que el martes “regresó” usted<br />

<strong>de</strong> una inaudita ausencia <strong>de</strong> seis meses en Amsterdam y París. Era muy sugerente<br />

relacionándolo con su curiosa conducta con respecto al paraguas (al cual no valoró al<br />

comprarlo sino sólo cuando <strong>de</strong>cidió su plan) y a su increíble aserción <strong>de</strong> que el paraguas<br />

sería su muerte, supuse al instante una impostura <strong>de</strong>stinada a engañar a su esposa.<br />

-¡Señor, permítame que le diga...!<br />

-Un momento. Con el bigote afeitado durante seis meses condujo usted su carro <strong>de</strong> leche<br />

y no dudo que se divertiría con su curiosa ocupación. El martes “regresó” usted como<br />

James Cabpleasure. Pu<strong>de</strong> comprobar que los señores Clarkfather, los peluqueros, le<br />

habían suministrado un hermoso bigote <strong>de</strong> pelo natural, en sustitución <strong>de</strong>l sacrificado.<br />

Dada la oscuridad <strong>de</strong> los días invernales, y la luz <strong>de</strong>l gas, el efecto real <strong>de</strong>bía ser<br />

indudable para su esposa, máxime teniendo en cuenta que se toma muy poco interés por<br />

usted y sabemos que ocupan dormitorios separados.<br />

“Con toda premeditación, actuó usted <strong>de</strong> una manera sospechosa en extremo. El martes<br />

por la noche montó aquella escena siniestra <strong>de</strong> la ventana, con un inexistente<br />

“compinche”, esperando inducir a su esposa a tomar aquellas enérgicas medidas que<br />

usted estaba seguro que ella iba a adoptar.<br />

“El miércoles por la noche, la visita <strong>de</strong>l inspector Lestra<strong>de</strong>, que quizá no sea <strong>de</strong>masiado<br />

sutil, le indicó que su proyectada <strong>de</strong>saparición tendría testigos, con lo cual podía seguir<br />

a<strong>de</strong>lante con su plan. Despidió a los criados y narcotizó luego a su esposa. Después,<br />

abandonó la casa.<br />

“Esta mañana, sin sombrero ni gabán, tuvo usted la <strong>de</strong>sfachatez... ¡No sonría, señor...!<br />

<strong>de</strong> conducir el carro <strong>de</strong> la leche ante la puerta <strong>de</strong> su casa, don<strong>de</strong>, gracias a la oscuridad<br />

reinante, <strong>de</strong>sempeñó usted el papel <strong>de</strong> dos hombres diferentes.<br />

“Al <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l carro, <strong>de</strong>sapareció en el arco <strong>de</strong> acceso a la entrada, como lechero.<br />

Tras la puerta estaban ya preparados el gabán, el sombrero y el bigote postizo <strong>de</strong>l señor<br />

Cabpleasure. Sólo eran precisos ocho segundos para ponerse tales adminículos, y aún<br />

menos en esa ocasión, a causa <strong>de</strong> la distancia a que nos hallábamos nosotros y a la<br />

semioscuridad.<br />

“Una vez hubo usted salido en su papel <strong>de</strong> elegante corredor <strong>de</strong> diamantes, pareció<br />

recordar que se olvidaba el paraguas y volvió corriendo a casa. En otro instante se<br />

<strong>de</strong>spojó <strong>de</strong> sus prendas, <strong>de</strong>jándolas junto al paraguas que <strong>de</strong> antemano estaba allí, y<br />

volvió a aparecer como lechero, completando la ilusión <strong>de</strong> que habían sido dos hombres<br />

los que habían traspasado la puerta.<br />

“Y aunque el inspector Lestra<strong>de</strong> cree honradamente haber visto a dos, todos observamos<br />

que la entrada estaba <strong>de</strong>masiado oscura para que fuese posible asegurarlo. Mas no<br />

<strong>de</strong>bemos hacer <strong>de</strong>masiados reproches a Lestra<strong>de</strong>. Cuando <strong>de</strong>tuvo el carro y juró que le<br />

conocía a usted, no era una simple fanfarronada. Le había visto, en efecto, con<br />

anterioridad, aunque no podía recordar dón<strong>de</strong>.<br />

“He dicho antes que no tenía usted un cómplice; hablando estrictamente, es la verdad.<br />

Aunque estoy casi seguro <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bió compartir el secreto con su socio, el señor<br />

Mortimer Brown, quien apareció esta mañana con el <strong>de</strong>liberado propósito <strong>de</strong> distraer<br />

nuestra atención, así como evitar una investigación a fondo sobre el lechero.<br />

“Desgraciadamente, tal precaución no fue <strong>de</strong> mucha utilidad; y usted cometió un gran<br />

error al escon<strong>de</strong>r el bigote postizo en el vestíbulo. Pues bien, el llamado milagro fue<br />

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