Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia
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68<br />
UN CUMPLEAÑOS ES UN CUMPLEAÑOS<br />
“Así que esto es un cumpleaños”, la computadora<br />
de su cerebro reprodujo el pensamiento<br />
en la cabeza del pequeño robot, de placas metálicas,<br />
mientras entonaba la clásica canción de<br />
cumpleaños. “Sí que es divertido. Y estar junto<br />
con los humanos chiquitos que hacen tanto alboroto,<br />
más aún”. Pensó el robot emocionado.<br />
No se podía comparar con las largas horas<br />
aburridas que el robot pasaba en el laboratorio<br />
donde fue creado por un famoso científico, el<br />
doctor Héctor Locorón. Aquel día, su inventor<br />
lo había sacado especialmente para llevarlo a<br />
la fiesta de cumpleaños de su nieto, un chico<br />
llamado Luis, que cumplía diez años.<br />
—Feliz cumpleaños, a ti… —terminó<br />
de cantar el robot la última nota con un clic<br />
metálico mientras prendía y apagaba sus luces<br />
delanteras de color verde claro.<br />
—¡Qué chévere robot! —exclamaron los<br />
niños, rodeándolo. —¡Vean como camina solito!…<br />
y… habla, y se prenden sus luces por<br />
todas partes, y canta y…<br />
—Éste es el último modelo en robots que<br />
se ha inventado —interrumpió el científico—.<br />
Tiene una pequeña computadora en su cerebro<br />
que le permite hacer muchas cosas más que<br />
cualquier otra máquina, y yo lo he programado<br />
para que sea casi humano.<br />
Terminada la fiesta, el niño llevó al robot a<br />
su cuarto y se sentó delante de él.<br />
—¿Te gustó la fiesta? —preguntó el niño.<br />
—Riic, riic. Sí, sí, sí, mucho, mucho —contestó<br />
el robot.<br />
—¿Qué te gustaría hacer ahora? —volvió a<br />
preguntar el niño.<br />
—Riic, riic., fiesta, fiesta, fiesta —contestó<br />
el robot.<br />
—No, no me repitas lo mismo; te estoy preguntando<br />
otra cosa —Luis pensó que el robot<br />
se había trabado.<br />
Edna Iturralde *<br />
—Te pregunto qué quieres hacer ahora<br />
conmigo, a qué quieres jugar, o si deseas ir al<br />
jardín, o contarme un cuento…<br />
—Riic, riic. Hacer fiesta, fiesta de cumpleaños.<br />
—No, robot, eso no es posible. Ahora tengo<br />
que esperar otro año para celebrar de nuevo mi<br />
cumpleaños —trató de explicar el niño.<br />
El robot se movió impaciente de un lado<br />
a otro.<br />
—Riic, riic, fiesta linda para robot.<br />
—¡Ah!, ya te entiendo. Quieres que hagamos<br />
una fiesta por tu cumpleaños.<br />
—¡RRRIIIC…! —respondió el robot alzando<br />
el volumen de su voz.<br />
Luis bajó corriendo las gradas de su casa en<br />
busca de su abuelo que aún se encontraba allí,<br />
y le contó la conversación que había tenido<br />
con el robot.<br />
El doctor Locorón soltó una carcajada y<br />
junto con Luis fue a ver al robot.<br />
—Pedazo de lata… —exclamó riendo el<br />
científico—. Oigo que ahora quieres tú una<br />
fiesta de cumpleaños; ni siquiera hay una sola<br />
fecha en la que “naciste”, si es que así se pudiera<br />
decir un robot.<br />
Los ojos del robot despidieron destellos<br />
amarillos. Él sabía cuándo podía ser su cumpleaños:<br />
el primer recuerdo que tenía de su<br />
existencia era de un día en el cual se enamoró<br />
de una tostadora, pensando que era una robotita.<br />
¡Esa era una buena fecha! Hizo funcionar su<br />
memoria electrónica y comprobó que la fecha<br />
se cumpliría dentro de dos días.<br />
—Riic, riic. Quiero tener una fiesta de cumpleaños<br />
—contradijo el robot.<br />
—¡Tonterías! —dijo el científico—. ¡Quién<br />
ha oído hablar de una fiesta para un robot! Un<br />
niño es otra cosa. Por muy inteligente que seas,<br />
eres un robot y… un robot es solo un robot.