-Y al <strong>de</strong>cirlo -comentó <strong>Holmes</strong>- lanzó una carcajada tan extraña que Gillings no pudo olvidar. ¿Tenía esta risa un significado ulterior, Watson? Pero será mejor que no le diga más, si no quiero convertirle a usted en un cómplice <strong>de</strong>l hecho, al igual que yo mismo. -¡Usted me hace menos que justicia, <strong>Holmes</strong>, si piensa que no querré ser su cómplice, si es por una buena causa! -A mi juicio -dijo <strong>Holmes</strong>-, una <strong>de</strong> las mejores causas. -En este caso, pue<strong>de</strong> usted contar con mi silencio. -¡Muy bien, Watson! Consi<strong>de</strong>re ahora la conducta <strong>de</strong> Sir Reginald Lavington. Para ser inocente, actuaba <strong>de</strong> manera muy rara. -¿Quiere usted <strong>de</strong>cir que Sir Reginald...? -Le ruego que no me interrumpa. Aunque podía probar que no había estado bebiendo con Dalcy, no quiso hacerlo. Prefirió ser <strong>de</strong>tenido. ¿Por qué razón, Dalcy, un hombre <strong>de</strong> carácter tan opuesto al <strong>de</strong> su anfitrión, hacía visitas tan frecuentes a esa casa? ¿Qué es lo que buscaba Dalcy en ella? Interprete el significado <strong>de</strong> la frase <strong>de</strong> Lavington: “¡Ahora conozco su carácter!”. Vimos las respuestas a estas preguntas representadas en una pantomima letal. A mí me sugirieron el más negro <strong>de</strong> los crímenes, el chantaje. -Después <strong>de</strong> todo -exclamé-, ¡Sir Reginald era culpable! Se trataba <strong>de</strong> un hombre peligroso, como observé yo... -¡Un hombre peligroso, sí! -concedió <strong>Holmes</strong>-. Pero usted ya ha visto su carácter. Podía matar. Pero no matar y ocultar. -¿Ocultar qué? -Reflexione <strong>de</strong> nuevo, Watson. Aunque sabemos que no estuvo bebiendo con Dalcy en la sala <strong>de</strong> los banquetes, pudo haber vuelto <strong>de</strong>l río a tiempo para hallar muerto a Dalcy, introducir <strong>de</strong> nuevo la cuchilla en su escondite y poner la copa sobre la mesa. Pero, ¿culpable? No. Su comportamiento, su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ser arrestado, sólo pue<strong>de</strong>n compren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> haber estado escudando a alguien. Seguí la dirección <strong>de</strong> la mirada <strong>de</strong> mi amigo la cual no se había apartado <strong>de</strong> Lavigton Court. -¡<strong>Holmes</strong>! -exclamé-. Entonces, ¿quién colocó <strong>de</strong> nuevo en su lugar ese diabólico mecanismo? -¡Piense, Watson! ¿Quién fue la única persona que pronunció la palabra “celos”? Supongamos que una mujer haya tropezado antes <strong>de</strong> su matrimonio pero no <strong>de</strong>spués. Supongamos, a<strong>de</strong>más, que crea firmemente que su marido, hombre chapado a la antigua, no lo compren<strong>de</strong>ría. Se halla a merced <strong>de</strong>l más cruel <strong>de</strong> todos los parásitos, un chantajista <strong>de</strong> la alta sociedad. Ella está presente cuando ese chantajista está a punto <strong>de</strong> hacer un brindis, por su propia voluntad, con la “Suerte <strong>de</strong> Lavington”. Pero obligada a salir <strong>de</strong> la sala ante la entrada <strong>de</strong>l mayordomo, el chantajista ríe y luego muere. No diga más, Watson. Dejemos dormir el pasado. -Como quiera. Permaneceré callado. -Es un error cardinal, mi estimado amigo, teorizar sin datos. Y, sin embargo, cuando ayer noche entramos por primera vez en Lavington Court, tuve un atisbo <strong>de</strong> la verdad... -¿Qué es lo que vio? Y mientras volvíamos a nuestro mesón para calentarnos y reconfortarnos ante un buen fuego, <strong>Sherlock</strong> <strong>Holmes</strong> volvió la vista por encima <strong>de</strong> un hombro. 86
-Vi a una mujer pálida y bellísima <strong>de</strong>scendiendo por una escalinata, tal como en otros tiempos la vi en escena. ¿Ha olvidado usted otra antigua mansión, con una anfitriona llamada lady Macbeth? Des<strong>de</strong> (...) nuestra visita a Devonshire, había estado ocupado en dos asuntos <strong>de</strong> la mayor importancia (...) el famoso escándalo <strong>de</strong> juego en el Nonpareil Club (..) y el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgraciada Moda <strong>de</strong> Montpensier. (De “El sabueso <strong>de</strong> los Baskerville”) 87
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vacaciones en Suiza, temiendo que e
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