05. Robots e Imperio
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
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Delante de una puerta, Bentley se detuvo:<br />
—Aquí está mi padre —dijo con tristeza—. Debes entrar solo. No quiere que yo vaya<br />
contigo. Entra. Puede que no le reconozcas.<br />
Daneel penetró en la oscuridad de la estancia. Su vista se ajustó rápidamente y<br />
descubrió un cuerpo cubierto por una sábana, metido dentro de una especie de cuna<br />
transparente que se distinguía solamente por un leve resplandor. La luz aumentó en el<br />
interior de la habitación, y Daneel pudo entonces ver el rostro con claridad.<br />
Bentley tenía razón. Daneel apenas reconoció a su viejo colega.<br />
Estaba flaco, descarnado. Tenía los ojos entornados y a Daneel le pareció que estaba<br />
mirando un cadáver. Jamás había visto a un ser humano muerto y cuando se dio cuenta<br />
de ello, se estremeció y pareció como si sus piernas no pudieran sostenerlo.<br />
El anciano abrió los ojos y Daneel recobró el equilibrio aunque continuó<br />
experimentando una desusada debilidad.<br />
Los ojos ie miraron y una débil sonrisa curvó los labios pálidos y resecos.<br />
—Daneel, mi viejo amigo Daneel —percibió débilmente el recordado tono de voz de<br />
Elijah Baley en aquel murmullo. Un brazo salió con dificultad de debajo de la sábana y<br />
Daneel pareció reconocer, pese a todo, a Elijah.<br />
—Colega Elijah —murmuró con dulzura.<br />
—Gracias..., gracias por venir.<br />
—Para mí era importante venir, colega Elijah.<br />
—Tuve miedo de que no te lo permitieran. Ellos..., los otros..., incluso mi hijo..., sólo<br />
ven en tí a un robot.<br />
—Soy un robot.<br />
—No para mí, Daneel. No habrás cambiado—, ¿verdad? No te veo muy bien, pero me<br />
parece que eres exactamente ei mismo que yo recuerdo. ¿Cuánto te vi por última vez?<br />
¿Hace veintinueve años?<br />
—Sí, y en todo este tiempo, colega Elijah, no he cambiado, así que ya ves, sigo siendo<br />
un robot.<br />
—Pero yo sí he cambiado, y mucho. No hubiera debido permitir que me vieras así, pero<br />
me sentía demasiado débil para resistirme al deseo de volver a verte. —Parecía como si<br />
la voz se hubiera fortalecido, como si al ver a Daneel hubiera recobrado más fuerza.<br />
—Aunque hayas cambiado, colega Elijah, me complace verte.<br />
—¿Y Gladia, cómo está?<br />
—Está bien. Vino conmigo.<br />
—No está..., —Una expresión de alarmada angustia le hizo mirar a su alrededor y<br />
afectó su voz.<br />
—No ha bajado a este mundo, pero sigue en órbita. Se le comunicó que no deseabas<br />
verla... y comprendió.<br />
—No es verdad. Deseo verla,.pero he podido resistir la tentación. No ha cambiado,<br />
¿verdad?<br />
—Sigue igual a como la viste la última vez.<br />
—Bien... Pero no podía dejar que me viera así. No podía permitir que éste fuera el<br />
último recuerdo que tuviera de mí. Contigo es diferente.<br />
—Es porque soy un robot, colega Elijah.<br />
—Deja de insistir —murmuró impaciente el moribundo—. Ni significarías más para mí,<br />
Daneel, si fueras un hombre.<br />
Por un momento permaneció silencioso en su cuna, luego dijo:<br />
—En todos estos años, nunca la he hipervisado, ni le he escrito. No podía, no debía<br />
interferir en su vida... ¿Sigue Gladia casada con Grenuonis?<br />
—Sí, señor.<br />
—¿Y es feliz?<br />
—No puedo juzgarlo, Pero no se comporta de un modo que pudiera interpretarse como