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Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia

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-¡Mima!- dicen mis nietos al unísono.<br />

-Vamos a almorzar chicos, a lavarse las<br />

manos y ¡a disfrutar!<br />

-Mima, estoy pensando que dimos una clase<br />

sobre las costumbres de la mesa, no me quedó<br />

claro ¿cómo era antes? Seguro que lo sabés.<br />

-Bueno, hace mucho tiempo, cuando no<br />

existían la luz eléctrica, computadoras, ni teléfono,<br />

ni los modales de hoy, vivía Leonardo<br />

da Vinci, un sabio artista. …Era muy buen<br />

cocinero y le gustaba hacer banquetes en su<br />

casa. Tenía un restaurante que se llamaba “Las<br />

tres ranas de Sandro y Leonardo”<br />

-¿Qué Sandro, el cantante?<br />

- No, Sandro Botticelli, tan buen pintor<br />

como él y amigo de la escuela.<br />

El Gran Duque Ludovico, que portegía a<br />

Leonardo, le pidió que hiciera un banquete para<br />

una fiesta de boda. S ¿Y saben qué se le ocurrió?<br />

Nada más ni nada menos que disfrazar a todos<br />

sus empleados de monstruos y pájaros.<br />

-¿Y los invitados se asustaron, Mima?<br />

-No, resultó un éxito.<br />

Ludovico padre le pidió hacer otra fiesta<br />

y él como buen inventor decoró toda la sala<br />

del comedor con sillones y mesas hechas de<br />

pasteles.<br />

-¿De pasteles? -Sofía pregunta extrañada.<br />

-¿No se rompían?- dice Francisco asombrado.<br />

-¿Y cómo les quedaba la ropa?- cuestiona<br />

Maite.<br />

-Eso no sucedió-dijo Mima- porque a la<br />

noche pasaron ratas y pájaros que se dieron un<br />

festín y... ¡arrasaron con todo!<br />

-¿Y no se enojó Ludovico? -pregunta Matías<br />

sorprendido.<br />

-Claro que se enojó y lo mandó en penitencia<br />

a un castillo. Y allí se puso a estudiar cómo<br />

se debía comer. Demoró años en aprender.<br />

DA VINCI EN LA MESA<br />

25<br />

Susana Pérez Gomar (Uruguay)<br />

-¿Y cómo se comía en esa época?<br />

-Por ese tiempo los hombres vestían armaduras<br />

y las damas trajes largos cual princesas,<br />

con la armadura era difícil moverse y con los<br />

vestidos, también. No tenían reglas de comportamiento,<br />

tomaban la comida con las manos...<br />

-¿No existían cubiertos?<br />

-No, y tampoco servilletas, así que se limpiaban<br />

con el mantel o la ropa del vecino.<br />

-¿Y no se enojaban?<br />

-Sí era tal el alboroto de ese entorno que<br />

cada uno hacía lo que le parecía, desde sentarse<br />

debajo de la mesa o encima de ella, emitir<br />

sonidos groseros, o tocar la lira en plena comida.<br />

Ah, ¡y también se ponían los dedos en<br />

la nariz!<br />

-¿En la nariz?<br />

-El día que comían tallarines volaban cual<br />

serpentinas. Y vomitaban adelante de todos<br />

y las sobras las ponían en los platos de otros<br />

invitados.<br />

Leonardo el gran sabio de pelo y barba<br />

larga se decía: “Esto no puede seguir”. Así que<br />

inventó las reglas del buen comensal.<br />

-¿Qué es un comensal?- dijo Felipe boquiabierto.<br />

-El que se sienta a la mesa y que de allí en<br />

adelante debía cuidar estas normas:<br />

“Ningún invitado ha de sentarse sobre la<br />

mesa, ni de espaldas a la mesa , ni sobre el<br />

regazo de cualquier otro invitado”.<br />

“No ha de limpiar su cuchillo en las vestiduras<br />

de su vecino de la mesa”<br />

“No ha de pellizcar ni golpear a su vecino<br />

de la mesa”.<br />

“No ha de poner el dedo en la nariz o en la<br />

oreja mientras esté comiendo”.<br />

“No ha...”

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