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Revista Conversaciones Pedagógicas 03 - UCO

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Espiritualidad y derechos humanos<br />

El hombre 1 es un ser integral, creado por Dios a su<br />

“imagen y semejanza”, lo que quiere decir que el<br />

hombre es un ser con capacidad de entrar en<br />

comunión con Dios. “Lo hiciste un poco inferior a los<br />

ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad” (Cfr Sal 8);<br />

el Espíritu clama en nuestro ser y nos impulsa hacia<br />

la comunión plena con Dios uno y trino; San Pablo lo<br />

expresa: “si no es con la fuerza del Espíritu no podemos<br />

ni siquiera decir Padre”. La vida toda del hombre en<br />

su plenitud, es, por tanto, continuamente empujada,<br />

conducida, guiada por el Espíritu de Dios; en el<br />

evangelio se dice que el mismo “Jesús fue conducido<br />

por el Espíritu al desierto…” (Cfr Lc 4); es pues, la<br />

verdad de la cual tenemos que estar convencidos: el<br />

hombre por gracia de Dios es un ser espiritual.<br />

La espiritualidad es la dimensión con la cual el<br />

hombre puede entrar en comunión con Dios, con<br />

la cual puede intimar con Él; la espiritualidad hace<br />

que la persona humana pueda dialogar “cara a cara”<br />

con Dios (Moisés), hace que pueda mirar a los ojos al<br />

ser divino. En la espiritualidad nos divinizamos; en la<br />

espiritualidad, el hombre se hace “teoforo”, “cristoforo”;<br />

en la espiritualidad el hombre reconoce su grandeza y<br />

la grandeza de quienes comparten su misma historia;<br />

en la espiritualidad el hombre reconoce la importancia<br />

y la medida de las cosas que Dios ha creado para su<br />

justo y recto servicio; en la espiritualidad el hombre<br />

sabe que las cosas le sirven tanto cuanto le ayuden a<br />

acercarse a Dios. Por la espiritualidad, el ser humano<br />

sabe que su objeto es Dios y que su fin es glorificarle<br />

a Él y servir a los hermanos.<br />

La espiritualidad cristiana se hace concreta en el<br />

seguimiento de Jesús o en el discipulado, que a su vez<br />

se hace realidad y se vive en la experiencia cotidiana<br />

de la fraternidad y la hermandad, “es imposible decir<br />

que se ama a Dios si no se ama al hermano” (Cfr 1<br />

Jn 4); por eso, muy específicamente se puede decir<br />

que ser cristiano no es otra realidad que vivir en Cristo,<br />

esta vivencia se específica en la comunidad, hecho<br />

que desde siempre, (desde un principio) la iglesia<br />

ha demostrado por medio de los sacramentos; de<br />

ahí que se pueda decir que la espiritualidad cristiana<br />

tiene su fundamento en los sacramentos de iniciación<br />

cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.<br />

Todo fiel cristiano se santifica en la vida, con la vivencia<br />

y celebración de estos sacramentos; el religioso<br />

busca santificarse uniéndose más estrechamente a<br />

Cristo en la vivencia de estos sacramentos, los cuales<br />

celebra como testimonio de la unión de vida con<br />

Cristo. El sacerdote es el hombre de Dios, es el hombre<br />

vocacionado, llamado por Dios para el servicio a los<br />

hermanos en las cosas que se refieren a Dios; por<br />

eso, es la iglesia quien, en nombre de Cristo mismo,<br />

llama a uno de sus fieles o a muchos y los prepara<br />

para el ejercicio del ministerio sacerdotal. Este hecho<br />

se hace específico y público mediante el rito de la<br />

ordenación.<br />

Si todo fiel cristiano, si toda persona se santifica en<br />

la vivencia cotidiana de su existir (en un sentido<br />

trascendental, en su misma vida), debe ser consciente<br />

de que lo único que hace es trasparentar al mismo<br />

Dios de quien es “Imagen y semejanza”. No en vano,<br />

precisamente, el teólogo Karl Rahner llama al hombre<br />

“Existencial sobrenatural” y el Concilio Vaticano II, en<br />

el numeral 57 de la Gaudium et Spes lo expresa con<br />

las siguientes palabras: “Los cristianos, en marcha hacia<br />

la ciudad celeste, deben buscar y gustar las cosas de<br />

arriba, lo cual en nada disminuye; antes por el contrario<br />

aumenta, la importancia de la misión que les incumbe<br />

de trabajar con todos los hombres en la edificación de un<br />

mundo más humano”.<br />

Así pues, espiritualidad y derechos humanos en<br />

nada se contraponen; por el contrario, se unifican,<br />

se reclaman mutuamente. En clave teológica el<br />

hombre se entiende como criatura de Dios y asume<br />

su vida con plena responsabilidad sabiéndose hecho<br />

según Dios, con tensión hacia él; San Agustín así lo<br />

intuyó; cuando expresó: “Nos hiciste Señor para Ti y<br />

nuestro corazón vive inquieto hasta que descanse en<br />

Ti”. Si tenemos presente esta gran verdad, viviremos<br />

a plenitud el derecho fundamental, esencial, el<br />

1 En el presente artículo la palabra hombre, tiene connotación relacionadas con la especie humana.<br />

50 <strong>Revista</strong> <strong>Conversaciones</strong> pedagógicas

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