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Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia

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Las luces del robot fueron disminuyendo a<br />

intervalos hasta que se apagaron por completo<br />

y él quedó muy quieto.<br />

El doctor Héctor Locorón abrió la tapa de<br />

su espalda y revisó el mecanismo; recargó la<br />

batería, chequeó los circuitos; todo estaba aparentemente<br />

bien, pero el robot no funcionaba.<br />

—Quizás se enojó porque no quisiste hacerle<br />

una fiesta de cumpleaños —dijo el niño<br />

preocupado.<br />

—¡Qué cosas dices, Luis! Los robots no<br />

pueden sentir así —contestó el abuelo molesto,<br />

y continuó—, me lo llevaré al laboratorio y allí<br />

veré de qué se trata el daño.<br />

Pasados dos días; el robot no volvió a<br />

funcionar a pesar de todos los intentos que el<br />

doctor Locorón hiciera por repararlo. Entonces,<br />

el científico se dio por vencido y decidió<br />

construir otro.<br />

Cuando Luis escuchó esta noticia, decidió<br />

ir a visitar a su abuelo llevando una caja de<br />

cartón grande y cuadrada.<br />

—¿Abuelito, me dejarías que yo trate de<br />

arreglar el robot? —dijo el niño.<br />

—Ay, mi pequeño científico, ¿así que tú<br />

crees que puedes lograrlo?<br />

El científico se hallaba muy preocupado porque<br />

su robot no funcionaba. Y más en broma que<br />

en serio le dio permiso a Luis para intentarlo.<br />

Luis abrió la caja que traía y sacó una hermosa<br />

torta con una vela y varias serpentinas<br />

de colores.<br />

Lo arregló todo sobre una mesita y puso<br />

al robot delante. Prendió la vela y empezó a<br />

cantar:<br />

—Feliz cumpleaños a ti…<br />

Por un momento pareció como si las luces<br />

de los ojos del robot se empezaran a prender<br />

pero se apagaron de nuevo.<br />

—Feliz cumpleaños, ro-bo-t, feliz cumpleaños<br />

a ti —continuó la canción el niño.<br />

¡Ahora sí que se prendieron sus luces! ¡No<br />

solo las de sus ojos sino las de todo su cuerpo!<br />

69<br />

Y el robot comenzó a moverse bailando de un<br />

lado al otro.<br />

Asombrados, el científico y el niño se<br />

miraron. Había resultado, y ahora el robot funcionaba<br />

de nuevo.<br />

—¡Lo sabía! —exclamó Luis contento.<br />

—De ahora en adelante celebraremos tu<br />

cumpleaños con una fiesta todos los años —prometió<br />

el científico.<br />

El robot contempló la hermosa torta que<br />

brillaba con la velita encendida y pensó: -“Puede<br />

ser verdad que un niño es un niño, y que un robot<br />

es un robot; pero, ¡caramba! ¡Un Cumpleaños<br />

es un Cumpleaños!”.<br />

(Del libro, Pecas y las cucarachas)<br />

Edna Iturralde es una brillante y prolífica<br />

autora de Ecuador. Preside la Academia<br />

Ecuatoriana de Literatura Infantil y Juvenil,<br />

ha recibido numerosos premios y su obra se<br />

caracteriza por proyectar la vida de las diferentes<br />

comunidades ecuatorianas, lo que se<br />

llama etnohistoria, especialidad en la que ha<br />

sido pionera.<br />

Hoy nos regala, especialmente para Charoná,<br />

este cuento que puede pasar en cualquier<br />

tiempo y lugar.<br />

Si quieres conocer más ce Edna, ve a su<br />

web: www.ednaiturralde.com

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