05. Robots e Imperio
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
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—Sí, señor —contestó el robot.<br />
Amadiro hizo un gesto impaciente en dirección a Vasilia y le dijo:<br />
—Te invito a cenar conmigo.<br />
Anduvieron hasta el comedor de Amadiro, que Vasilia no conocía. Amadiro, después<br />
de todo, era un particular, notorio por su falta de relaciones sociales. Más de una vez se le<br />
había dicho que le convendría recibir en su casa, y siempre respondía sonriendo<br />
educadamente: "Un precio demasiado alto."<br />
"Tal vez debido a su falta de relaciones —pensó Vasilia— se notaba una absoluta falta<br />
de originalidad o creatividad en su mobiliario. Nada podía ser más feo que la mesa, la<br />
vajilla y los cubiertos. Las paredes eran solamente planos verticales pintados de color<br />
apagado. El conjunto más bien quitaba el apetito", pensó.<br />
La sopa con que empezaron, un caldo claro, era tan indiferente como los muebles, y<br />
Vasilia empezó a tomarla sin entusiasmo. Amadiro comentó:<br />
—Mi querida Vasilia, como ves soy paciente. No tengo ninguna objeción a que escribas<br />
tu autobiografía si así lo deseas, pero ¿te propones recitarme varios capítulos? Si es así,<br />
debo decirte claramente que no me interesan lo más mínimo.<br />
—Se sentirá sumamente interesado dentro de muy poco. Sin embargo, si está<br />
enamorado del fracaso y quiere seguir sin conseguir nada de lo que se proponga<br />
conseguir, dígamelo. Comeré en silencio y luego me iré. ¿Es esto lo que desea?<br />
Amadiro suspiró;<br />
—Sigue, Vasilia.<br />
—Y ella continuó:<br />
—Un día tropecé con un esquema más complicado, más agradable, más excitante que<br />
los que jamás había visto y, a decir verdad, que nunca más he vuelto a ver. Me hubiera<br />
gustado mostrárselo a mi padre, pero se había ido a una reunión o tal vez a otro de los<br />
mundos. No sabía cuándo volvería y guardé mi esquema, pero cada día lo miraba con<br />
más interés, más fascinada. Por fin, ya no pude esperar más. Sencillamente, no podía<br />
esperar. Lo encontraba tan precioso que me parecía absurdo que pudiera ser dañino. Era<br />
sólo una niña, en mi segunda década,y aún no había perdido el sentido de la<br />
irresponsabilidad, así que modifiqué el cerebro de Giskard mediante la incorporación de<br />
aquel circuito.<br />
Y no le hizo el menor daño. Lo vi inmediatamente. Me respondió con perfecta claridad<br />
y, por lo menos me lo pareció, fue mucho más rápido y más inteligente que antes. Lo<br />
encontré más atractivo y más entrañable que nunca.<br />
Me sentía encantada y nerviosa a la vez. Lo que había hecho, modificando a Giskard<br />
sin el permiso de Fastolfe, era estrictamente contrario a las órdenes que había<br />
establecido para mí, y lo sabía de sobra. Cuando modifiqué el cerebro de Giskard, me<br />
justifiqué diciéndome que sería sólo por poco tiempo y que luego neutralizaría la<br />
modificación. Pero una vez hecha ésta, comprendí claramente que no la neutralizaría. No,<br />
no lo haría. En realidad, no volví a modificar a Giskard por temor a desbaratar lo que<br />
acababa de hacer.,. Ni tampoco dije nunca a Fastolfe lo que había inventado y Fastolfe<br />
jamás descubrió que Giskard había sido modificado sin su consentimiento. ¡Jamás!<br />
Después, Fastolfe y yo nos separamos, y no quiso desprenderse de Giskard. Grité que<br />
era mío y que le quería, pero la gran bondad de Fastolfe, de la que presumió toda su<br />
vida... eso de amar todas las cosas, grandes y pequeñas, nunca se cruzó en el camino de<br />
dr satisfacción a mis deseos. Recibí otros robots que no me importaban, pero él se quedó<br />
con Giskard. Y cuando murió, dejó Giskard a la mujer solariana, ¡un último y amargo<br />
bofetón para mí!<br />
Amadiro consiguió solamente comer la mitad de la mousse de salmón.<br />
—Si todo lo que me has contado es para defender tu caso de conseguir la<br />
transferencia de la propiedad de Giskard, de la mujer Solaria a ti, no va a servirte para<br />
nada. Ya te he explicado por qué no puedo ignorar el testamento de Fastolfe.