You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
-Los clientes, o posibles clientes, podían quedarse boquiabiertos ante tal nombre. Pero<br />
no podían por menos <strong>de</strong> recordarlo.<br />
-Sí, confieso haber leído el nombre en el escaparate. Pero, ¿qué <strong>de</strong>cía usted <strong>de</strong>l<br />
paraguas?<br />
-Cierta noche, hace unos ocho meses, aproveché que mi marido dormía para ir a su<br />
dormitorio, tomar el paraguas que <strong>de</strong>jaba siempre al lado <strong>de</strong> su cama y ponerlo en<br />
manos <strong>de</strong> un artesano.<br />
-¿Un artesano?<br />
-Sí, un obrero empleado en una fábrica <strong>de</strong> paraguas, a quien había hecho ir para ello a la<br />
“Villa Felicidad”, nuestro domicilio <strong>de</strong> Highgate. Este individuo <strong>de</strong>smontó el paraguas<br />
pieza por pieza, volviéndolo a montar tan perfectamente que mi marido no se dio cuenta<br />
<strong>de</strong> ello. Nada se escondía en el interior <strong>de</strong>l paraguas; no había la menor señal <strong>de</strong> que<br />
alguna cosa se hubiera ocultado en él, es imposible. Es tan solo un paraguas raído, y<br />
nada más que eso.<br />
-Quizá, señora, su esposo aprecia su paraguas algo así como si fuera un amuleto.<br />
-Al contrario, señor <strong>Holmes</strong>, lo odia. En más <strong>de</strong> una ocasión me ha dicho: “Este<br />
paraguas será mi muerte pero no puedo <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rme <strong>de</strong> él.”<br />
-¡Hum! ¿Y no le dio ninguna explicación más?<br />
-Ninguna. Y aun suponiendo que consi<strong>de</strong>re el paraguas como un amuleto, que no es así,<br />
cuando por <strong>de</strong>scuido lo <strong>de</strong>ja durante unos segundos en casa o en la oficina, ¿por qué<br />
vuelve atrás a toda prisa lanzando un grito ahogado <strong>de</strong> miedo? Sino es usted estúpido,<br />
señor <strong>Holmes</strong>, ya <strong>de</strong>bería tener alguna i<strong>de</strong>a formada sobre el asunto. Pero no; veo que es<br />
algo superior a su inteligencia.<br />
<strong>Holmes</strong> estaba pálido <strong>de</strong> ira y humillación.<br />
-Es un bonito problemita, en verdad -dijo-. Y, al mismo tiempo, no sé cómo abordarlo.<br />
Por todo cuanto he oído, nada sugiere que su esposo sea un criminal, ni siquiera<br />
malvado.<br />
-¿Es que no pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse un crimen el hecho <strong>de</strong> que ayer robara una gran cantidad<br />
<strong>de</strong> diamantes <strong>de</strong> la caja <strong>de</strong> caudales que tiene para su uso particular y el <strong>de</strong> su socio el<br />
señor Mortimer Brown, en su <strong>de</strong>spacho?<br />
<strong>Holmes</strong> alzó las cejas.<br />
-¡Hum! Esto se pone ya más interesante.<br />
-¡Oh, sí! -prosiguió fríamente nuestra visitante-. Ayer, antes <strong>de</strong> volver a casa, mi marido<br />
pasó por su <strong>de</strong>spacho. Poco más tar<strong>de</strong>, el señor Mortimer Brown envió un telegrama a<br />
nuestra casa. Decía lo siguiente: ¿Ha sacado usted <strong>de</strong> nuestra caja <strong>de</strong> caudales los<br />
veintiséis diamantes pertenecientes al lote Cowles-Derningham?<br />
-¡Hum! ¿Acaso le enseñó su esposo el telegrama?<br />
-No. Pero yo tenía perfecto <strong>de</strong>recho a abrirlo y lo ejercí.<br />
-Pero, ¿le preguntó usted sobre el contenido?<br />
-Naturalmente que no preferí esperar el momento oportuno. A altas horas <strong>de</strong> la pasada<br />
noche y cuando poco sospechaba mi marido que yo lo estaba vigilando, bajó las<br />
escaleras en cam..., bajó las escaleras y sostuvo una conversación en susurros, con<br />
alguien que se hallaba ante una ventana <strong>de</strong> la planta baja, a quien no pu<strong>de</strong> ver por culpa<br />
59