162 - LA EVANGELIZACION EN LA IGLESIA PRIMITIVA que a los cristianos de trasfondo judío realm<strong>en</strong>te les agradaba p<strong>en</strong>sar acerca de Jesús. Era aquel<strong>la</strong> según <strong>la</strong> cual el Espíritu Divino reposaba sobre <strong>la</strong> pl<strong>en</strong>itud de Jesús, cumpli<strong>en</strong>do así <strong>la</strong> profecía mesiánica de Isaías 11.1ss. Por eso el Evangelio de los Hebreos expresa: «Todo el manantial del Espíritu Santo desc<strong>en</strong>derá sobre él», y también: (
164 - LA EVANGELIZACION EN LA IGLESIA PRIMITIVA natural de <strong>la</strong>s convicciones cristianas respecto a Jesús como Mesías. Si él era Mesías, sus seguidores <strong>en</strong>tonces t<strong>en</strong>ían que ser el verdadero Israel. Era s<strong>en</strong>cil<strong>la</strong>m<strong>en</strong>te así. El Mesías era inconcebible aparte de su rebaño. Jesús cumplió <strong>la</strong>s profecías del Antiguo Testam<strong>en</strong>to y su pueblo resultaba, por consigui<strong>en</strong>te, el heredero de todas <strong>la</strong>s promesas. Esto significaba que todos aquellos judíos que no depositaban su fe <strong>en</strong> Jesús estaban r<strong>en</strong>egando del verdadero Israel: exteriorm<strong>en</strong>te podrían ser judíos, pero no lo eran de corazón (Ro. 2.28). Siempre había existido un sector incrédulo y apóstata d<strong>en</strong>tro de Israel,97 y frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te había sido ésta <strong>la</strong> parte más importante de <strong>la</strong> nación. De manera que <strong>la</strong> pequeñez inicial de <strong>la</strong> comunidad cristiana <strong>en</strong> nada le impedía a el<strong>la</strong> rec<strong>la</strong>mar para sí <strong>la</strong> condición de «Israel de Dios» (Gl. 6.16). Con toda <strong>en</strong>ergía convocaban a <strong>la</strong> casa de Israel para que se arrepintiera de su actitud hostil hacia Jesús (<strong>la</strong> cual había culminado con <strong>la</strong> ejecución de éste) y para que retomara a él reconociéndolo como Mesías (Hch. 2.38; 3.19; 4.10ss.; Ro. 9.1-3). No se consideraban a sí mismos como innovadores. Después de todo, su doctrina de <strong>la</strong> resurrección era bu<strong>en</strong>a ortodoxia farisaica que, asimismo, podía hal<strong>la</strong>rse también <strong>en</strong> los Salmos. Su doctrina sobre el Mesías estaba c<strong>la</strong>ram<strong>en</strong>te establecida <strong>en</strong> <strong>la</strong>s Escrituras para todos aquellos que quisieran verlo. ¿Por qué, <strong>en</strong>tonces, <strong>la</strong> nación judía se negaba? De persistir los israelitas <strong>en</strong> su actitud de incredulidad y apostasía, Dios los iba a juzgar como lo hizo con sus antepasados. Esto se subraya con especial vigor <strong>en</strong> <strong>la</strong> Epísto<strong>la</strong> a los Hebreos y<strong>en</strong> el discurso de Esteban. Como dice Pablo, Dios cortó <strong>la</strong>s ramas secas del olivo de Israel e injertó otras, los g<strong>en</strong>tiles (Ro. l1.15ss.). Por cierto que <strong>la</strong> negativa de Israel <strong>en</strong> cuanto a reconocer a su Mesías era una segura señal de desagrado divino y de juicio sobre ellos; era prueba de una ceguera <strong>en</strong> <strong>la</strong> cual se manifestaba el juicio de Dios, tal como Isaías lo había expresado mucho tiempo atrás. Desde época muy antigua se usó Isaías 6.9-10 como un testimonium para explicar <strong>la</strong> situación que surgió cuando los judíos rechazaron el evangelio. Se lo cita (al parecer indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te) <strong>en</strong> Mateo, Marcos, Juan, Hechos, Pablo y JustinO. 98 Probablem<strong>en</strong>te no sea LA EVANGELIZACION DE LOS Jumos - 165 cierto que los cristianos <strong>en</strong> los primeros días del Nuevo Testam<strong>en</strong>to pret<strong>en</strong>dieran ser Israel, tal como <strong>en</strong> efecto lo pret<strong>en</strong>dían <strong>en</strong> tiempos de Justinor Israel permanece como pueblo judío, pero es visto como el pueblo judío que puso su fe <strong>en</strong> su Mesías, un pueblo de cuya suerte participaban los g<strong>en</strong>tiles crey<strong>en</strong>tes 100 y de cuya compañía y título son privados los judíos incrédulos (Ro. 2.28; 1 P. 2.9-10; He. 10.18). Ya <strong>en</strong> época tan temprana como <strong>la</strong> descrita <strong>en</strong> Hechos 2.40, <strong>la</strong> «g<strong>en</strong>eración torcida» de Deuteronomio 32.5 es interpretada por Pedro como aquel<strong>la</strong> porción de Israel que no reconoce al Mesías. Ahí estaba el comi<strong>en</strong>zo de un proceso que inevitablem<strong>en</strong>te conduciría a <strong>la</strong> <strong>iglesia</strong> a rec<strong>la</strong>mar para sí el completo y exclusivo derecho al lugar de Israel, desheredando de este modo a los judíos. Este proceso se hal<strong>la</strong> <strong>en</strong> pl<strong>en</strong>o ímpetu <strong>en</strong> el tiempo del Apocalipsis con sus alusiones a aquellos que «dic<strong>en</strong> ser judíos pero no lo son» y a l a «smagoga · de Satanas». ' 101 J ustmo, . por su parte, arguye, basándose <strong>en</strong> los profetas, que Dios rechaza a su propio pueblo y<strong>en</strong> su lugar acepta a los g<strong>en</strong>tiles. En el tiempo de Tertuliano, a fines del siglo 2, era lugar común que todos los privilegios de Israel habían sido transferidos a <strong>la</strong> <strong>iglesia</strong>, que <strong>la</strong> historia de ésta era lo que se describe <strong>en</strong> el Antiguo Testam<strong>en</strong>to, que Cristo había aparecido a Moisés <strong>en</strong> <strong>la</strong> zarza ardi<strong>en</strong>te, y así por el estilo. 102 «De este modo -concluye M. Simon- <strong>la</strong> <strong>iglesia</strong> e Israel son sinónimos, el cristianismo y el judaísmo auténtico se confund<strong>en</strong> oo. el Antiguo Pacto y el Nuevo son, <strong>en</strong> el fondo, idénticos.»103 Tal manera de interpretar <strong>la</strong> historia del Antiguo Testam<strong>en</strong>to era de lo más arbitraria, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>la</strong> modalidad que tradicionalm<strong>en</strong>te adquirió desde fines del siglo 1 <strong>en</strong> ade<strong>la</strong>nte. Sin embargo, expresada con caridad y cordura --y una vez concedida <strong>la</strong> premisa de que el Mesías era Jesús- había <strong>en</strong> el<strong>la</strong> una evid<strong>en</strong>te lógica y un gran atractivo. Las Escrituras de Israel Un segundo agravio experim<strong>en</strong>taban los judíos como estrecham<strong>en</strong>te unido al anterior. Se trataba de lo sigui<strong>en</strong>te: los cristianos los habían despojado de sus Escrituras. La Septuaginta