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edição 33 completa - Logos - UERJ

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Alabarces e Duek. Fútbol (argentino) por TV: entre el espectáculo de masas, el monopolio y el estado.oral. La informalidad de Wolf para el relato prefiguraba el cambio de estilo queMarcelo Araujo impondría definitivamente en los años 90 –además de consagrara Wolf como periodista deportivo infaltable en la pantalla local.El Mundial de Italia en 1990 señaló un hito sorpresivo: a pesar de quelas privatizaciones de los canales de televisión por parte de la presidencia deMenem hubieran supuesto la competencia entre las televisoras por un eventode rating probado, sólo el canal estatal ATC decidió televisar el campeonato,debido fundamentalmente a la pobre expectativa que el seleccionado argentinohabía despertado entre sus seguidores. La buena campaña, a despechode un paupérrimo desempeño, sumado a la polémica generada en torno aMaradona y los ataques de los hinchas italianos, decidió que ATC obtuvieracifras de audiencia inesperadas, así como la aparición desmesurada de estiloschauvinistas y patrioteros. El primer Mundial del espectáculo global, el quemarcará un giro decisivo en la relación entre fútbol y televisión según la críticainternacional, fue cubierto localmente de manera limitada, sin agregadosde cámaras ni enviados especiales. Las marcas estilísticas fueron, nuevamente,las verbales. Sería la última vez.Ampliando las dimensiones de producción: creando un nuevolenguajeLa combinación entre la producción de Torneos y Competencias y elénfasis tecnologicista de la imagen institucional del nuevo Canal 13 tendríaefectos novedosos y marcados sobre Fútbol de Primera. La presentación delprograma tendió a la proliferación de marcas futuristas, clima remarcado por laelección de la cortina musical de Vangelis (el tema de la película Blade Runner).La multiplicación de imágenes, marca crucial del nuevo relato futbolístico, seveía reforzada en el piso por la proliferación de video-walls y monitores. Esamultiplicación pasó a ser la base del relato: los partidos podían verse desde todoslos ángulos, en tanto los partidos más importantes pasaron a ser cubiertoscon 18 cámaras. Esto implicó dos rasgos: en primer lugar, la posibilidad desuplantar todas las miradas posibles en un estadio; ningún espectador puedever todo lo que la televisión ve; la cámara condensa imaginariamente todoslos puntos de vista, hasta los imposibles para un asistente común –como yaanticipamos. En segundo lugar, la narración tendió a dar más lugar al primerplano y al plano detalle: una suerte de espía que puede delatar lo que se escapaa cualquier mirada humana (por ejemplo, la del árbitro). Esta doble tendenciase reforzó con la aparición del Telebeam, un procesamiento digitalizadoque permite analizar jugadas dudosas (especialmente, los offsides) con precisiónpretendidamente milimétrica. El Telebeam terminó de configurar el estilo deFútbol de Primera como una suerte de tribunal que decide los errores arbitraleso incrimina a los jugadores desleales. El detalle, asimismo, tendió a favoreceruna narración más melodramática, donde el gesto esforzado o el insulto agregadramaticidad y desborde al juego.La capacidad narrativa de los productores de imágenes de Torneos yCompetencias se vio atrapada, sin embargo, en la obligada coexistencia conLOGOS <strong>33</strong>Comunicação e Esporte. Vol.17, Nº02, 2º semestre 201023

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