articles-345822_ANEXO_19
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23<br />
1. Contextualización internacional y nacional de la formación de educadores<br />
Marco histórico de las escuelas normales<br />
superiores y las facultades de educación<br />
Las escuelas normales superiores<br />
Desde el inicio de la época republicana la formación de docentes fue asignada a las escuelas<br />
normales. En 1822, Francisco de Paula Santander creó en Bogotá la primera escuela normal<br />
entregando la administración a los lancasterianos Sebastián de Mora y Pierre Commetant.<br />
Ganaron prestigio y reconocimiento nacional en el período del federalismo decimonónico con<br />
la visita de la Misión alemana y concentraron durante las décadas posteriores la formación de<br />
educadores para la primaria y la secundaria. Eran las instituciones formativas del otrora país<br />
rural y concordatario.<br />
Con el surgimiento de las facultades de educación (creadas mediante el Decreto 1487 de <strong>19</strong>32), las<br />
cuales fueron fortalecidas desde los inicios del Frente Nacional, cuando el desarrollo económico del<br />
país obligó a la cualificación y especialización de las profesiones, las escuelas normales comenzaron<br />
a debilitarse y en el propio ejercicio de la profesión docente los normalistas fueron desplazados de la<br />
educación media. Posteriormente, con la expedición del Estatuto Docente de carácter nacional (Decreto<br />
2277 de <strong>19</strong>79), el cual eliminó los escalafones diferenciados para primaria y secundaria, la opción universitaria<br />
para los estudiantes de licenciaturas relegó a un segundo plano las escuelas normales.<br />
Este proceso estuvo acompañado de una diversificación en la oferta de programas. Así, la formación<br />
de licenciados en preescolar ya había sido establecida por el Decreto 088 de <strong>19</strong>76 y la formación de<br />
docentes en el área tecnológica y vocacional con la creación de los INEM y la expedición del Decreto<br />
080 de <strong>19</strong>74. La formación posgradual adquirió importancia con la reorganización de la educación superior<br />
que oficializó el Decreto 80 de <strong>19</strong>80 y la expedición del Decreto 3658 de <strong>19</strong>81 6 . El hecho de que<br />
en el escalafón nacional para efecto de ascensos se reconociera la capacitación académica aumentó<br />
la demanda de la formación posgradual.<br />
Fue en este contexto en el que proliferaron las instituciones privadas que ofertaban programas de escasa<br />
calificación académica. El Sistema Nacional de Acreditación que creó la Ley 30 de <strong>19</strong>92, para “garantizar<br />
que las instituciones que voluntariamente hacen parte de él, cumplen los más altos requisitos de calidad y<br />
realizan sus propósitos y objetivos…” 7 , posibilitó la regulación de este tipo de oferta académica.<br />
Esta regulación ya hacía parte de otro momento histórico: la articulación del país a la globalización económica<br />
que obligó a una adecuación del Estado oficializada en la Constitución de <strong>19</strong>91. Las escuelas<br />
normales quedaban nuevamente atrapadas en tiempos discordantes, desbordadas por las facultades de<br />
educación, cuando la industrialización y la urbanización del país aumentaron durante la fase del anterior<br />
6<br />
Sobre el tema ver, “La evolución de las Facultades de Educación”, Bernardo Restrepo, en aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/revistaeyp/article/,<br />
2010.<br />
7<br />
Posteriormente el Decreto 2904 de <strong>19</strong>94 señaló las etapas del proceso de acreditación y designó a las instituciones que hacen<br />
parte del sistema de acreditación.