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Ruy Pérez Tamayo – ¿Existe el método científico?

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IV. 1. INTRODUCCIÓN<br />

IV. 1. INTRODUCCIÓN<br />

EN LOS capítulos anteriores examinamos las principales ideas sobre <strong>el</strong> <strong>método</strong> <strong>científico</strong> que podrían denominarse<br />

clásicas; desde luego, ese parece ser <strong>el</strong> término más apropiado cuando se trata de personajes como Platón,<br />

Sócrates, Aristót<strong>el</strong>es, Harvey, Galileo, Newton, Hume, Descartes y Kant, entre otros. Tal examen nos trajo hasta<br />

los umbrales d<strong>el</strong> siglo XIX: Kant murió en 1804. Corresponde ahora revisar las ideas predominantes en ese siglo<br />

sobre la manera de hacer ciencia. Por razones históricas, nuestra encuesta todavía seguirá siendo<br />

predominantemente europea, en vista de que <strong>el</strong> continente americano no se incorporó al movimiento <strong>científico</strong><br />

occidental en forma filosóficamente importante sino hasta fines d<strong>el</strong> siglo pasado y principios de nuestro siglo.<br />

Conforme se penetra en él, la inmensa riqueza cultural d<strong>el</strong> siglo XIX crece y pronto se antoja infinita, sobre todo<br />

cuando lo que se persigue seguramente representa una de las facetas menos brillantes y atractivas de las muchas<br />

que posee esa época maravillosa. Casi da pena, en <strong>el</strong> siglo de Beethoven y de Debussy, de Turner y de los<br />

impresionistas, de Lord Byron y de Tolstoi, andar escudriñando las ideas y la influencia de personajes mucho<br />

menos brillantes, que vivieron vidas más o menos recluidas en oficinas burocráticas de segunda o laboratorios<br />

universitarios más o menos prestigiados, y que murieron con escaso ruido y casi ninguna gloria. Pero la pena se<br />

alivia cuando se consideran las consecuencias de su trabajo para la sociedad occidental d<strong>el</strong> siglo XX. No es<br />

exagerado señalar que la fuerza que ha transformado al mundo de lo que era en <strong>el</strong> siglo XVII a lo que es hoy, a<br />

fines d<strong>el</strong> siglo XX, es la ciencia. La transformación ha sido tan profunda y extensa, que amenaza con hacer cada<br />

vez menos int<strong>el</strong>igible nuestro pasado. El joven promedio de nuestro tiempo casi ha perdido ya, en forma<br />

irrecuperable, la capacidad para entender y disfrutar la b<strong>el</strong>leza de la métrica de Propercio, de los cantos<br />

gregorianos, de la arquitectura románica, y hasta de los frescos de Piero de la Francesca. Tal pérdida, cuando<br />

ocurre, se debe en no poca parte a que la cultura contemporánea está siendo conformada más y más por la ciencia,<br />

y como resultado de tal transformación, es cada vez más remota de, e inconmensurable con, las civilizaciones<br />

antiguas y clásicas. Es por eso que la historia merece cada vez más atención, como <strong>el</strong> puente que nos permita<br />

seguir en contacto con nuestro pasado cultural.<br />

Las dos corrientes más importantes de la filosofía de la ciencia en <strong>el</strong> siglo XIX fueron <strong>el</strong> empirismo y <strong>el</strong><br />

positivismo. El empirismo, que será lo que nos ocupe en este capítulo, floreció principalmente en Gran Bretaña,<br />

mientras que <strong>el</strong> positivismo, que se tratará en <strong>el</strong> siguiente capítulo, tuvo su mayor impacto en <strong>el</strong> continente europeo<br />

y en América.<br />

http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/161/htm/sec_27.htm01-11-2004 10:49:01

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