14.05.2013 Views

La tristeza voluptuosa de Pedro César Dominici Índice - Interlectores

La tristeza voluptuosa de Pedro César Dominici Índice - Interlectores

La tristeza voluptuosa de Pedro César Dominici Índice - Interlectores

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

www.interlectores.com Tapa | Indice<br />

34 <strong>La</strong> <strong>tristeza</strong> <strong>voluptuosa</strong> <strong>de</strong> <strong>Pedro</strong> <strong>César</strong> <strong>Dominici</strong><br />

con los nuevos amores <strong>de</strong>saparecen las virginida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las<br />

impresiones, y que al extinguirse la última sensación, la vida es<br />

el hastío, como al reventar la última cuerda <strong>de</strong> una cítara, el<br />

instrumento se hace inútil. Esta criatura que yo amo tanto, tal vez<br />

mañana no tenga en mi alma reflejo alguno. Olvidarla es<br />

comenzar a morir con mi pasado. Ella, que me ha revelado una<br />

nueva vida, que ha hecho vibrar en mi ser células dormidas, cuya<br />

existencia yo nunca sospeché; ella, por quien yo he sufrido y<br />

amado, también está <strong>de</strong>stinada a perecer en el incesante<br />

movimiento <strong>de</strong> las cosas. Y su alma lloraba en el piano las penas<br />

que han <strong>de</strong> venir. Al fin Marieta, <strong>de</strong> pie, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él, le tapaba la<br />

boca con sus manos perfumadas, y Eduardo se las besaba como<br />

dos tesoros inestimables, temiendo que ese dolor <strong>de</strong>l mañana no<br />

se aproximase a gran<strong>de</strong>s pasos, y creyendo que cada beso<br />

impreso sobre su suave cutis, disminuían la cuenta <strong>de</strong> los que<br />

fatalmente le faltaban para llegar al <strong>de</strong>l olvido y la separación.<br />

—Tú eres muy malo, le <strong>de</strong>cía. ¿Por qué tocas esas cosas tan<br />

tristes? Al oírte me imagino que estoy sola en un valle <strong>de</strong>sierto, y<br />

que te he perdido para siempre. ¡Oh! si yo supiese, qué <strong>de</strong> cosas<br />

alegres te compondría para festejar nuestra felicidad y nuestro<br />

amor. Tócame algo <strong>de</strong> Manón. ¿Te acuerdas cuando tú me<br />

querías comer con los ojos, aquella noche en la Opera Cómica?<br />

¡Qué raro! Y, sin embargo, algo extraño me <strong>de</strong>cía que yo <strong>de</strong>bía<br />

amarte. <strong>La</strong> noche siguiente volví a oír Carmen, y te busqué por<br />

todas partes. Yo me <strong>de</strong>cía: pero qué torpe, cómo no piensa que<br />

yo podía estar aquí. ¡Qué extraño es todo eso!...<br />

Entonces Eduardo, para distraerla, le tocaba el dúo <strong>de</strong>l primer<br />

acto, cuando De Brieux invita a Manón a huir a París.<br />

Haciéndola reír, imaginándose escuchar a la joven provincial,<br />

vestida con su saya corta, que respondía al caballero, juntando las<br />

Ejemplar <strong>de</strong> cortesía gratis para lectura y uso personal<br />

manos, como si la invitasen a ir al cielo: ¡A París!... ¡Tous les<br />

<strong>de</strong>ux!... Pero Eduardo no pensaba en Manón, pensaba en ella y la<br />

veía arriba en el palco, <strong>de</strong>jando fuera <strong>de</strong> la barandilla <strong>de</strong> pelouche<br />

muy rojo, su manecita bien guantada, y que él había <strong>de</strong>seado<br />

besar muchas veces. ¡Cuán cambiado se sentía en tan corto<br />

tiempo!... Si estaría <strong>de</strong>stinado a no conocer que era feliz, sino<br />

cuando la felicidad había ya huido, por la comparación <strong>de</strong> las<br />

horas transcurridas. Esos recuerdos <strong>de</strong> sus primeros días <strong>de</strong> amor,<br />

le mortificaban. Eran sensaciones <strong>de</strong>saparecidas para siempre,<br />

exhaladas por su alma, como la esencia odorífera <strong>de</strong> un ánfora, y<br />

ahora podía amar otras mujeres más bellas, más seducientes, pero<br />

ya no volvería a experimentar <strong>de</strong>l mismo modo sus viejos <strong>de</strong>seos,<br />

sus primeros <strong>de</strong>lirios <strong>de</strong> amor, cuando al llegar <strong>de</strong> su país,<br />

fascinado ante aquel brusco cambio entre su pobre al<strong>de</strong>a y la<br />

esplen<strong>de</strong>nte ciudad que llena el mundo con sus bellezas<br />

tentadoras, la vio, y la amó, apasionadamente, con los <strong>de</strong>liquios<br />

<strong>de</strong> un triste efebo ante una diosa pudorosa, sin atreverse a tocarla,<br />

creyendo fuese un sueño que aquella mujer <strong>de</strong>liciosa, vestida <strong>de</strong><br />

seda, con joyas y oro sobre su cuerpo, llegase a ser toda suya. Y<br />

la había amado en esos primeros días con humildad, feliz <strong>de</strong><br />

obe<strong>de</strong>cerla como un esclavo, contemplándola por la noche horas<br />

enteras, mientras ella dormía como un niño, hundida la cabeza<br />

entre las almohadas, con su rostro sereno y conforme <strong>de</strong> quien no<br />

tiene conciencia <strong>de</strong> la vida.<br />

—Y pensar que todas esas sensaciones han muerto ya para<br />

siempre en mi alma.<br />

Los amigos <strong>de</strong> su pueblo lo envidiaban porque él vivía en París,<br />

sin darse cuenta <strong>de</strong> la gravedad que ese acto encierra para un<br />

<strong>de</strong>generado hijo <strong>de</strong> europeos en un país exótico, que al encontrar<br />

su medio <strong>de</strong> acción, se <strong>de</strong>sarrolla fatalmente y se dirige con pleno

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!