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La tristeza voluptuosa de Pedro César Dominici Índice - Interlectores

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80 <strong>La</strong> <strong>tristeza</strong> <strong>voluptuosa</strong> <strong>de</strong> <strong>Pedro</strong> <strong>César</strong> <strong>Dominici</strong><br />

a Isis en los tiempos egipcios, o al Sol y la Luna en la<br />

civilización incaica, rechazaba la profesión <strong>de</strong> fe, y la triste<br />

perspectiva <strong>de</strong> que para pertenecer a esa secta <strong>de</strong>ba <strong>de</strong>jarse a las<br />

puertas <strong>de</strong> la iglesia, como un fardo peligroso, la libertad <strong>de</strong><br />

conciencia. A su manera <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r las cosas, los frailes y los<br />

curas tienen razón <strong>de</strong> vivir <strong>de</strong> ese modo, en los mo<strong>de</strong>rnos<br />

templos paganos, en don<strong>de</strong> cada santo está sustituyendo un dios<br />

antiguo, aunque eso oficio sea más propio para mujeres, como lo<br />

acostumbraban las vestales y sacerdotisas, pero encontraba<br />

vergonzoso que un hombre se <strong>de</strong>cidiera a abandonar la libre<br />

posesión <strong>de</strong> su sexo, por la vida tranquila y egoísta <strong>de</strong> los<br />

claustros y monasterios, sobre todo, necesitando la tierra brazos y<br />

manos el arado.<br />

Y proclamaba como ella <strong>de</strong>be ser la religión, gran<strong>de</strong>, inmensa,<br />

in<strong>de</strong>structible, teniendo como templo la Naturaleza, como i<strong>de</strong>al<br />

la Justicia, como símbolo la Belleza. Imaginábase en sus sueños<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>mocracia, en las plazas más concurridas, al lado <strong>de</strong> la<br />

República, la estatua <strong>de</strong> mármol <strong>de</strong> Jesús, representando la<br />

mansedumbre y la fraternidad. «En esa época, ¿qué religión<br />

dominará, qué nuevo genio habría nacido en el mundo, y hecho<br />

transformar con sus doctrinas los i<strong>de</strong>ales y la filosofía <strong>de</strong>l<br />

pueblo? ¿Vendrá <strong>de</strong>spués que un hombre haya humillado al<br />

mundo, o los nuevos héroes seguirán <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l manto estrellado<br />

<strong>de</strong>l nuevo Dios, asegurando sus doctrinas con la espada y la tea?<br />

Que para entonces se encuentre ya <strong>de</strong>sengañado el pueblo <strong>de</strong>l<br />

premio <strong>de</strong> la guerra, y que toda la sangre que por tantos siglos ha<br />

bebido la tierra, sea el sublime galardón <strong>de</strong> paz que ha <strong>de</strong> traer en<br />

su manto <strong>de</strong> púrpura el futuro nuevo Rey <strong>de</strong>l mundo.»<br />

Esas frases <strong>de</strong> sabor bíblico, eran los gritos rebel<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su alma,<br />

que juzgaba como imperfecto el cristianismo, doctrina, como él<br />

Ejemplar <strong>de</strong> cortesía gratis para lectura y uso personal<br />

<strong>de</strong>cía, admirable, consi<strong>de</strong>rada como la obra <strong>de</strong> un hombre,<br />

tristemente fementida, si era la obra <strong>de</strong> un Dios. Y sostenía, que<br />

en diez y nueve siglos el cristianismo no había logrado reformar<br />

ni conquistar el mundo, y que el hombre no había mejorado <strong>de</strong><br />

sentimientos, ni la humanidad había preferido la ten<strong>de</strong>ncia al<br />

bien. Los hombres, tan malos, o peores que antes, son siempre<br />

igualmente <strong>de</strong>sgraciados; y Jesús, el manso, el cor<strong>de</strong>ro, la<br />

paloma, ha ensoberbecido las almas con su canto revolucionario,<br />

que terminó con la melancólica protesta <strong>de</strong>l Gólgota. «Padre mío,<br />

¿por qué me has abandonado?» Tal vez arrepintióse el mártir<br />

soñador en ese instante <strong>de</strong> haber llevado sus i<strong>de</strong>ales hasta el<br />

sacrificio, y dudó, como han dudado todos los hombres, al<br />

encontrarse abandonado, traicionado y negado por sus amigos,<br />

recordando que los otros filósofos, a quien él había imitado, y en<br />

cuyas fuentes había bebido, si es cierto que también se<br />

sacrificaron por sus i<strong>de</strong>as, muriendo igualmente por la<br />

humanidad, al menos encontraron en la agonía el consuelo <strong>de</strong><br />

verse ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> sus discípulos. Y <strong>La</strong>grange, con toda la<br />

honra<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su alma, anatematizaba a los traidores y a los<br />

cobar<strong>de</strong>s <strong>de</strong> todas las épocas, raza indigna <strong>de</strong> acompañar al genio<br />

en su camino luminoso, lleno <strong>de</strong> martirios y <strong>de</strong> <strong>tristeza</strong>s, palmas<br />

y laureles <strong>de</strong> toda nueva i<strong>de</strong>a.<br />

Sin aceptar todos los argumentos <strong>de</strong> la filosofía <strong>de</strong> Augusto<br />

Comte, su i<strong>de</strong>al revolucionario iba hacía el positivismo; y el<br />

sistema <strong>de</strong>l gran filósofo lo seducía por la bella conclusión<br />

general <strong>de</strong> su tratado, que construía sobre las ruinas <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>as<br />

religiosas, en otro tiempo necesarias para la vida <strong>de</strong> los pueblos,<br />

hoy completamente <strong>de</strong>sacreditadas, la religión social, por el culto<br />

<strong>de</strong> la razón, el único digno <strong>de</strong>l cerebro <strong>de</strong>l hombre. Y miraba con<br />

<strong>de</strong>sprecio las inteligencias elevadas que se han <strong>de</strong>jado engañar<br />

por la parte artística <strong>de</strong>l catolicismo, por lo que él llamaba

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