evangelizacion en la iglesia primitiva
evangelizacion en la iglesia primitiva
evangelizacion en la iglesia primitiva
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
286 - LA EVANGELIZACION EN LA IGLESIA PRIMITIVA<br />
muerte; estos p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos lo abatían, pero era incapaz de<br />
eludirlos, porque t<strong>en</strong>ía d<strong>en</strong>tro de sí aquel «muy excel<strong>en</strong>te<br />
compañero que no me permitía descansar: el deseo de<br />
inmortalidad». Sin estar impresionado por <strong>la</strong>s especu<strong>la</strong>ciones de<br />
los filósofos sobre ese problema, puesto que dichas especu<strong>la</strong>ciones<br />
eran «consideradas verdaderas o falsas no por su<br />
naturaleza y <strong>la</strong> verdad de sus razones, sino <strong>en</strong> proporción al<br />
tal<strong>en</strong>to de qui<strong>en</strong>es <strong>la</strong>s sost<strong>en</strong>ían», tuvo <strong>la</strong> fortuna de <strong>en</strong>contrarse<br />
con un predicador cristiano y, <strong>en</strong> su mom<strong>en</strong>to, de convertirse. En<br />
Cristo halló <strong>la</strong> respuesta a sus dudas, a su lujuria, a su hambre de<br />
inmortalidad, a su necesidad de una explicación del mundo,<br />
coher<strong>en</strong>te, s<strong>en</strong>cil<strong>la</strong> y convinc<strong>en</strong>te. 88 Si bi<strong>en</strong> le preocupaba <strong>la</strong><br />
búsqueda de <strong>la</strong> liberación, el hambre de verdad era para él una<br />
cuestión tan significativa como lo había sido para los del otro<br />
grupo.<br />
La liberación de <strong>la</strong> culpa y del poder del pecado que trae el<br />
mal fue siempre un impulso importante para <strong>la</strong> conversión:<br />
ocurrió con Pablo y con Agustín. Y también ocurrió con cada uno<br />
de los casos sigui<strong>en</strong>tes, tomados de distintos estratos de <strong>la</strong><br />
sociedad. Justino nos hab<strong>la</strong> 89 de una mujer tan disoluta como su<br />
propio marido, convertida <strong>en</strong> Roma alrededor del año 150 d.C.<br />
Al parecer, su conversión ocurrió mediante el ejemplo y el<br />
testimonio de sus amigos cristianos, a qui<strong>en</strong>es acudió una vez<br />
más para ganar a su esposo. El<strong>la</strong> ya había int<strong>en</strong>tado persuadirlo,<br />
pero sin mayores resultados; por el contrario, su nueva condición<br />
lo había <strong>en</strong>colerizado a tal punto que <strong>la</strong> abrumaba con abusos<br />
sexuales y alcohólicos. Incluso llegó a d<strong>en</strong>unciar<strong>la</strong> públicam<strong>en</strong>te<br />
por su lealtad a Cristo, desatando así medidas represivas contra<br />
<strong>la</strong> <strong>iglesia</strong>, a <strong>la</strong>s cuales alude Justino <strong>en</strong> su Segunda Apología.<br />
¿Quién podría dudar de que <strong>la</strong> madurez y el fervor de sus<br />
amigos cristianos, <strong>en</strong> tan agudo contraste con su propio estilo de<br />
vida, <strong>la</strong> habían hecho s<strong>en</strong>tirse culpable hasta tal límite que<br />
necesitó recurrir a aquel que <strong>la</strong> podía purificar y fortalecer?<br />
El otro ejemplo procede de <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses altas. Cipriano era un<br />
aristocrático orador cartaginés. Ni sus posesiones ni su admirable<br />
preparación podían disminuir su conci<strong>en</strong>cia de pecado, y se<br />
LA CONVERSION - 287<br />
preguntaba si podría haber algún punto de partida nuevo para<br />
algui<strong>en</strong> como él. Describe su propia situación <strong>en</strong> una carta a<br />
Donato:<br />
Solía andar errabundo <strong>en</strong> <strong>la</strong> oscuridad de <strong>la</strong> noche, a<br />
manotazos; andaba así por el torm<strong>en</strong>toso mar del mundo,<br />
flotando por aquí y por allá, ignorante de mi propia vida,<br />
extraño a <strong>la</strong> verdad y a <strong>la</strong> luz. Dada <strong>la</strong> forma de exist<strong>en</strong>cia<br />
que yo llevaba <strong>en</strong> aquel tiempo, solía p<strong>en</strong>sar que lo que Dios<br />
<strong>en</strong> su ternura me había prometido para mi salvación era<br />
difícil y ciertam<strong>en</strong>te desagradable. ¿Cómo podía un hombre<br />
r<strong>en</strong>acer y ser despertado a una nueva vida <strong>en</strong> el agua del<br />
bautismo? ¿Cómo podía uno ser reg<strong>en</strong>erado y despr<strong>en</strong>derse<br />
de todo su pasado, y, sin cambios físicos, ser modificado <strong>en</strong><br />
el corazón y <strong>en</strong> el alma? ¿Cómo -me preguntaba a mí<br />
mismo- era posible tal conversión? Porque yo estaba<br />
atrapado y hecho prisionero por los incontables pecados de<br />
mi vida pasada y no creía que fuera posible deshacerme de<br />
ellos. Yasí me volví esc<strong>la</strong>vo de mis vicios. Perdí <strong>la</strong> esperanza<br />
de mejores cosas. Apr<strong>en</strong>dí a pres<strong>en</strong>tar excusas por mis faltas,<br />
que se volvieron así mis más íntimas amigas.<br />
¡Cuánta honestidad para admitir <strong>la</strong> verdad a <strong>la</strong> que Pablo dio<br />
clásica expresión <strong>en</strong> Romanos 7! Al igual que el apóstol, también<br />
Cipriano halló alivio <strong>en</strong> el bautismo <strong>en</strong> Cristo: el perdón y <strong>la</strong><br />
transformación moral obrada por el Espíritu Santo.<br />
El agua de <strong>la</strong> reg<strong>en</strong>eración <strong>la</strong>vó <strong>la</strong>s manchas de mi vida<br />
pasada. Una luz de lo alto p<strong>en</strong>etró e impregnó mi corazón,<br />
ahora purificado de su contaminación. El Espíritu desc<strong>en</strong>dió<br />
del cielo y me transformó <strong>en</strong> un nuevo hombre mediante el<br />
segundo nacimi<strong>en</strong>to. Casi inmediatam<strong>en</strong>te, de un modo<br />
maravilloso, <strong>la</strong> duda dejó lugar a <strong>la</strong> seguridad; se abrió<br />
aquello que había estado cerrado herméticam<strong>en</strong>te; <strong>la</strong> luz<br />
brilló <strong>en</strong> los lugares oscuros; y descubrí que lo que antes<br />
había p<strong>en</strong>sado que era difícil, se había resuelto fácilm<strong>en</strong>te, y<br />
que lo que había juzgado imposible, podía hacerse. Tú sabes<br />
muy bi<strong>en</strong>, tú <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>des, así como yo, qué es lo que me ha