Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia
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VI<br />
su bibliografía, aunque ese germen da paso a<br />
una verdadera ficción literaria. Integrante de<br />
la llamada generación del <strong>45</strong>, Da Rosa negaba<br />
algunos conceptos de la misma y fue el único<br />
que se vinculó vitalmente a la infancia, incluso<br />
con libros escritos desde la perspectiva adulta:<br />
Ratos de padre (1968) es un diálogo abierto<br />
con ella, o Tata viejo (1999), extensa novela,<br />
donde rescata la relación abuelo-nieto.<br />
Buscabichos (1970), cuentos de carácter<br />
autobiográfico sobre vivencias con animales<br />
del medio rural en la infancia del hablante,<br />
es un clásico de nuestra literatura, donde la<br />
profesión de escritor no dobla a Da Rosa para<br />
acercarse al niño, mantiene la dimensión de<br />
sus mejores obras. La presencia femenina, encarnada<br />
en la madre, evoca a la del autor, gran<br />
lectora después de la fajina doméstica ya fuera<br />
a la luz del candil o de la lámpara de keroseno.<br />
Nuestro texto preferido es “El ratón Juancito”,<br />
donde un niño de siete años se relaciona con<br />
el personaje por el que se apiada cuando ve un<br />
congénere en una trampa. Expresa:<br />
“Durante mucho tiempo conversé con<br />
aquel amigo al que me había dado el lujo de<br />
bautizar. Cuando desde el fondo de mis noches<br />
de insomnio, apenas sentía un leve rumor<br />
ratonil por techos, paredes o entrepisos, me<br />
ponía a aconsejarlo paternalmente:<br />
-Juancito, ¿estás ahí?...Portate bien, mi<br />
hijito. No comas el maíz de la troje. Ni los<br />
quesos de la pobre mamá. Ni las coyundas de<br />
arar. Ni las riendas de papá. ¡Cuidado con el<br />
veneno que tiene el gofio del tirante del galpón!<br />
¡Y con las trampas de la despensa! ¡Y con la<br />
tropilla de gatos asesinos que andan por ahí,<br />
disfrazados de buenos! ¡Sé gente, Juancito!<br />
Mañana voy a convidarte con tocino y pororó<br />
azucarado.<br />
Así, hasta que un día me sorprendí a mí<br />
mismo riéndome a carcajadas de oír a mi<br />
madre contarme este cuento...”<br />
Gurises y pájaros (1973) de da Rosa habla<br />
de la relación con los pájaros, enmarcados en<br />
el ambiente campesino, tema que Juan Burghi<br />
(1889-1985) había definido con Zoología lírica<br />
(1961) y Pájaros nuestros (1940): “PÁJARO:<br />
gracia, belleza, melodía, ritmo y también utilidad.<br />
Ser maravilloso que participa del agua,<br />
de la flor, de la brisa, del rocío. Conciencia de<br />
la luz y voz que se anticipa a ella. () Pájaro y<br />
nido...() Hasta la voz que lo designa, pájaro, es<br />
elástica, vibrante y parece describir la parábola<br />
de un vuelo.”<br />
En Yunta brava (1990) Da Rosa introduce<br />
un personaje: su amigo negro, al que ve con<br />
“motitas de orégano rastrero” y después lo<br />
recrea en diálogos que reconstruyen la vida<br />
rural en las primeras décadas del s. XX, cuando<br />
el locutor y Severiano tenían entre seis y<br />
siete años.<br />
Juan J. Morosoli (1899-1957) se inicia<br />
con un poemario, Los juegos (1928), libro casi<br />
olvidado en su bibliografía. Luego la narrativa<br />
lo domina y él domina la capacidad de trasmitir<br />
un estado emocional, un hecho, un oficio.<br />
Maestro le han llamado, su academia fueron<br />
los libros y no el estudio curricular. Perico<br />
es un clásico que se lee en casas y escuelas.<br />
¿Quién no conoce “La geografía” de su pueblo<br />
por aquel yuyero viejo?: “En su canasta<br />
estaban todos los pagos, con su perfume agraz<br />
y dulce. / Con cada yuyo venía un pedazo de<br />
geografía viva, pues el yuyero al exaltar las<br />
virtudes de la planta evocaba el paisaje, los<br />
animales y los hombres...”<br />
La sierra venía con sus mil plantas llenas<br />
de espinas. A Morosoli le “enseñó geografía el<br />
Negro Félix, el yuyero...”<br />
Otro autor que adhiere a esta corriente es<br />
Roberto Bertolino (19<strong>44</strong>-1996) que confiesa<br />
en Ramón (1968): “No veíamos a nadie en<br />
esas mañanas de invierno./ Rojas de frío./<br />
Sin pájaros./ En los alambres del alambrado,<br />
donde dormía el frío, que es fino, quedaban