evangelizacion en la iglesia primitiva
evangelizacion en la iglesia primitiva
evangelizacion en la iglesia primitiva
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
116 - LA EVANGELIZACION EN LA IGLESIA PRIMITIVA<br />
reviste suprema significación. Esto es <strong>en</strong> realidad lo que ha<br />
sucedido. Y Juan está seguro de ello. El Absoluto se ha vuelto<br />
nuestro contemporáneo: Dios se hizo hombre durante unos<br />
treinta años con el objeto de llevamos a una nueva dim<strong>en</strong>sión de<br />
<strong>la</strong> vida mediante nuestro conocimi<strong>en</strong>to de él Un. 17.3). Pero,<br />
¿cómo es posible demostrar tan abrumadora afirmación? ¿Cómo<br />
hacer para que otros se apropi<strong>en</strong> de el<strong>la</strong>? Aquí está <strong>la</strong> respuesta:<br />
mediante el testimonio. Tú puedes escuchar el testimonio que<br />
Jesús, el Maestro, da de sí mismo; puedes permitir que su verdad<br />
intrinseca te conv<strong>en</strong>za a ti mismo y te conduzca a <strong>la</strong> fe <strong>en</strong> él y,<br />
por consigui<strong>en</strong>te, a esta nueva calidad de vida que él vino a<br />
hacer posible para todos. No hay nada, después de todo, más<br />
definitivo que el Divino Maestro al cual tú puedes recurrir para<br />
confirmar su m<strong>en</strong>saje. Sólo requiere fe <strong>en</strong> el testimonio que él da.<br />
Por esa razón, seguram<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> este Evangelio <strong>la</strong> persona de<br />
Jesús se destaca tan vigorosam<strong>en</strong>te como el cont<strong>en</strong>ido del<br />
«testimonio», Juan el Bautista da testimonio de Jesús, con toda<br />
seguridad Un. 1.7, 8, 15, 19, 32, 34; 3.26), porque es el último y el<br />
mayor de los profetas de Dios. 101 Pero sólo el testimonio divino<br />
puede aut<strong>en</strong>ticar <strong>la</strong>s demandas de una persona divina. En<br />
consecu<strong>en</strong>cia, hal<strong>la</strong>ron a Jesús dando testimonio de su propia<br />
persona y de su propia obra (3.11,32,33; 8.13s.; 18.37). Y cuando<br />
los judíos lo rechazan porque su testimonio es personal-<strong>la</strong> ley<br />
de los judíos establecía que sólo era válido el testimonio de, por<br />
lo m<strong>en</strong>os, dos personas (8.17)-, Jesús destaca que él ciertam<strong>en</strong>te<br />
cu<strong>en</strong>ta con el respaldo de otro testigo, de un testigo divino. El<br />
Padre da testimonio de Jesús (5.32, 36s.; 8.18; etc.) y lo hace<br />
atestiguando <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras divinas que Jesús pronuncia (7.16, 17;<br />
8.42-47), así como <strong>la</strong>s obras y los mi<strong>la</strong>gros divinos que realiza<br />
(5.36; 9.4; 10.25). Además, <strong>la</strong>s Escrituras dadas por Dios aportan<br />
constante testimonio acerca de Jesús (2.22; 5.39; 8.33-58; 19.24, 28,<br />
36; 20.9). Y para coronar toda esta atestación divina, t<strong>en</strong>emos el<br />
testimonio interno del Espíritu de Dios <strong>en</strong> aquellos que aceptan<br />
el testimonio (15.26; 16.13; d. 1 Jn. 5.10). Sólo Dios puede dar<br />
adecuado testimonio de Dios. Y cuando Dios lo dio, algunos<br />
EL EVANGELIO - 117<br />
creyeron. Este Evangelio (p. ej., 4.39-42; d. 1 Jn. 5.9-10) subraya<br />
<strong>en</strong>fáticam<strong>en</strong>te el vínculo <strong>en</strong>tre «testimonio» y fe.<br />
¿Pero qué podía hacer <strong>la</strong> primera g<strong>en</strong>eración de crey<strong>en</strong>tes<br />
para compartir <strong>la</strong> nueva vida que disfrutaban <strong>en</strong> Cristo, para<br />
comunicárse<strong>la</strong> a aquellos que no habían estado pres<strong>en</strong>tes?<br />
Podían dar testimonio: eso era todo. T<strong>en</strong>ían dos cosas que decir.<br />
Primero, que ellos habían creído y experim<strong>en</strong>tado como ciertas,<br />
<strong>en</strong> su propia vida, <strong>la</strong>s demandas del Divino Maestro. Segundo,<br />
podían mostrar <strong>la</strong> evid<strong>en</strong>cia que les había servido de base para<br />
su compromiso. Eso es todo lo que un contemporáneo histórico<br />
puede hacer <strong>en</strong> favor de <strong>la</strong>s g<strong>en</strong>eraciones posteriores o de<br />
aquellos que no estuvieron junto con él. Yeso es lo que Juan se<br />
propone hacer <strong>en</strong> su predicación y <strong>en</strong> sus escritos; una y otra vez<br />
afirma que ha creído y proporciona <strong>la</strong> evid<strong>en</strong>cia que lo condujo<br />
a aquel <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro con Jesús, qui<strong>en</strong> transformó su vida. Su<br />
Evangelio ciertam<strong>en</strong>te es martyria (21.24) y, como todo testimonio<br />
acerca de Jesús, ti<strong>en</strong>e por objeto conducir a otros hacia <strong>la</strong> fe<br />
(20.31). El Evangelio está organizado tan hábilm<strong>en</strong>te que casi<br />
todos sus temas principales ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una <strong>la</strong>rga historia tanto <strong>en</strong> el<br />
, 1 . d' 102 1 t h<br />
p<strong>en</strong>samI<strong>en</strong>to pagano como <strong>en</strong> e ¡U 10; e au or ace que<br />
resu<strong>en</strong>e todo tipo de campanas <strong>en</strong> <strong>la</strong> m<strong>en</strong>te de una variedad de<br />
lectores tan amplia como le es posible alcanzar. Pero, más allá del<br />
l<strong>en</strong>guaje ambival<strong>en</strong>te, el m<strong>en</strong>saje es casi exactam<strong>en</strong>te el mismo<br />
que hemos visto <strong>en</strong> otras partes del Nuevo Testam<strong>en</strong>to. La<br />
deidad de Jesús es fundam<strong>en</strong>tal (1.1, 15, 34; 1 Jn. 4.14); él es <strong>la</strong><br />
Verdad, es <strong>la</strong> luz del mundo, es <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios que es Dios <strong>en</strong><br />
persona (14.6; 8.12; 1.1). También es atestiguado <strong>en</strong> el testimonio<br />
como el Salvador del mundo (4.42), el Cordero de Dios que quita<br />
el pecado del mundo (1.29-34 y todo el re<strong>la</strong>to de <strong>la</strong> pasión), y<br />
aquel que es ll<strong>en</strong>o del Espíritu de Dios y lo imparte a los<br />
crey<strong>en</strong>tes (1.33; 15.26). Este testimonio acerca de Jesús -su<br />
<strong>en</strong>camación (1.1-14), su auténtica muerte <strong>en</strong> <strong>la</strong> cruz (19.35), su<br />
auténtica resurrección de <strong>la</strong> tumba (21.24)- es <strong>en</strong> su totalidad un<br />
asunto propio de testigos ocu<strong>la</strong>res. Eso es todo lo que el<br />
discípulo de aquel <strong>en</strong>tonces podía hacer por aquellos a qui<strong>en</strong>es<br />
Kierkegaard l<strong>la</strong>ma «discípulos de segunda mano», Pero este