05. Robots e Imperio
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
Robots e Imperio es una novela de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov y publicada en 1985. Es la continuación de Los robots del amanecer, dentro de su serie de novelas sobre robots. Esta novela es, cronológicamente, la que da inicio a las siguientes sagas de Asimov, como el Tríptico del Imperio y el Ciclo de Trántor, y en la que el robot Daneel Olivaw se erige como un personaje de gran importancia en la historia de la humanidad.
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descendiente lejana de aquella Gladia?<br />
—No, no, saben quién es y la edad que tiene, pero sólo lo saben mentalmente —se<br />
tocó la frente— y a poca gente le trabaja la cabeza, como habrá observado.<br />
—En efecto, Incluso en Aurora.<br />
—Muy bien. No querría que los colonos se mostraran especiales a este respecto. Verá,<br />
su aspecto es de —se detuvo a pensarlo— cuarenta, ó a lo sumo cuarenta y cinco, y así<br />
la aceptarán en sus entrañas, que es donde las personas corrientes tienen localizada su<br />
máquina de pensar, si no les habla de su verdadera edad.<br />
—¿De veras importa?<br />
—Mire, el colono normal no quiere robots. Ni le gustan los robots ni los desea. Estamos<br />
satisfechos de no ser como los espaciales. La longevidad es distinta. Cuarenta décadas<br />
es muchísimo más que diez.<br />
—Pocos de nosotros llegan a las cuarenta décadas.<br />
—Y pocos de nosotros alcanzan las diez. Hacemos ver las ventajas de la vida breve:<br />
calidad contra cantidad, rapidez evolutiva, un mundo siempre cambiante, pero nada hace<br />
que la gente se sienta feliz por vivir diez décadas, cuando imagina que podría vivir<br />
cuarenta, así que en un momento dado la propaganda produce un latigazo y es mejor no<br />
decir nada. No suelen ver a espaciales, como puede imaginar, así que no tienen ocasión<br />
de rechinar los dientes por el hecho de que los espaciales parecen jóvenes y vigorosos<br />
cuando en realidad son el doble de viejos que el más viejo colono que jamás vivió. Si se<br />
les ocurre pensar, verán todo esto en usted y les desquiciará.<br />
Gladia comentó con amargura:<br />
—¿Quiere que les diga un discurso y les cuente exactamente lo que significan cuarenta<br />
décadas? ¿Quiere que les diga cuántos años sobrevive uno la primavera de la esperanza,<br />
por no decir nada de los amigos y conocidos? Les hablaré del vacío de hijos y familia, del<br />
interminable ir y venir de un marido tras otro, el recuerdo borroso de los acoplamientos<br />
entre uno y otro; del momento en que uno ha visto todo lo que quería ver, y oído todo lo<br />
que quería oír, y encontrar imposible pensar un nuevo pensamiento, y olvidar lo que la<br />
excitación y el descubrimiento representan, y aprender, año tras año, cuan intenso puede<br />
hacerse el aburrimiento.<br />
—La gente de Baleymundo no querría creerlo. Ni yo tampoco. ¿Es así como piensan<br />
los espaciales o se lo está inventando?<br />
—Sólo sé con certeza cómo siento yo, pero he observado a otros apagándose a<br />
medida que envejecían; he visto cómo su carácter se agriaba y sus ambiciones se<br />
reducían y sus indiferencias crecían.<br />
D.G. apretó los labios y su expresión se hizo sombría:<br />
—¿Es alto el número de suicidios, entre los espaciales?<br />
—Prácticamente inexistente.<br />
—Pues esto no encaja con lo que me ha dicho.<br />
—Piense un poco. Estamos rodeados de robots dedicados a mantenernos vivos. No<br />
hay modo de matarnos cuando nuestros activos y vigilantes robots están siempre a<br />
nuestro lado. Dudo de que alguno de nosotros lo intentara siquiera. Yo ni lo soñaría,<br />
aunque sólo fuera por la idea de lo que significaría para todos mis robots domésticos y<br />
mucho más para Daniel y Giskard.<br />
—Pero, sabe de sobra que no viven. Que no tienen sentimientos.<br />
Gladia sacudió la cabeza.<br />
—Lo dice sólo porque nunca ha vivido con ellos... En todo caso, creo que sobrestima el<br />
deseo de longevidad entre su gente. Usted sabe mi edad, mira mi apariencia y no le<br />
molesta.<br />
—Porque estoy convencido de que los mundos espaciales deben declinar y morir, que<br />
los mundos de los colonizadores son la esperanza en el futuro de la humanidad, y que lo<br />
que lo asegurará es nuestra característica vida breve. Escuchando lo que acaba de