www.interlectores.com Tapa | Indice 90 <strong>La</strong> <strong>tristeza</strong> <strong>voluptuosa</strong> <strong>de</strong> <strong>Pedro</strong> <strong>César</strong> <strong>Dominici</strong> vejez; por el placer <strong>de</strong> ser rebel<strong>de</strong>, <strong>de</strong> no seguir la triste corriente <strong>de</strong> sumisión con que se perpetúa la humanidad. Y sonreía ferozmente, como si hubiése satisfecho una venganza. Su alma estaba como alucinada. Todas sus acciones, todos sus movimientos, se los explicaba como cosas ya pasadas, recuerdos <strong>de</strong> días ya vividos, y que ahora, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto, mientras su espíritu se difundía lentamente en el aire, hacían creer en una prolongación <strong>de</strong> la vida. Su alma era como un perfume, creada por sustancias materiales, habría <strong>de</strong> perecer también con el fin <strong>de</strong>l cuerpo que la encerraba. Por la noche, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber tomado un baño tibio, y <strong>de</strong> haberse <strong>de</strong>sperezado <strong>voluptuosa</strong>mente en la elegante baña<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> mármol rojo, como en los días en que <strong>de</strong>sfallecido <strong>de</strong> placer se entregaba allí a soñar con cuerpos i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong> ninfas y <strong>de</strong> diosas, mientras el agua perfumada le refrescaba la piel, y el cerebro excitado creaba nuevos goces y nuevos <strong>de</strong>seos, entregóse con verda<strong>de</strong>ra coquetería femenil a una toilette cuidadosa. Y luego, vistióse <strong>de</strong> frac, correcto y elegante, como para asistir a la más culta y aristocrática <strong>de</strong> las fiestas. Sus ojos se habían vuelto fieros y luminosos, y su rostro revelaba una secreta alegría. Palpitaciones repentinas lo agitaban <strong>de</strong> tiempo en tiempo, algo como un susto agradable, como un ligero calofrío angustioso, como quien espera a una mujer adorada que ha tardado a la cita convenida. Y parecíale a cada instante escuchar el timbre que sonaba, y ver entrar a alguien que <strong>de</strong>bía llegar, que venía a buscarlo para irse juntos a lugares <strong>de</strong>sconocidos. Después, hastiado <strong>de</strong> esperar un invitado que no llegaba, y para comenzar él solo el trágico festín <strong>de</strong> la Muerte, bebióse Ejemplar <strong>de</strong> cortesía gratis para lectura y uso personal ardientemente una copa <strong>de</strong> éter, como si apurase el brebaje <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s sensaciones, el néctar pagano que daba la inmortalidad. Sobre la alfombra acostóse dulcemente. Un calambre doloroso contrajo todo su cuerpo, y un frío glacial invadía sus miembros. El rostro había tomado una expresión terrible, y entre los labios aparecían como líneas hechas con un buril, muecas manifiestas <strong>de</strong> un gran <strong>de</strong>sprecio. Su cabeza se hizo como <strong>de</strong> piedra, y las sienes y la frente eran <strong>de</strong> hielo, ligeramente empañadas, como un espejo. Los ojos no habían querido cerrarse como signo <strong>de</strong> la última protesta, y en las manos crispadas había un gesto muy marcado <strong>de</strong> amenaza. Y su boca no tenía ya más besos, ni por su cuerpo volverían a correr extraños <strong>de</strong>smayos, alegría mezcladas con hastíos y <strong>tristeza</strong>s, sombras <strong>de</strong> cosas pasadas comparadas y preferidas a la realidad <strong>de</strong>l presente. Y su alma comenzó a vagar angustiada por la estancia, perseguida por mil bocas amorosas y sensuales, entre el perfume embriagante <strong>de</strong> las flores y el roce atormentador <strong>de</strong> caricias invisibles. Y al fin escapóse velozmente por el balcón entreabierto, huyendo presurosa hacía el espacio azul, en la noche húmeda y triste. Y fue a vivir en la Nada con el alma <strong>de</strong> las cosas. FIN
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