05. Robots e Imperio
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
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—¿Degé? —preguntó—. Ignoro las peculiaridades de los nombres de su mundo, así<br />
que le ruego me perdone si mi pregunta le parece ofensiva. ¿No suena Degé a nombre<br />
femenino?<br />
—En absoluto —respondió el colono algo envarado—. En mi caso no se trata de un<br />
nombre, es solamente un par de iniciales. La cuarta letra del alfabeto y la séptima.<br />
—¡Oh! —dijo Gladia, ilustrada—. D.G. Baley. ¿Y qué significan las iniciales, si perdona<br />
mi curiosidad?<br />
—Naturalmente. Allí está D, por supuesto —explicó señalando con el dedo una de las<br />
hornacinas de la pared — y sospecho que éste puede ser G — y señaló a otra.<br />
—No lo dirá en serio —musitó Gladia.<br />
—Claro que sí. Mi nombre es Daneel Giskard Baley. En cada generación mi familia<br />
tiene por lo menos un Daneel y un Giskard en las diversas ramas. Yo fui el último de seis<br />
hermanos, pero el primer varón. Mi madre creyó que eso bastaba pero compensó el no<br />
tener más que un chico poniéndome ambos nombres. Así fui Daneel Giskard Baley y el<br />
doble nombre fue un peso excesivo para mí. Yo prefiero Degé como nombre y me sentiré<br />
honrado si lo utiliza usted. —Sonrió cordialmente. —Soy el primero que lleva los dos<br />
nombres y el primero en ver los imponentes originales.<br />
—Pero, ¿por qué esos nombres?<br />
—Fue idea de mi antepasado Elijah, según se cuenta en la familia. Tuvo el honor de<br />
poner nombre a sus nietos y al mayor le llamó Daniel y al segundo, Giskard. Insistió en<br />
ambos nombres, y esto estableció la tradición.<br />
—¿Y las hijas?<br />
—El nombre tradicional de generación en generación es Jezabel...<br />
Jessie. La esposa de Elijah, ¿sabe?<br />
—Lo sé.<br />
—No hay...— Calló de pronto y dedicó su atención al plato que acababan de ponerle<br />
delante. —Si estuviéramos en Baleymundo, diría que es un trozo de cerdo asado cubierto<br />
de salsa de cacahuete.<br />
—En realidad se trata de un plato vegetal, D.G. Lo que iba usted a decir es que no<br />
había Gladias en su familia.<br />
—No las hay —dijo D.G. tranquilo—. Una explicación es que Jessie, la primera Jessie,<br />
hubiera protestado, pero yo no la acepto. La esposa de Elijah, la antepasada, jamás vino<br />
a Baleymundo, ¿sabe?, nunca abandonó la Tierra. ¿Cómo podía haberlo hecho? No,<br />
para mí, es casi seguro que mi antepasado no quiso a otra Gladia. Ni imitaciones, ni<br />
copias, ni fingimientos. Una Gladia. Única... También pidió que no hubiera otro Elijah.<br />
A Gladia le costaba trabajo comer.<br />
—Creo que su antepasado se esforzó en la última etapa de su vida por ser tan poco<br />
emocional como Daneel. No obstante, bajo su piel latía un romántico. Pudo haber<br />
permitido otros Elijahs y otras Gladias. No me habría ofendido y me imagino que tampoco<br />
hubiera ofendido a su esposa.<br />
—Rió, trémula.<br />
—Pero todo esto parece, en cierto modo, irreal —dijo D.G.. —Mi antepasado es en<br />
realidad historia antigua; murió hace ciento cincuenta y cuatro años. Yo soy su<br />
descendiente en la séptima generación y, sin embargo, estoy aquí sentado con una mujer<br />
que le conoció cuando era joven.<br />
—En realidad no le conocí... — musitó Gladia contemplando su plato —. Le vi por poco<br />
tiempo en tres ocasiones distintas en un período de siete años.<br />
—Lo sé. El hijo de mi antepasado, Ben, escribió su biografía que es uno de los clásicos<br />
literarios de Baleymundo. Incluso yo la he leído.<br />
—¿De veras? Yo no la he leído. Ni siquiera sabía que existiera. ¿Qué... qué dice de<br />
mí?<br />
D.G. pareció divertido.