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05. Robots e Imperio

Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.

Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.

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Gladia estaba sentada, rígida, en el despacho de Amadiro. Durante muchas décadas<br />

había visto solamente a Amadiro a distancia, o en la pantalla... En esas ocasiones, le<br />

volvía la espalda. Le recordaba solamente como al gran enemigo de Fastolfe y ahora, por<br />

primera vez, se encontraba en la misma habitación que él, cara a cara, y tenía que borrar<br />

toda expresión de su rostro para que no viera asomar el odio que sentía, Aunque ella y<br />

Amadiro eran los únicos seres humanos presentes en la estancia, había por lo menos una<br />

docena de altos cargos, incluido el propio Presidente, que presenciaban la entrevista por<br />

holovisión de circuito cerrado. Gladia reconoció al Presidente y a algún otro, pero no a<br />

todos.<br />

Era una extraña experiencia. Se parecía a la visión generalizada en Solaria, a la que se<br />

había acostumbrado de niña... y que recordaba con tanto disgusto.<br />

Hizo un esfuerzo por hablar claramente, sin emoción pero con precisión. Cuando se le<br />

formulaba una pregunta, respondía con tanta brevedad como le permitía la claridad y tan<br />

indiferente como podía sin faltar a la cortesía. El Presidente escuchaba impasible y los<br />

demás le imitaban. Era un hombre mayor.., Todos los presidentes lo eran porque se<br />

trataba de un cargo que alcanzaban a edad avanzada. Tenía un rostro alargado, mucho<br />

cabello aún en la cabeza y cejas hirsutas. Su voz era meliflua, pero nada amistosa.<br />

Cuando Gladia terminó, le dijo:<br />

—¿Sugiere que los solarios han redefinido "ser humano" en un sentido limitado que lo<br />

reduce a los solarios solamente?<br />

—No sugiero nada, señor Presidente. Es simplemente que nadie ha podido encontrar<br />

otra explicación que justifique los acontecimientos.<br />

—¿Se da usted cuenta, señora Gladia, de que en toda la historia de la ciencia robótica,<br />

ningún robot ha sido diseñado con una definición limitada del "ser humano"?<br />

—No soy una robotista, señor Presidente, y no conozco nada de la matemática de los<br />

circuitos positrónicos. Puesto que usted dice que no se ha hecho nunca, yo, claro, lo<br />

acepto. Pero por lo que sé, de que no se haya hecho nunca, no se desprende que no<br />

pueda hacerse en el futuro.— Sus ojos jamás habían parecido tan grandes y tan<br />

inocentes como ahora. El Presidente se ruborizó, y dijo:<br />

—Teóricamente no es imposible limitar la definición, pero es impensable.<br />

Con los ojos bajos, la mirada puesta en las manos que tenía cruzadas sobre su regazo,<br />

Gladia comentó:<br />

—A veces la gente piensa en tales peculiaridades.<br />

El Presidente cambió de tema, y preguntó:<br />

—Una nave aurorana fue destruida, ¿cómo se lo explica?<br />

—Yo no estaba presente en el lugar del incidente, señor Presidente. No tengo idea de<br />

lo que ocurrió, ni puedo explicárselo.<br />

—Estaba usted en Solaria, y ha nacido en el planeta. Dada su reciente experiencia y el<br />

ambiente de su juventud, ¿que diría que ocurrió?<br />

El Presidente daba muestras de una mal disimulada impaciencia.<br />

—Si quiere que lo adivine —dijo Gladia—, yo diría que nuestra nave fue destruida por<br />

el uso de un intensificador nuclear portátil, similar al que estuvo a punto de utilizarse<br />

contra la nave colonizadora.<br />

—¿No le llama la atención que los dos casos sean diferentes? En uno, la nave<br />

colonizadora invade Solaria para confiscar robots solarios; en el otro, una nave de Aurora<br />

llega a Solaria para ayudar en la protección de un planeta hermano.<br />

—Yo sólo puedo suponer, señor Presidente, que los capataces, los robots humanoides<br />

dejados para guardar el planeta, fueron insuficientemente instruidos para detectar la<br />

diferencia.<br />

El Presidente pareció ofendido.<br />

—Es inconcebible que no fueran instruidos sobre la diferencia que hay entre

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