2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta
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VOCES<br />
Esa joven estaba en crisis, no sé si por su edad, o por lo que la sociedad<br />
impone y exige a los de su edad; pero lo cierto es que sufría, y mucho.<br />
Se sentía incomprendida, desilusionada, y aunque siempre estaba<br />
rodeada de gente, se encontraba sumergida en la soledad. Pero a pesar de<br />
sentirse sola, la acompañaban muchas “voces”, aparte de la de ella misma.<br />
Voces exteriores; como la de los que la rodeaban, que constantemente le<br />
aconsejaban (para bien y para mal), o las voces de la TV, la radio o el equipo<br />
de música, que la aturdían; y, todas ellas, sumadas al ruido habitual de la<br />
ciudad. También “oía” “voces” interiores, que le hablaban al leer el diario, una<br />
revista o un libro; inclusive sus sentimientos, sus desesperanzas y sus fracasos<br />
también se hacían oír, en fin, muchísimas voces que inundaban su ser, hasta<br />
ahogarlo.<br />
Un día le pareció percibir suavemente una voz distinta a todas las demás<br />
que le hablaba como desde la lejanía; pero como le resultaba difícil entenderla,<br />
no se esforzó por escucharla.<br />
Con el tiempo, descubrió que para poder comprender mejor a esa<br />
enigmática voz, tenía que acallar de a poco las otras.<br />
Se lo propuso y lentamente lo fue logrado. Fue así, como fue dándose<br />
cuenta que esa voz provenía de su interior, que la llamaba por su nombre y que<br />
siempre le había hablado aunque las otras voces no le habían permitido<br />
escucharla.<br />
Aquello fue un buen logro, pero lo máximo fue cuando descubrió que ella<br />
también podía responderle, y contarle todo lo que le pasaba. De a poco, su<br />
crisis se fue transformando en alegría, su desconsuelo en esperaza, su<br />
desilusión en proyectos, y su sufrimiento en Amor.<br />
Los demás notaron que algo había pasado, pero no comprendían, ni<br />
siquiera cuando ella les hablaba de la voz que escuchaba en su interior. Y si<br />
bien se alegraban del cambio, muchas veces pensaban que la joven estaba<br />
loca y que no tenía sentido lo que hacía. Lo curioso es que la mayoría de los<br />
que decían no comprenderla, en la soledad de sus cuartos, intentaban percibir<br />
un voz distinta a las demás, que desde su interior los llamara a cada uno,<br />
suavemente, por sus nombres.<br />
“¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué tanta agitación?<br />
Lo urgente es hacer y dejar que tú hables dentro de mí.<br />
Vivir en la profundidad de las cosas<br />
Y en el continuo esfuerzo por buscarte en el silencio de tu misterio”.<br />
Ignacio Larrañaga.<br />
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