05. Robots e Imperio
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
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Se sentó con cuidado, consciente de que estaba empapada y reacia a manchar de<br />
sudor la butaca. Giskard apareció cuando ya empezaba a experimentar dolor por la rígida<br />
postura que había adoptado.<br />
—Señora, la ducha funciona y está a la temperatura adecuada. Hay un objeto sólido<br />
que supongo que es jabón, de un tipo muy primitivo, y una especie de material como de<br />
toalla, junto con otros varios artículos que pueden resultar útiles.<br />
—Gracias, Giskard —dijo Gladia, consciente de que pese a su grandilocuencia<br />
respecto de que los robots como Giskard no se dedican a trabajos domésticos, esto era<br />
precisamente lo que le había pedido que hiciera. Pero las circunstancias alteran a veces...<br />
Sí nunca en su vida había necesitado una ducha tanto como ahora, tampoco nunca<br />
había disfrutado tanto de ella como ahora. Se quedó bajo el agua mucho más rato de lo<br />
preciso y cuando terminó no se le ocurrió preguntarse si las toallas habían sido<br />
esterilizadas por radiación, hasta mucho después de haberse secado, y para entonces ya<br />
era demasiado tarde.<br />
Buscó entre los artículos que Giskard le había preparado: talco, desodorante, peine,<br />
pasta de dientes, secador.., pero no encontró nada que pudiera servir de cepillo de<br />
dientes. Finalmente renunció y se arregló con el dedo, pero lo encontró poco satisfactorio.<br />
Tampoco había cepillo para el pelo y también la fastidió. Lavó bien el peine con jabón<br />
antes de utilizarlo, pero así y todo la disgustó. Descubrió una prenda que parecía<br />
adecuada para la cama. Olía a limpia, pero era demasiado holgada.<br />
Daneel la advirtió:<br />
—Señora, el capitán quiere saber si puede recibirle.<br />
—Supongo que sí contestó mientras seguía buscando una prenda de noche que<br />
estuviera mejor—. Déjalo entrar.<br />
D.G. no solamente parecía cansado, sino desencajado también, pero cuando se volvió<br />
para saludarle, él le sonrió con dulzura y le dijo:<br />
—Es difícil creer que tiene más de veintitrés décadas.<br />
—¿Qué? ¿Con esto?<br />
—Esto ayuda. Es semitransparente..., ¿o no lo sabía?<br />
Se miró, desconfiada, el camisón, y concedió:<br />
—Bueno, si le divierte, pero de todos modos llevo viviendo dos siglos y un tercio.<br />
—Nadie viéndola lo adivinaría. Debe de haber sido muy hermosa en su juventud.<br />
—Nunca me lo dijeron, D.G. Graciosa, mona, siempre creí que era a lo más que podía<br />
aspirar... Por si acaso, ¿cómo funciona este instrumento?<br />
—¿El avisador? Toque el cuadradito de la derecha y alguien le preguntará en qué<br />
puede servirla, y a partir de ese momento puede pedir lo que sea.<br />
—Bien. Necesito un cepillo de dientes un cepillo para el pelo y ropa.<br />
—Me ocuparé de que le proporcionen los dos cepillos. En cuanto a ropa, ya se habían<br />
ocupado de ello. Tiene una bolsa de ropa colgada en su armario. Encontrará que contiene<br />
lo mejor de la moda de Baleymundo, que a lo mejor no le gusta, claro. Y tampoco puedo<br />
garantizarle que le vaya bien. La mayoría de las mujeres baleymundistas son más altas<br />
que usted y mucho más gruesas... Pero no importa. Creo que permanecerá recluida una<br />
temporada.<br />
—¿Por qué?<br />
—Pues, señora, al parecer esta noche pasada ha largado usted un discurso y, me<br />
acuerdo de que no quiso sentarse aunque se lo pedí varias veces.<br />
—Yo creo que tuve mucho éxito, D.G.<br />
—Lo tuvo— Un éxito delirante —D.G. rió abiertamente y se rascó el lado derecho de su<br />
barba como estudiando bien lo que iba a decir—. No obstante, el éxito tiene también su<br />
penitencia. En este momento yo diría que es la persona más famosa de Baleymundo y<br />
que cada uno de sus habitantes quiere verla y tocarla. Si la llevamos a cualquier parte, se<br />
organizará un tumulto. Por lo menos hay que esperar a que las cosas se enfríen. Y no