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-¿Conocerla? ¡Pues claro que sí! La conocí en la India. Su padre y el mío fueron amigos<br />
durante años y también le escribí para comunicarle nuestra boda.<br />
-¿A la India?<br />
-No, no; ahora vive en Inglaterra. Cora es la amiga más íntima <strong>de</strong> Eleanor Grand quien<br />
contrajo matrimonio con un caballero bastante excéntrico, el coronel Warburton. Cora<br />
vive con el matrimonio en Cambridge Terrace, no recuerdo la dirección exacta.<br />
A las últimas palabras <strong>de</strong> mi mujer, nuestra visitante abrió los ojos. Mi esposa le dio<br />
una palmadita en la mano.<br />
-¡Vamos, Cora! -dijo-. Estaba diciendo a mi marido que vivías en Cambridge Terrace,<br />
con el coronel y la señora Warburton.<br />
-¡Ya no! -exclamó vehementemente la señorita Murray-. ¡El coronel Warburton ha<br />
muerto y su esposa ha resultado tan gravemente herida que acaso se esté muriendo en<br />
estos instantes! Cuando los vi tendidos al pie <strong>de</strong> aquella terrorífica “Máscara <strong>de</strong> la<br />
Muerte”, sentí como si el propio diablo hubiese vuelto loco al coronel Warburton. ¡Si,<br />
<strong>de</strong>be haber estado loco! ¿Cómo se explicaría, <strong>de</strong> otra manera, el que hubiese disparado<br />
contra su mujer y contra sí mismo en una habitación herméticamente cerrada? Y, sin<br />
embargo, no puedo creer que haya hecho algo tan espantoso.<br />
Asiendo la mano <strong>de</strong> mi esposa entre las suyas, me miró con una patética expresión <strong>de</strong><br />
súplica.<br />
-¡Oh, doctor Watson, confiaba en que usted quisiera ayudarme! ¿No pue<strong>de</strong> hacer algo su<br />
amigo, el señor <strong>Sherlock</strong> <strong>Holmes</strong>?<br />
Es <strong>de</strong> suponer la estupefacción con que mi mujer y yo escuchamos el relato <strong>de</strong> esta<br />
tragedia doméstica.<br />
-¡Pero usted dice que el coronel Warburton ha muerto...! -objeté suavemente.<br />
-Pero su nombre está empañado. Oh, ¿no hay esperanza <strong>de</strong> que haga lo que le pido?<br />
-Siempre hay esperanza, Cora -objetó mi mujer-. John, ¿qué piensas hacer?<br />
-¿Hacer? -exclamé consultando mi reloj-. ¡Pues, tomar un coche que nos lleve a la calle<br />
Baker enseguida! Encontraremos a <strong>Holmes</strong> esperando el <strong>de</strong>sayuno.<br />
Como había supuesto, <strong>Sherlock</strong> <strong>Holmes</strong> se hallaba aguardando con aire melancólico<br />
su <strong>de</strong>sayuno en una habitación <strong>de</strong> aire ya viciado por la primera pipa <strong>de</strong> la mañana, cuyo<br />
contenido consistía en los restos <strong>de</strong> la que quedaba apagada la noche anterior. Su talante<br />
bohemio no vio nada <strong>de</strong> extraño en nuestra llegada a hora tan temprana, aun cuando noté<br />
que se sentía muy belicoso.<br />
-El hecho es, <strong>Holmes</strong> -empecé- que fui interrumpido esta mañana...<br />
-Si, mi estimado amigo, fue interrumpido cuando se hallaba usted ocupado en encen<strong>de</strong>r<br />
el fuego, como <strong>de</strong> costumbre. Su pulgar izquierdo lo proclama muy a las claras. -Luego<br />
se fijó en el rostro apesadumbrado <strong>de</strong> la señorita Murray y su voz se suavizó-. Pero -<br />
añadió-, creo que a ambos les vendrá bien <strong>de</strong>sayunar antes <strong>de</strong> que entremos en materia<br />
sobre el susto que evi<strong>de</strong>ntemente ha afectado a la señorita.<br />
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