Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia
Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia
Boletin A.U.L.I. Nº 44-45 - Trapolandia
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
30<br />
EL VIOLÍN DEL TÍO ANTONIO<br />
Nadie como el tío Antonio tocaba el violín.<br />
Con él expresaba sus emociones y lograba llegar<br />
a lo más hondo de quienes lo escuchaban.<br />
Como buen italiano le gustaba la música y en<br />
los eventos familiares tocaba canciones típicas<br />
de su país, las que de tanto escuchar en su infancia,<br />
había aprendido. Eran un deleite aquellas<br />
canciones tan lejanas en el tiempo que muchos<br />
tarareaban con alguna lagrimita en los ojos.<br />
En la comunión de Catalina todos le pidieron<br />
que tocara el violín y por supuesto que lo hizo<br />
con gusto.<br />
Luis, uno de los sobrinos más pequeños,<br />
le prestaba mucha atención, parecía no existir<br />
nada a su alrededor cuando lo escuchaba. El tío<br />
tocó cerca de una hora que, por supuesto pareció<br />
mucho menos, había logrado crear un clima de<br />
éxtasis en el salón.<br />
Cuando terminó besó su violín y abrazado<br />
a él dijo:<br />
-Gracias a todos. Quiero decirles que no<br />
tacaré por un tiempo-. Un murmullo se alzó en<br />
la sala, los comentarios iban y venían de aquí<br />
para allá.<br />
-Escuchen, mis dedos no están como antes,<br />
así que guardaré mi violín en su caja y veré qué<br />
pasa con mis manos.<br />
La decisión de Antonio entristeció a todos.<br />
Hermanos, tíos y primos, se preguntaban:<br />
¿Qué le pasará? ¿Te comentó algo? ¿Vos que sos<br />
su hermano sabés qué le pasa?, mientras él bajaba<br />
de la tarima abrazado a su violín.<br />
-¡Tío Antonio!<br />
-Hola, Luisito. ¿Cómo estás? –le preguntó<br />
triste.<br />
-Bien gracias. Tío, quiero aprender a tocar<br />
violín y me gustaría algún día hacerlo como tú.<br />
Sylvia Suanes (Uruguay)<br />
-Me alegra saber que te interesa aprender música<br />
y sobre todo conocer este instrumento maravilloso<br />
que está un poco olvidado -comentó.<br />
-Sí, tío yo quiero tocar, ¿me vas a enseñar,<br />
verdad?<br />
-Claro, con mucho gusto. Cuando quieras<br />
vení por casa.<br />
Luis se enfrentaba a un nuevo desafío. A<br />
partir del lunes siguiente a la fiesta, se presentó<br />
en la casa de Antonio y sin perder un instante<br />
comenzó a tocar.<br />
En cuanto el tío le dio el violín y el niño lo<br />
acomodó en el hombro, advirtió que tenía el<br />
don y que el aprendizaje sería rápido. Día a día<br />
evolucionaba mágicamente, su tío no lo podía<br />
creer, tocaba casi sin errores y con una melodía<br />
innata.<br />
Pasaron los meses y el tío seguía sin salir del<br />
asombro, su sobrino había logrado incorporar el<br />
violín a sus sentidos.<br />
Pocos meses después hubo un bautismo en<br />
la familia.<br />
En la fiesta, Antonio pidió el micrófono,<br />
solicitó silencio y dijo:<br />
-¡Hola familia! –se lo veía muy contento.<br />
-¿Vas a tocar Antonio? –preguntó un primo<br />
desde su mesa- porque veo el estuche de tu violín<br />
allí a tu lado.<br />
-No, pero les tengo una sorpresa.<br />
Y del fondo se abrió una puerta y salió Luis,<br />
se acercó al tío y todo el salón murmuraba:<br />
“¿Luisito que hace ahí?”.<br />
-Solo les pido silencio –dijo. Y en ese instante<br />
sacó el violín del estuche y se lo dio a su sobrino<br />
diciéndole: “ahora es tu momento”.<br />
El silencio se fue apoderando del salón.<br />
La familia no entendía nada. Ese niño había<br />
logrado tocar como su tío Antonio en muy poco<br />
tiempo.