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2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta

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Esta experiencia es sumamente enriquecedora tanto para los catequistas como<br />

para los papás, ya que los conducirá hacia la contemplación del Misterio Trinitario, en<br />

cuyo Corazón reposa la Copa eucarística.<br />

Una vez, que los guías hayan comprendido su explicación, trasladarlo a los<br />

padres sin entrar en extensos detalles, sólo la idea central.<br />

He aquí entonces el sentido de esta motivación: guiados por Roublev,<br />

contemplemos el silencioso coloquio entre las tres Personas divinas y glorifiquemos en<br />

nuestro corazón el Misterio de un Dios que nos ofrece, en la Copa eucarística, su Gozo<br />

infinito: “¡Entra a participar del gozo de tu Señor!”.<br />

Se puede realizar también una pequeña celebración con el grupo, reafirmando<br />

nuestra fe con “El Credo”, sería oportuno utilizar el Credo Niceno, ya que a lo<br />

mejor no les resulte conocido a los papás, y es una muy buena oportunidad<br />

para que lo conozcan, para leerlo y meditarlo en grupo, o el que rezamos<br />

habitualmente. Luego de leerlo, meditarlo y compartir nuestros sentimientos en<br />

forma grupal, se les puede obsequiar a los padres El Credo fotocopiado y<br />

pegado en una cartulina de color, haciendo un compromiso personal de rezarlo<br />

en sus hogares junto con los niños al realizar la ficha.<br />

Puntos para desarrollar el encuentro:<br />

• Vivimos rodeados de misterios.<br />

El diccionario traduce del griego la palabra “misterio” como “algo cerrado” y, en<br />

un sentido más amplio, aquello que está oculto, secreto.<br />

Cada cosa o realidad de la creación – la luna, el sol, las estrellas, el oxígeno,<br />

etc.-, constituye un verdadero misterio, que el hombre, con su inteligencia y aplicando<br />

los conocimientos de las ciencias, ha ido descubriendo, intentando explicar cómo<br />

funcionan y qué misión cumplen en el orden maravilloso que tiene todo el universo.<br />

Este investigador o aquel científico saben que el llegar a un resultado, no significa que<br />

está todo dicho sobre el misterio del objeto o cosa estudiada. Todavía queda mucho<br />

más por conocer acerca de lo investigado.<br />

En la Biblia y en la catequesis también se habla de “misterios de la fe”, pero la<br />

manera de conocerlos, de profundizarlos en distinta de cómo se hace en el orden<br />

natural. Esto no es motivo, como pasa cuando nos piden que expliquemos una “verdad<br />

de fe”, para excusarnos diciendo “no se puede explicar porque es un misterio de la fe”.<br />

Al contrario, tenemos el deber de dar razones de nuestra fe. “Mediante la razón<br />

natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras”. Pero<br />

existe otro orden de conocimientos que el hombre no puede de ningún modo alcanzar<br />

por sus propias fuerzas, el de la “Revelación Divina”. Por una decisión enteramente<br />

libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio<br />

benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo a favor de todos los hombres.<br />

Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, y<br />

al Espíritu Santo”. (CATIC. 50).<br />

¿Con qué profundidad los discípulos conocían los misterios que Jesús les<br />

revelaba?<br />

Una pista para responder a esta pregunta es lo que dice San Juan: “Todavía<br />

tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.<br />

Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad” (Jn. 16, 12<br />

– 13).<br />

Estas palabras de Jesús nos están dando a entender, en primer lugar, que los<br />

discípulos no habían recibido todas sus enseñanzas, pero en segundo lugar, que<br />

necesitaban no solo aprender las enseñanzas con el oído y el poder de la inteligencia,<br />

sin agudizar la “visión interna” que les permitirá ir avanzando cada día más en el<br />

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