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ingeniería en méxico, 400 años de historiaEn diciembre de 1630 el duque Cósimo II pidió a Galileo inspeccionar el Bizencio yevaluar la proposición de Bartolotti. La respuesta fue dejar el río como estaba, reforzarlo,perfeccionar sus bordos y resignarse a tener que remover de vez en cuando el azolve.Recuperación del pulmón urbanoEn los nuevos proyectos presentados se solicitó mantener limpias las cuatro acequiasque circundaban la Alameda, y con el mismo flujo de agua podar los árboles que lo necesitaran.Y también plantar cuando menos mil especímenes de árboles, que las cuatropilas chicas se aderezaran y que se revisara su cañería a fin de aumentar la fuerza del aguade sus surtidores y lo mismo con la pila principal, y mantener en buenas condiciones elempedrado y las puertas. No obstante la tierra salitrosa que se encontraba al surorientedel parque, el marqués insistió en reforestarla en 1730, y quitar la tierra mala y traertierra buena con los carros de basura. También le ordenó al Ayuntamiento que al obreromayor, José Dávalos, “se le dé lo que se necesite para la conservación y embellecimientode la Alameda”. Como era natural, al convertirse en paseo de moda se propició una graveafectación: la proliferación de puestos para vendimia dentro y fuera del parque, cuyaprohibición no se logró sino hasta 1765.Astillero de CoatzacoalcosEl rey retomó el tema de incrementar el poderío naval de España. Para ello, JoséPatiño, ministro de Marina e Indias, pensó en Coatzacoalcos como posible emplazamientode un astillero indiano, muy apropiado ante la ubicación geográfica dela población y del río. Así que le pidió al virrey llevar a cabo “una corta de maderay labra de varias piezas importantes para los navíos” y enviarse a Cádiz a fin de serprobados y examinados. El marqués respetó la instrucción y ordenó la construcciónde un astillero en la barra de Coatzacoalcos, y así probar qué tan apta era laidea para un astillero en ese lugar. La incógnita se resolvió cuando, después decontabilizar piezas y materia prima y enviarla a la Metrópoli, la maniobra de saliral mar embarrancó el navío de tal manera que fue necesario dejar la mayor partede la madera, lo que puso de manifiesto el inconveniente que ofrecía el lugar, pues“sólo había dieciocho palmos de calado, y veintidós en marea llena”. Lo que resultainexplicable es que a pesar de lo anterior y sin razón alguna conocida, el proyectode un astillero en el Coatzacoalcos se continuó. Incluso, en 1730 se ordenó queestuviera bajo el cuidado del teniente general de la Armada, Rodrigo de Torres.222

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