Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia
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puerto de mar, lo mismo que hacen hoy sus<br />
jóvenes cuando le llaman “malecón” al muro<br />
de su viejo teatro. Tanto ama Luis a Santa Clara<br />
que —sin quejarse de la ruinosa condición<br />
de que recién comienza a levantarse su casco<br />
histórico— la convirtió en escenario de sueños<br />
y pasiones, no solo humanizando en otro libro<br />
la conocida estatua del Niño de la Bota, sino<br />
también salvando en este, intacto sobre su pedestal,<br />
a ese Burro Perico que desde el último<br />
huracán no vemos en su justo monumento. De<br />
modo que —gracias a El misterio del pabellón<br />
hexagonal, que tiene en Santa Clara uno de sus<br />
espacios narrativos— los vecinos del autor<br />
olvidarán un poco su falta de mar y otras calamidades<br />
y llevarán con orgullo su condición<br />
de santaclareños.<br />
Por fin nos enfrentamos a la tercera pregunta:<br />
la del lugar que actualmente damos a<br />
los abuelos… Muchas veces estorban; muchas<br />
veces se les niega todo el protagonismo que<br />
tuvieron en casa; se olvida cuánto dieron para<br />
que hijos y nietos alcanzaran sus metas en la<br />
vida. Muchas veces les asignamos papeles<br />
secundarios como si hubieran perdido el derecho<br />
de opinar, como si no sirvieran más que<br />
para salir de compras. Contra eso se rebelan<br />
los protagonistas de este libro. Contra eso se<br />
rebela Luis Cabrera. Contra eso nos rebelamos<br />
todos los lectores de esta pieza que, sin darnos<br />
sermones, hace un llamado a la sensibilidad.<br />
Una vez superada la prueba de los tres<br />
enigmas y lanzados al corazón del relato,<br />
notaremos que Luis Cabrera ha logrado un<br />
magistral ritmo narrativo a base de contar<br />
todo el tiempo —como el Zola de Germinal—,<br />
aunque sin agobiar ni perder nunca el impulso;<br />
descubriremos que su doble discurso (pues no<br />
sabremos hasta el final si leemos una novela<br />
de misterio o de aventuras) lo obligó a una<br />
minuciosa selección del lenguaje, donde tiene<br />
más peso lo connotativo que lo denotativo;<br />
celebraremos que el narrador se apoye cómo-<br />
damente en los resortes expresivos de la comedia<br />
de equívocos, el relato maravilloso, las<br />
técnicas de engaño y desengaño y el folletín;<br />
disfrutaremos de su prosa fluida, de su humor<br />
diáfano y paródico…<br />
Así, El misterio del pabellón hexagonal<br />
nos narra el enigmático viaje de un grupo de<br />
ancianos hacia una rara finca en la zona de<br />
Yaguajay donde existe un rarísimo Instituto<br />
en que se enseña a vivir. De ahí en adelante,<br />
el lector se convierte en un viajero cómplice a<br />
través de las insólitas y simpáticas peripecias<br />
que vivirán estos viejitos junto a sus pintorescas<br />
profesoras. Les diré que el escritor aprovecha<br />
el recorrido para rendir homenaje a las<br />
culturas aborígenes de Cuba, y que se acerca al<br />
viejo mito de la Fuente de la Eterna Juventud.<br />
Si acaso la fuente de la juventud existe, Luis<br />
Cabrera desconoce dónde está pero sabe qué<br />
debemos hacer frente a ella. Luis nos recuerda,<br />
además, que el humanismo no es tal cuando<br />
no exalta a todas las personas, sea cual sea su<br />
edad, y nos ha dado a lo largo de su valiosa<br />
novela un curso intenso y fructífero de cierta<br />
imprescindible asignatura que, simplemente,<br />
llamaremos Vida.<br />
Cuba, 25 de febrero de 2009.<br />
*Yamil Díaz Gómez (Santa Clara, Cuba, 1971).<br />
LIcenciado en Periodismo. Escritor y editor. Ganador<br />
de numerosos premios literarios. Ha publicado cuatro<br />
poemarios, de ellos uno para niños: En el buzón del<br />
jardín, cinco tomos de periodismo, entre los que<br />
sobresalen: Crónicas martianas, Los dioses verdadero<br />
y La calle de los Oficios, y un folleto de narrativa.<br />
Aparece en decenas de antologías y ha ganado en<br />
Cuba varios importantes premios literarios.