Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia
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4<br />
Enciendo el fuego para hacer el dulce de<br />
naranja en un barrio muy pobre detrás del Cerro.<br />
Los vecinos son invitados del Programa<br />
“Esquinas de la Cultura” de la Intendencia<br />
Municipal de Montevideo. Nos presentamos,<br />
cada uno dice su nombre y lo que quiera. Me<br />
entero que la mayoría son hurgadores, gente<br />
sencilla. Son más de treinta y rodean la mesa<br />
dispuesta con rodajas de pan aromático, tazas<br />
de colores, dulces brillando.<br />
Los siento expectantes, contentos. Se han<br />
puesto sus mejores galas para asistir al “Te<br />
Literario” de la escritora.<br />
Explico los pasos de la receta y doy el<br />
toque de arranque: ¡a probar ya, y a adivinar<br />
los sabores de las dulceras!<br />
Una hora antes, una mujer morena ha<br />
extendido sobre la mesa un largo mantel de<br />
banquete. Es una pena, quizás se manche, le<br />
advertí ante aquel lujo de hilo finísimo. Señora,<br />
hace tres días que lo tengo al sol, blanqueando<br />
para hoy, permítame el gusto de usarlo.<br />
El perfume cítrico invade el antiguo tambo,<br />
devenido en centro comunitario. Con una mano<br />
revuelvo la olla y con la otra sostengo el libro<br />
mientras leo “El vendedor de naranjas”. La<br />
gente escucha y come en silencio. ¿Alguien<br />
conoce a Juana de Ibarbourou? Silencio. Les<br />
hablo de Melo, de sus inicios, de la Juana de<br />
América, doy su bibliografía, cuento algunas<br />
anécdotas. Silencio.<br />
El dulce va tomando color dorado, leo<br />
“Vida garfio”. Un viejito levanta la mano,<br />
dice: esos sí que son amores para siempre, y<br />
agrega: creo que ésta que usté nombra es una<br />
que está en un billete. ¡Si, la Juanita, qué poco<br />
lo vemos a ése! Reímos. Voy de “Los parrales”<br />
LA JUANA DE TODOS<br />
Ana Magnabosco<br />
a “Quietud”. Los invito a comentar. Una mujer<br />
joven, expresa como en un sueño: mi hijo anda<br />
en la brava. Qué bien me vendría “todo un día<br />
de silencio en una calleja en flor”.<br />
El dulce está espumando. Se levantan para<br />
mirar la olla y comprender los secretos del<br />
punto. Vuelven a sentarse y les aviso: sé que<br />
ustedes conocen a esta autora. Lentamente digo<br />
el primer verso de “La higuera”.<br />
El salón se transforma, vibra. Varios se<br />
ponen de pie y me acompañan diciendo el<br />
poema a viva voz. Los más chicos abren los<br />
ojos sorprendidos. Alguna lágrima aparece<br />
entre las risas: ¡Sí, la conocemos! ¡Estaba en<br />
el libro de lectura de tercero y hasta ahí llegué<br />
yo! ¡Pero mirá quién era! Si la maestra la hacía<br />
aprender de memoria…<br />
Abrazo a una señora que llora y tiembla,<br />
el rostro apoyado entre las manos sobre la<br />
mesa. Vaya a saber qué dique echó abajo<br />
las palabras diáfanas de nuestra poeta. El<br />
puro poder de la poesía, de la belleza. El<br />
dulce está pronto.<br />
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/magnabosco/la_juana_de_todos.htm