2º AÑO DE CONFIRMACIÓN - Catequesis Familiar Salta
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aspecto “escatológico” da al Sacramento eucarístico un dinamismo que abre al camino<br />
cristiano el paso a la esperanza. (Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine 14, 15).<br />
“Yo estoy con vosotros todos los días” (Mt 28,20).<br />
Todos estos aspectos del Eucaristía confluyen en los que más pone a prueba<br />
nuestra fe: el misterio de la presencia “real”. Junto con toda la tradición de la Iglesia,<br />
nosotros creemos que bajo las especies eucarísticas está realmente presente Jesús.<br />
Una presencia –como explicó muy claramente el papa Pablo VI que se llama “real” no<br />
por exclusión, como si las otras formas de presencia no fueran reales, sino por<br />
antonomasia, porque por medio de ella Cristo se hace sustancialmente presente en la<br />
realidad de su cuerpo y de su sangre.<br />
Por esto la fe nos pide que, ante la Eucaristía, seamos conscientes de que<br />
estamos ante Cristo mismo.<br />
La Eucaristía es misterio de presencia, a través del que se realiza de modo<br />
supremo la promesa de Jesús de estar con nosotros hasta el final del mundo. (Carta<br />
Apostólica Mane Nobiscum Domine16).<br />
La Eucaristía “Fuente y Epifanía de Comunión”<br />
“Permaneced en Mí, Yo en vosotros” (Jn 15,4).<br />
Cuando los discípulos de Emaús le pidieron que se quedar “con” ellos, Jesús<br />
contestó con un don mucho mayor. Mediante el sacramento de la Eucaristía encontró<br />
el modo de quedarse “en” ellos.<br />
Recibir la Eucaristía es entrar en profunda comunión con Jesús.<br />
“Permaneced en mí, y yo en vosotros” (Jn 15,4). Esta íntima y recíproca<br />
“permanencia” nos permite anticipar en cierto modo el cielo en la tierra.<br />
Se nos da la comunión eucarística para “saciarnos” de Dios en la tierra, a la<br />
espera de la plena satisfacción en el cielo.<br />
Un solo pan, un solo cuerpo<br />
Pero la especial intimidad que se da en la “comunión” eucarística no puede<br />
comprenderse adecuadamente ni experimentarse plenamente fuera de la comunión<br />
eclesial.<br />
La Iglesia es el cuerpo de Cristo: se camina “con Cristo” en la medida en que se<br />
está en relación “con su cuerpo”. Para crear y fomentar esta unidad Cristo envía el<br />
Espíritu Santo. Y El mismo la promueve mediante su presencia eucarística. En efecto,<br />
es precisamente el único Pan eucarístico el que nos hace un solo cuerpo.<br />
Es comunión fraterna, cultivada por una “espiritualidad de comunión” que nos<br />
mueve a sentimientos recíprocos de apertura, afecto, comprensión y perdón.<br />
CAMINO A EMAÚS<br />
Así lo cuenta Lucas: el mismo día, dos de ellos iban a una aldea que distaba de<br />
Jerusalén sesenta estadios. Y conversaban entre sí de todo lo que había acontecido.<br />
Eran varias horas de camino las que se tardaba desde Jerusalén hasta Emaús.<br />
Su caminar sería lento y fatigado. El cansancio unido al desánimo quita fuerzas<br />
también al cuerpo. Su conversación se basaba sobre sucesos que habían sucedido.<br />
No conocerían todos los detalles, pero sí los más importantes. ¿ De nada serviría<br />
quejarse de la malicia de los Sanedritas, de la traición de Judas, ni de su incapacidad<br />
para defender a Jesús, o la debilidad de Pilato? El hecho es que Jesús estaba muerto.<br />
Ahora entienden mejor aquellas lágrimas de Jesús el domingo anterior en que había<br />
sido aclamado por el pueblo. ¿Por qué el maestro no aprovechó aquel entusiasmo del<br />
pueblo para proclamar su realeza y restablecer el reino de Dios que tanto había<br />
predicado? Era un misterio para ellos.<br />
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