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Las hazañas de Sherlock Holmes

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-¿Una llegada bien recibida? -interrumpió <strong>Holmes</strong>-. Supongo que se refiere usted al<br />

capitán <strong>Las</strong>her, ¿no es cierto?<br />

Nuestra visitante alzó sus ojos límpidos y francos.<br />

-En efecto, una llegada muy bien recibida -sonrió y casi al instante se nubló su rostro-.<br />

Nos dijo que al pasar por el vestíbulo había oído las voces <strong>de</strong> su tío y <strong>de</strong> Eleanor como<br />

si sostuvieran un violento altercado.<br />

“¡Pobre Jack, qué incómodo estaba! “He venido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Kensington sólo para ver al viejo<br />

-me dijo- y ahora no me atrevo a interrumpirle. Pero, ¿cómo es que siempre se están<br />

peleando?”. Protesté, diciendo que era injusto con ellos.<br />

“Bien, odio las trifulcas -replicó- y <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cir que aunque sólo sea por mi tío, Eleanor<br />

podría esforzarse más en llevarse bien con la familia.<br />

“Adora a su tío -le dije-, y en cuanto a usted, creo que opina lo que todos, es <strong>de</strong>cir, que<br />

lleva usted una vida <strong>de</strong>masiado temeraria.”<br />

“Cuando el comandante Earnshaw sugirió que podíamos jugar una partida <strong>de</strong> whist, a<br />

dos peniques el tanto, me temo que Jack no fue muy cortés. Replicó que, dado que era<br />

un temerario, prefería beber una copa <strong>de</strong> oporto en el comedor. Así, pues, el comandante<br />

Earnshaw y yo nos quedamos jugando una partida <strong>de</strong> besigue.<br />

-¿Abandonaron usted o el comandante Earnshaw la habitación mientras jugaban la<br />

partida? -preguntó <strong>Holmes</strong>.<br />

-Si, ahora que recuerdo fue el comandante quien dijo algo relacionado con ir en busca <strong>de</strong><br />

su caja <strong>de</strong> rapé al piso superior. -Si las circunstancias hubieran sido otras creo que Cora<br />

Murray se habría echado a reír-. Salió, pues, tras revisar todos los bolsillos y jurando<br />

que no podía prestar atención al juego sin su rapé.<br />

“Permanecí sentada allí con las cartas en la mano, y mientras esperaba en aquella<br />

silenciosa estancia, me parecía como si se reunieran en torno a mí todos los temores<br />

secretos <strong>de</strong> la noche. Recordé el brillo <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> Eleanor mientras cenábamos.<br />

Recordé la tez morena <strong>de</strong> Chundra Lal, el mayordomo nativo, que parecía refocilarse<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que trajeron a casa “La Máscara <strong>de</strong> la Muerte”. En aquel preciso instante, señor<br />

<strong>Holmes</strong>, oí los dos disparos.<br />

En su agitación, Cora Murray se había puesto en pie.<br />

-¡Oh, por favor, no crea que estaba equivocada! No piense que los confundí con algún<br />

otro ruido, que no fueron esos disparos los que mataron a George, y...<br />

Respiró profundamente y volvió a sentarse.<br />

-Durante un momento -prosiguió- quedé petrificada. Luego corrí al vestíbulo y casi<br />

choqué con el comandante Earnshaw. Me estaba dando algunas respuestas incoherentes<br />

a mis preguntas, cuando salió <strong>de</strong>l comedor Jack <strong>Las</strong>her, con una botella <strong>de</strong> Oporto en la<br />

mano. “Es mejor que se que<strong>de</strong> atrás, Cora -me dijo Jack-. Pue<strong>de</strong> andar algún ladrón por<br />

ahí”. Los dos hombres corrieron a la puerta <strong>de</strong> la “Habitación <strong>de</strong> las Curiosida<strong>de</strong>s.”<br />

“¡Está cerrada, maldita sea! -recuerdo que exclamó el mayor Earnshaw-. Écheme una<br />

mano y <strong>de</strong>rribaremos la puerta”. A eso replicó Jack: “Mire, necesitaría usted artillería <strong>de</strong><br />

sitio para <strong>de</strong>rribar una puerta como ésta. Lo mejor es que espere, trataré <strong>de</strong> entrar por el<br />

balcón.” En consecuencia, todos corrimos afuera.<br />

-¿ Todos uste<strong>de</strong>s?<br />

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