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Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia

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ien el sinsentido basado en juegos lingüísticos<br />

a la manera de Lewis Carroll, como los<br />

libros de transformaciones de Nister. En ellos<br />

la imagen -por lo general un rostro o figuras<br />

de animales- es cortada horizontalmente en<br />

cuatro partes que se combinan libremente<br />

pasando las páginas. El resultado del juego<br />

puede ser una criatura con piernas de pollo,<br />

tronco de elefante, hombros de mono y cabeza<br />

de mosquito pero también un león hecho y derecho.<br />

La enseñanza sutil del juego es que las<br />

posibilidades combinatorias de la imaginación<br />

CENTENARIO: SARA DE IBÁÑEZ<br />

(Chamberlain, departamento de Tacuarembó, 1909<br />

-Montevideo, 1971):<br />

Sara Iglesias Casadei nació un verano de<br />

soles y de abejas rubias para prender en su<br />

oficio de palabras el más claro linaje de los<br />

cielos. En Chamberlain, departamento de Tacuarembó,<br />

junto al “Hum de los caracoles”, se<br />

abrió su canto el 11 de enero de 1909. Anduvo<br />

su infancia entre azahares y glicinas con voz<br />

mojada en ruiseñores y pitangas, porque dijo:<br />

Voy a vivir la estrella. / Voy a tocar su frente de<br />

alegría. / Voy a estrenar el día. / Voy a olvidar<br />

la gran palabra fría.<br />

Y para hacerlo se vistió con “avispas y con<br />

uvas” y echó a volar su idioma de fuego y de<br />

frescura. Entre las dunas y barrancas de Santa<br />

Isabel de Paso de los Toros corrió su sangre<br />

de criatura elegida. Su voz tembló en batallas<br />

y porfías, su pie menudo supo la flecha de los<br />

juncos y la juventud del río. Su mano niña<br />

palpó la magia de los trigos, la agreste sinfonía<br />

campesina, el polvo y el silencio de las calles<br />

de un pueblo que había nacido bajo un cielo<br />

de lirio y en cuyo aire ella soltó, a puñados<br />

encendidos, mariposas multicolores.<br />

Sara de Ibáñez nació para el canto con los<br />

labios mojados de rocío y tendió sus alas en<br />

infinito vuelo, porque su pecho fue de pájaro<br />

y poesía.<br />

no son finitas y que la existencia del león es tan<br />

absurda como la de la nueva criatura.<br />

El interés actual por el libro mecánico<br />

resulta desconcertante si se considera que ya<br />

no es necesario recurrir a troquelados o relieves<br />

para reproducir una emoción, que puede<br />

obtenerse más fácilmente en el cine o en la<br />

animación. Pero su retorno es una forma de<br />

resistencia a la supremacía de la imagen en<br />

movimiento. Su cruce de arquitectura, artes<br />

plásticas y literatura propone un regreso nostálgico<br />

a la infancia.<br />

Vivió su infancia en el campo hasta que se<br />

radicó en Montevideo (1923). En 1928 contrajo<br />

matrimonio con el crítico, ensayista y escritor<br />

Roberto Ibáñez. No obstante haber creado versos<br />

desde la niñez su poesía se reveló en 1938,<br />

ya madura, con Canto. Pablo Neruda asistió<br />

al bautismo lírico de la que él llamó “grande,<br />

excepcional y cruel poeta”. El prólogo del<br />

chileno inició el itinerario bibliográfico de Sara<br />

de Ibáñez que incluiría, más tarde, ocho obras<br />

éditas en vida de la poetisa, todas premiadas<br />

en Uruguay, con dos distinciones post-mortem,<br />

una de ellas el Premio Nacional de Literatura<br />

bienio 1971-72, otorgado por el Ministerio de<br />

Educación y Cultura, y un volumen póstumo,<br />

editado por Losada en 1973.<br />

Sylvia Puentes de Oyenard<br />

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