2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta
2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta
2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
“Así Dios nos manifestó su amor:<br />
envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él.<br />
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios,<br />
Sino que Él nos amó primero, y envió a su Hijo<br />
Como víctima propiciatoria por nuestros pecados”..<br />
(1 Jn. 4, 9-10)<br />
LA BUENA NOTICIA<br />
Una vez en un barrio vecino a mi casa conocí una familia humilde y<br />
trabajadora que, a pesar de los problemas económicos, se las había arreglado para<br />
que David, el hijo mayor, pudiera asistir y aprobar en forma completa el colegio<br />
secundario.<br />
A medida que se acercaba la finalización de sus estudios, para David era un<br />
hecho que sus padres no iban a poder afrontar los gastos de sus estudios<br />
universitarios y, por más vocación que tuviera, tendría que comprender la situación<br />
con resignación. Los esfuerzos de la familia y los suyos por dar una respuesta<br />
favorable a los favores recibidos, se terminaban allí. El diploma de bachiller en la<br />
mano y salir a buscar un trabajo sin mayores aspiraciones.<br />
Cierto día, el padre lo llamó para transmitirle una buena noticia. Desde un<br />
tiempo atrás, había estado horas extras en el trabajo para depositar lo ganado en<br />
una cuenta bancaria que serviría para que David pudiera seguir estudiando, y así<br />
“realizarse”.<br />
David, al enterarse del regalo del padre, pensó que algún día tendría que<br />
devolvérselo, pues, en plena efervescencia de su juventud, todavía no sabía que el<br />
amor; como don gratuito, sólo quiere la felicidad del otro y no se mueve por ningún<br />
interés egoísta.<br />
Pasó el tiempo y David llevaba adelante sus estudios muy bien. Cursaba ya el<br />
tercer año en la universidad cuando, por un desgraciado accidente de trabajo, su<br />
padre falleció; durante un largo período, la memoria de quien tanto lo había amado,<br />
le dio fuerzas para seguir su promisoria carrera.<br />
Sin embargo, con el tiempo, empezó (vaya uno a saber por qué) a sentirse<br />
indigno de aquel regalo realizado por quien le dio la vida; y comenzó a imponerse<br />
sacrificios y privaciones, pero no como ayuda para alcanzar el título, sino como<br />
medios para ser más “digno” de su condición de universitario. Poco a poco se fue<br />
olvidando de quien había sido el que había hecho posible su estudio y empezó a<br />
creer que todo era fruto exclusivamente de sus “grandes méritos”.<br />
Fue así que la presencia del padre generoso en su memoria ya no era su<br />
motivación y, paulatinamente, el eje de su vida empezó a convertirse en él mismo y<br />
sus propios actos.<br />
Aquella buena noticia recibida para su felicidad, se había convertido en orgullo<br />
propio, incluso a veces “preso” de una carga de “heroísmo moralista” mal entendido<br />
difícil de soportar.<br />
Aquel muchacho que valoraba el sacrificio de su progenitor, era ahora un<br />
soberbio que sólo veía lo hecho por él mismo, y desde su “altura” juzgaba a los<br />
demás.<br />
Al cabo de un tiempo, se graduó, “cumplió con su deber” (creyendo que había<br />
hecho lo que su padre había querido), pero su corazón estaba endurecido.<br />
Recién varios años después, con su orgullo “ablandado” por los golpes de la<br />
vida, David se encontró ante su propio hijo, en la misma situación en la que habían<br />
estado él y su padre. La vida le había cambiado el rol, y ahora era consciente de sus<br />
propias limitaciones. Sabía que si bien todo necesita sacrificio, no se llega a nada,<br />
por los propios méritos.<br />
124