han ido haciendo atractivo el sector como espacio de negocio. Estatendencia tiene sin duda su expresión más relevante en las políticasdel BM y de la OMC, al condicionar sus créditos en esta materia, a laprivatización de los servicios urba<strong>no</strong>s de abastecimiento y saneamiento,en las grandes ciudades de los países en desarrollo.Reducir los valores en juego al valor del <strong>agua</strong>, como puro recurso,favorece las presiones desreguladoras y refuerza la lógica económicade mercado. <strong>Sin</strong> embargo, asumir como base de la gestión de <strong>agua</strong>sel principio de sostenibilidad, desde <strong>un</strong> enfoque ecosistémico, exigereforzar la responsabilidad pública en esta materia. La complejidadde valores y <strong>derecho</strong>s, presentes y futuros, que se ponen en juegodesde este enfoque, j<strong>un</strong>to a la imposibilidad de parcelarlos paraapropiarlos, hacen del mercado <strong>un</strong>a herramienta demasiado simplee insensible a muchos de esos valores.Por otro lado, más allá del reto de la sostenibilidad, emergencada vez con más fuerza problemas éticos vinculados a principios,como el de equidad o el del <strong>derecho</strong> a la vida, que <strong>no</strong>s plantean lanecesidad de <strong>un</strong>a reflexión más prof<strong>un</strong>da en tor<strong>no</strong> a las f<strong>un</strong>cionesdel <strong>agua</strong>, los valores y los <strong>derecho</strong>s en juego. La ciencia económica ha ido emborronando conceptualmente dostérmi<strong>no</strong>s, heredados por el castella<strong>no</strong> del griego, que Aristótelesdistinguía con precisión: «eco<strong>no</strong>mía» y «crematística». Para Aristótelesla «eco<strong>no</strong>mía» era el arte de administrar los bienes de lacasa, mientras que la «crematística» se ocupaba sólo de <strong>un</strong>a partede esos bienes: los de mercado, que podían valorarse en dinero. Sien la definición aristotélica de eco<strong>no</strong>mía sustituyéramos el térmi<strong>no</strong>«casa» por el de «planeta», obtendríamos <strong>un</strong>a buena definición dela moderna eco<strong>no</strong>mía ecológica.Siguiendo este enfoque conceptual, son cada vez más los eco<strong>no</strong>mistasque den<strong>un</strong>cian el error que supone mercantilizar los bienesambientales, como puros inputs económicos. Daly, en concreto,razona así:Alg<strong>un</strong>os argumentan que el capital hecho por los huma<strong>no</strong>s y elcapital natural son bienes sustituibles <strong>un</strong>o por otro de manera que24
la idea de factor limitante (para la producción) es irrelevante. <strong>Sin</strong>embargo, creo que está bastante claro para el sentido común queel capital hecho por los huma<strong>no</strong>s y el capital natural son esencialmentecomplementarios y sólo marginalmente sustitutivos.El enfoque mercantil, aplicado a la gestión de <strong>agua</strong>s y de serviciosbásicos, de los que depende la salud y la vida de las com<strong>un</strong>idades,viene evidenciándose como <strong>un</strong> error. El <strong>agua</strong> es ciertamente <strong>un</strong>elemento bien definido: H 2O. <strong>Sin</strong> embargo, sus f<strong>un</strong>ciones son diversas;y lo que es más importante, están relacionadas con rangoséticos y categorías de valor diferentes, alg<strong>un</strong>os de los cuales <strong>no</strong> songestionables mediante simples relaciones económicas de cambio, al<strong>no</strong> ser sustituibles, de forma consistente, por bienes de capital. Porello, es f<strong>un</strong>damental distinguir las diversas categorías de valor y de<strong>derecho</strong> que se relacionan con ellas, en orden a establecer prioridadesy criterios de gestión adecuados (Arrojo, 2005).– El <strong>agua</strong>-vida: en f<strong>un</strong>ciones básicas de supervivencia, tanto de losseres huma<strong>no</strong>s, como de los demás seres vivos en la naturaleza,debe ser reco<strong>no</strong>cida y priorizada de forma que se garantice lasostenibilidad de los ecosistemas y el acceso de todos a cuotasbásicas de <strong>agua</strong>s de calidad, como <strong>un</strong> <strong>derecho</strong> huma<strong>no</strong>.– El <strong>agua</strong>-ciudadanía: en actividades de interés general, f<strong>un</strong>cionesde salud y cohesión social (como los servicios urba<strong>no</strong>s de <strong>agua</strong> ysaneamiento), debe situarse en <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do nivel de prioridad,en conexión con los <strong>derecho</strong>s de ciudadanía y con el interésgeneral de la sociedad.– El <strong>agua</strong>-crecimiento: en f<strong>un</strong>ciones económicas, ligadas a actividadesproductivas, debe reco<strong>no</strong>cerse en <strong>un</strong> tercer nivel deprioridad, en conexión con el <strong>derecho</strong> individual de cada cuala mejorar su nivel de vida. Ésta es, de hecho, la f<strong>un</strong>ción en laque se usa la mayor parte del <strong>agua</strong> extraída de ríos y acuíferos,siendo clave en la generación de los problemas más relevantesde escasez y contaminación en el m<strong>un</strong>do.– El <strong>agua</strong>-delito: cada vez son más los usos productivos del <strong>agua</strong>sobre bases ilegítimas, cuando <strong>no</strong> ilegales (vertidos contaminantes,extracciones abusivas…). Tales usos deben ser evitadosy perseguidos mediante la aplicación rigurosa de la ley.25
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