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05. Robots e Imperio

Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.

Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.

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todo, Elijah era el que había hecho posible la aventura y tuvo que haber sido un héroe<br />

para ellos, como...<br />

No se le ocurrió un héroe análogo para los auroranos. ¿Quién había dirigido la<br />

expedición que llegó a Aurora por primera vez? ¿Quién había supervisado la<br />

terraformación de aquel mundo tosco, apenas viviente, que era entonces Aurora? Lo<br />

ignoraba.<br />

¿Era su ignorancia fruto del hecho de haberse criado en Solaria, o era que los<br />

auroranos no tenían héroe fundador? Después de todo, la primera expedición a Aurora<br />

había consistido en simples terrícolas. Solamente en subsiguientes generaciones, cada<br />

vez más longevas, gracias a ajustes de sofisticada bioingeniería, los terrícolas se<br />

transformaron en auroranos. Después de eso, ¿por qué iban los auroranos a transformar<br />

en héroes a sus despreciados predecesores?<br />

Pero los colonizadores sí podían hacer héroes de los de la Tierra.<br />

Quizás aún no se habían transformado. Lo harían, y entonces Elijah sería<br />

embarazosamente olvidado, pero hasta entonces...<br />

Eso sería. Probablemente hasta la mitad de los colonizadores vivos habían adoptado el<br />

apellido Baley. ¡Pobre Elijah! Todo el mundo arrimado a él, a su sombra. ¡Pobre Elijah...!<br />

¡Querido Elijah...!<br />

Y se quedó dormida.<br />

11<br />

Su sueño fue demasiado inquieto para restablecer su paz, y mucho menos su buen<br />

humor. Estaba ceñuda sin saber que lo estaba, y de haberse visto en el espejo, se habría<br />

impresionado por su aspecto envejecido, Daneel, para el que Gladia era un ser humano<br />

pese a la edad, aspecto o estado de ánimo, dijo.<br />

—Señora...<br />

Gladia le interrumpió con un estremecimiento:<br />

—¿Ha llegado ya el colono?<br />

Levantó la vista a la cinta de datos atmosféricos que estaba en la pared, e hizo un<br />

gesto rápido en respuesta al cual Daneel ajustó la temperatura, subiéndola (había sido un<br />

día fresco, y la noche iba serlo más).<br />

—Está aquí, señora —contestó Daneel.<br />

—¿Dónde lo han instalado?<br />

—En el cuarto de huéspedes, señora. Giskard está con él y los robots domésticos<br />

están todos dispuestos.<br />

—Espero que hayan tenido el sentido común de averiguar qué desea comer para el<br />

almuerzo. Yo no conozco la cocina de los colonos. Confío en que harán un esfuerzo para<br />

conseguir satisfacer razonablemente sus peticiones.<br />

—Tengo la seguridad, señora, de que Giskard solucionará competentemente el asunto.<br />

Gladia también estaba segura, pero dio un respingo. Por lo menos lo hubiera sido, si<br />

Gladia fuera del tipo de personas que lo hacen. No creía serlo.<br />

—Supongo que ha pasado por la debida cuarentena antes de que se le permitiera<br />

aterrizar —dijo.<br />

—Sería inconcebible no haberlo hecho.<br />

—Por si acaso llevaré mis guantes y mis filtros nasales.<br />

Salió de su dormitorio, se dio cuenta vagamente de que estaba rodeada de robots<br />

domésticos, e hizo el ademán que significaba que le trajeran un par de guantes nuevos y<br />

unos filtros de nariz también nuevos. Cada establecimiento tenía sus propios ademanes<br />

equivalentes a un vocabulario y cada miembro humano de un establecimiento cultivaba<br />

estos ademanes, aprendiendo a usarlos rápida y disimuladamente. Se esperaba de un<br />

robot que acatara esas órdenes discretas de sus amos humanos como si leyera las

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